Fco. Javier Bergara, franciscano
Hoy, cerca de 7.000 Franciscanas Misioneras de María (FMM) de 81 nacionalidades, recorren los caminos de 76 países, a través de los cinco continentes, en más de 800 comunidades, tratando de testimoniar, a través de sus vidas, la espiritualidad y el estilo propios que transmitió su fundadora la Madre María de la Pasión al Instituto. En el espíritu de Francisco de Asís, viven su vocación en medio del mundo, con sencillez y en fraternidad, según el Evangelio, buscando la paz y el bien. Llamadas a franquear las fronteras de la cultura, de la lengua y las creencias, viven en fraternidades plurinacionales dispuestas a ir a cualquier parte del mundo para anunciar a todos la Buena Nueva del amor de Dios.
La espiritualidad específicamente misionera es la característica de este Instituto desde los comienzos. En el corazón de esta espiritualidad está la Eucaristía, a cuya celebración y adoración dedican parte de cada jornada, y María, la Madre de Jesús, con su ofrenda total al plan de Dios para que el mundo tenga vida. Las FMM viven en comunidad y buscan crear una auténtica comunión entre ellas, comunión que se convierte en comunicación de la Buena Nueva del Evangelio, en medio del pueblo al que son enviadas. Artífices de paz y de reconciliación, las FMM se esfuerzan por crear lazos de unidad en medio de religiones y pueblos diferentes y, a menudo, opuestos, y así se anclan a lo universal.
Desde siempre las hermanas han realizado la Misión Universal bajo formas múltiples: en el campo social, en la educación, en el servicio de la salud, en la pastoral, tanto a través de importantes instituciones como en inserciones en barrios y lugares alejados, con pasión, audacia, riesgo y compromiso por la justicia. Abren sus vidas a todos aquellos a quienes son enviadas, a toda la Creación, conscientes de su responsabilidad en la defensa de la Creación. Sobre cuatro pilares han constituido su misión:
- Compartir la vida del pueblo al que son enviadas, lo que significa que las hermanas están disponibles para ser enviadas a todas partes del mundo.
- Su principal objetivo la comunicación del mensaje evangélico a través de sus vidas.
- Toda nueva fundación se hace siempre con vistas a responder a las necesidades de las personas y de la Iglesia local.
- Su orientación misionera está orientada a la colaboración ecuménica, el diálogo con todos, la búsqueda de la verdad y la justicia, para construir el Reino de Dios.
Son muchos y variadísimos los testimonios misioneros de estas hermanas y entre ellos quiero señalar en estas páginas, sabiendo que también podrías ser otros igualmente representativos, Anita Pizango en Lima/Perú y el de la hermana Montse Marín que ha colaborado en la ONG Bayt al-Thaqafa, una entidad sin ánimo de lucro que trabaja con inmigrantes de origen árabe-musulmán desde 1974.
Vivencia del carisma en tiempo de pandemia
Mi nueva misión está inserta en la periferia, al sur de Lima-Perú en la Diócesis de Lurín; los pobladores viven del trabajo diario, por eso, ellos son los más afectados social y económicamente por esta pandemia, zona muy pobre y actualmente uno de los lugares con alta tasa de contagios. ¿En este contexto cómo vivir el carisma de nuestra familia de Franciscanos Misioneras de María?
Tiempo difícil, pero también de gracia, de proximidad y de encuentro, dejar ir cosas que me impiden avanzar, y abrirme a la novedad, de hacer la misión utilizando las redes sociales, en comunidad gozar de las pequeñas cosas, descubrir las cualidades y la creatividad de las hermanas, acompañar al pueblo, abrazar al mundo a través de la oración contemplativa y encarnada ocasión de crecer en la escucha empática, afectiva y solidaria. En esta difícil situación valoro la capacidad de resistencia y organización del pueblo para afrontar el hambre y el sufrimiento. Me ha tocado dar víveres y ahí he sentido que el Señor muestra su amor, su compasión, cercanía y esperanza a la gente. En este tiempo no se puede hacer muchas cosas hacia fuera, pero se puede dar la vida en lo cotidiano con alegría y generosidad por la sanación de las personas y la salvación de la humanidad.
Hermana Anita Pizango, Fmm (Lima- Perú)
Carisma, vocación y compromiso con las personas inmigrantes
Durante los últimos 6 años, la Hna. Montse Marín ha estado comprometida con una de las poblaciones más vulnerables de nuestra sociedad a través de la Fundación Bayt al-Thaqafa. El objetivo de la Fundación es facilitar la integración social y cultural de los inmigrantes árabe-musulmanes en nuestra sociedad, sin perder su propia identidad y fomentando el intercambio y el diálogo entre las distintas culturas: dispone de un programa de acogida, información, orientación y asesoramiento a inmigrantes recién llegados a España de acuerdo con la normativa de extranjería. Las difíciles situaciones sociales a las que se enfrentan las personas que llegan a nuestro territorio implican el esfuerzo y la dedicación de todos. El paso de la Hna. Montse Marín en palabras de Daniel Ibarz, director de la fundación, ha dejado una profunda huella en la asociación.
La hna. Montse Marín ha sido capaz de potenciar con su dedicación y compromiso dos programas vitales. A través del programa de acogida, ha sido la primera oreja que escucha y las primeras manos que ofrecen una cálida bienvenida. Además, ha potenciado la digitalización y adaptación tecnológica de dicho programa. Por otro lado, su dedicación al programa de mujeres, ha permitido crear un espacio de confianza para que muchas mujeres inmigrantes incrementen su autoestima y autonomía. La vinculación creada con ellas ha permitido generar un acompañamiento social cercano, estable y duradero. La Hna. Montse nos ha demostrado que una vinculación humilde y sencilla nos permite establecer vínculos desde la igualdad, la cordialidad y la calidez.
La Hna. Montse se ha dejado transformar por las personas que ha acompañado, y asimismo, nosotros nos hemos dejado transformar a través de ella.
Montse, a través de su día a día, nos ha transmitido igual que la hna Teresa Losada, que no hay un “nosotros” y un “otros”, sino que “todos somos nosotros”, que formamos parte de una misma humanidad y que nos une una relación de interdependencia más allá de cualquier diferencia étnica, cultural o religiosa. El encuentro exige compartir, salir de uno mismo, ruptura, emprender nuevos caminos, aprender del interlocutor, y ser paciente.
Gracias María de la Pasión por tu audacia tras las huellas de Jesús a la manera de Francisco de Asís y gracias a todas vosotras por vuestra vida entregada, vuestra disposición y generosidad.