Gabriel Mª Otalora
Tras pasar por el pleno del Congreso en diciembre la ley de la eutanasia podría aprobarse en los primeros meses de 2021 tras su publicación en el BOE. Se despenaliza la ayuda médica para morir detallando los requisitos para poder prestarse. En concreto, serán las personas mayores de edad que padezcan una enfermedad grave e incurable o un padecimiento que cause “un sufrimiento físico o psíquico intolerable” sin curación o mejora. Se contempla, además, la objeción de conciencia médica
Es ley de vida que muchas personas se encuentren en medio de enfermedades irreversibles y grandes dolores, poniéndoles la vida a prueba sus fundamentos éticos y morales. Y algunos deciden quitarse la vida. La cuestión central está en el derecho a la vida y su forma de entenderlo. De las teorías que propugnaban que el fin último de la persona está en el sujeto mismo y no en alguien superior a él (principios del siglo XX) surgieron iniciativas eutanásicas para las enfermedades incurables.
Pero también surgieron propuestas políticas basadas en el pensamiento hegeliano que propugnaban la eutanasia según los intereses del Estado. Pero, tras la II Guerra Mundial, los vencedores resaltaron el valor de la vida humana ligándola con la noción de dignidad. Y contra lo que cree mucha gente, la eutanasia activa está prohibida en casi todo el mundo.
Ahora se vuelve a esgrimir la libertad individual bajo el paraguas "mi vida es mía y hago con ella lo que quiero". Y cada vez que no se acepta que una persona tiene valor en sí misma, se abre la puerta al utilitarismo: tanto vales, tanto cuentas. Con todo, no olvidemos que existen muchas personas que siguen adelante a pesar de enormes limitaciones físicas, capaces incluso de transformar el sufrimiento en amor. Lo necesario, creo, es que repensemos nuestra idea de la dignidad humana y de la libertad, porque el resultado no es indiferente.
El tema es serio, sin duda: seres humanos llenos de lucidez atrapados en medio de enfermedades irreversibles y con grandes dolores que disparan el sentimiento de inutilidad, depresión o la falta de sentido vital, poniendo a prueba sus fundamentos éticos y morales y los de sus familiares. No entro en el debate de alargar la vida de modo irracional (distanasia) u otorgar al paciente todos los tratamientos para disminuir el sufrimiento y evitar largas agonías (ortatanasia).
Cada vez que no se acepta que una persona tiene valor en sí misma se abre la puerta al precipicio del utilitarismo que nos aboca a dejar de respetarnos y considerar inútiles y costosos a colectivos enteros. Precisamente porque cada ser humano es valioso por serlo, su autonomía es una consecuencia de su dignidad. Pero algunos lo entienden al revés: la dignidad es una consecuencia de la autonomía, sin valorar demasiado las consecuencias. Es una de las razones por las que soy contrario a la eutanasia activa.
El problema es tan importante que hay que verlo también desde otro ángulo que apenas se habla, quizá porque no se han hecho los deberes a las puertas de la eutanasia legalizada. Me refiero al derecho a los cuidados paliativos, al que una gran parte de la población no tiene acceso ante la escasa implantación hospitalaria del mismo. Cuidados paliativos en sentido amplio, es decir, atención médica, social, emocional y espiritual que la enfermedad plantea. Porque al sentir que mejora su calidad de vida, la eutanasia deja de ser una prioridad en muchos enfermos.
Para la Organización Mundial de la Salud, los cuidados paliativos son pilares esenciales en la atención desde todas las dimensiones de la persona: bio-psico-social y espiritual; sobre todo en pacientes con la enfermedad avanzada y terminal. Pero lo ciertoe sque los datos de la Sociedad de Cuidados Paliativos y la Asociación de Enfermería y Cuidados Paliativos (2019) dicen que, casi 80.000 personas que necesitaban cuidados paliativos, no los recibieron. En definitiva, poner el punto final a la vida es tan importante como nacer y toda persona tiene el derecho a sentirse querida hasta el final sufriendo lo menos posible. Es lo ético y lo cristiano.