En el momento que escribo estas líneas se cumplen cuarenta días desde que se decretó el estado de alarma. Cuarenta días con la plazoleta vacía de gente. Con la intención de acercaros Arantzazu a casa, nos ha parecido interesante recopilar las vivencias de algunos miembros de la familia franciscana, a modo de crónica de lo que está pasando. Creemos que estos testimonios pueden ofrecer unas pinceladas que nos ayuden a dibujar un paisaje esperanzador en estos tiempos de incertidumbre. Estamos convencidos de que el carisma y espiritualidad franciscanos pueden ofrecer pistas para poder responder lúcidamente a las preguntas que nos plantea el futuro. Las palabras de la alcaldesa de Asís, que adjuntamos al final, resumen apasionadamente esta convicción.
Juan Maria Mtz. de Ilarduia,
Provincial de la Provincia Franciscana de Arantzazu
¿Cómo se gobierna la provincia en estos tiempos de confinamiento?
Debido al confinamiento exigido por la pandemia del covid-19 hemos tenido que retrasar el Capítulo provincial en el que se renuevan los cargos, tanto del gobierno provincial como de las fraternidades, parroquias, etc. El Capítulo estaba programado para la semana de Pascua (12-18 de abril) y lo hemos aplazado a la semana del 13-19 de septiembre. Todos los frailes han estado trabajando durante todo este curso en sus respectivas fraternidades diversos temas con el objeto de discernir los desafíos y las prioridades que orientarán los tres próximos años. Con motivo de la misma pandemia se han paralizado todas nuestras actividades hacia fuera: pastoral y culto en las parroquias, santuarios, comedores sociales, servicios de Cáritas, etc.
Igualmente se han cancelado diversos encuentros provinciales programados para este curso. Los ocho miembros del gobierno provincial celebramos nuestros encuentros mensuales por videoconferencia para seguir la marcha y animación de las fraternidades y para ir tomando las decisiones sobre programas y acontecimientos que van surgiendo.
Para romper el aislamiento que supone este confinamiento hemos organizado por grupos de cuatro fraternidades encuentros de oración y de comunicación por videoconferencia para caminar juntos en nuestro camino vocacional, para reforzar nuestro sentido de pertenencia y para compartir y empatizar con el drama que vive toda la sociedad.
¿Cómo están los frailes y las fraternidades de la provincia?
Las fraternidades están respetando escrupulosamente la orden de confinamiento. La mayor parte de los frailes son de edades avanzadas y son conscientes de la necesidad de cuidarse personalmente para cuidar así a los demás hermanos.
Hacia dentro hacemos una vida relativamente normal, con las eucaristías en fraternidad unidos a la Iglesia y nuestros creyentes más próximos, con los tiempos de oración regulares, el trabajo personal de lectura y estudio, las tareas domésticas, etc. Si siempre están presentes en nuestra oración los afanes de la sociedad, en este tiempo todos los días hacemos memoria de todos aquellos que están soportando en primera línea el drama de esta pandemia: enfermos hospitalizados, familias afectadas, personal sanitario, agentes de seguridad ciudadana, trabajadores de servicios…
Como provincial, permanezco en contacto con todas las comunidades hablando con cierta frecuencia con los guardianes/superiores de cada casa. Esta semana he iniciado también una ronda, vía Skype, por las fraternidades para verme con todos los hermanos de cada fraternidad, poder escucharles, intercambiar informaciones y animarlos a vivir este momento como oportunidad para una intensa vida fraterna, de interioridad y estudio y de solidaridad con toda la sociedad y la humanidad doliente.
¿Cómo se ve el futuro de la provincia, después de esto?
El futuro, obviamente, va a depender mucho de cómo nos trate el Covid-19. De momento no tenemos a ningún hermano afectado por la pandemia. Pero sin duda, al ser un colectivo muy vulnerable por nuestras edades, nuestro futuro puede ser afectado.
Por lo demás, como miembros de nuestra sociedad, todos los impactos económicos y sociales que se desencadenen nos afectarán también a nosotros. En cuanto a nuestras presencias de misión no cambiarán mucho, aunque sí es posible que nos obliguen a reorientar la mirada y la forma de estar con el pueblo.
¿La espiritualidad y carisma franciscanos tienen algo que aportar en esta crisis?
Ciertamente, la pandemia es una llamada a vivir a fondo aquellos rasgos más propios de nuestra identidad y de nuestra espiritualidad franciscana.
a) Fraternidad
Sin duda es un tiempo para ahondar el sentido de fraternidad. Primero para vivirlo en casa y, dada la situación, centrados en el cuidado mutuo. La convivencia es muy intensa al vernos todos constreñidos a vivir en casa. Hay hermanos que se están volcando para atender con gran delicadeza y generosidad las necesidades de los hermanos ancianos y más vulnerables. Después, para vivir muy de cerca lo que está viviendo la sociedad y, sobre todo, los más castigados por la pandemia. Una mirada creyente coloca todo este drama en el horizonte del Dios en cuyas manos confiamos impotentes nuestro momento. Siempre está ahí el misterio de tanto sufrimiento que solo encuentra una respuesta en la solidaridad y en la FE-Confianza orante.
b) Minoridad Itinerante
El que un virus tan invisible e inconsistente haya puesto patas arriba a la humanidad entera, empezando por los países más poderosos, nos recuerda que no somos el demiurgo que nos creíamos: somos finitud vulnerable y fugaz. Y así nos recuerda que estamos de paso en la historia. Ser itinerante significa no vivir apegado ni siquiera a la vida, que es para darla.
c) Nos invita a reconciliarnos con la muerte
El momento actual nos recuerda que no somos dueños del tiempo ni de la vida. “Loado seas mi Señor por la hermana muerte”, cantaba Francisco mostrándonos con ello que estaba reconciliado con ella. La muerte se ha convertido en un tabú para nuestra cultura del disfrute. Pero, como ya decía Heidegger, una existencia auténtica debe vivir lúcidamente mirando de frente a la muerte como parte de la existencia. El problema no es tanto la muerte en sí, sino desde qué marco de esperanza dialogamos con ella. Para un franciscano es la “hermana muerte” porque nos enfoca la mirada hacia Aquel que es nuestro destino y nuestro cielo.
d) Confianza pascual
Ser franciscano es permanecer en la contemplación del misterio pascual del Señor Jesús. Caminar con él en la vida nos abre el acceso a la verdadera Alegría: capacidad de darle sentido incluso a la cruz y a la muerte en Él para vivir la existencia como hermano que comparte su vida con todos y con toda la creación porque los ve como hijos/as del mismo Padre, origen sentido y destino de todos.
Juan Ignazio Larrea,
Arantzazuko Santutegiko anaidiaren guardianoa
Arantzazun dana itxita, eliza, denda, gogartetxea…Erabaki gogorra. inoiz gertatu al da horrelakorik?
Benetan, erabaki gogorra, baina ezinbestekoa. Hemen bizi diren fraideen oroitzapenean ez da horrelakorik ezagutu, ezta gutxiagokorik ere.
Zer da Arantzazu? Erromesik gabe, jenderik gabe… sekula baino isiltasun handiagoa?
Lehenik eta behin Arantzazu frantziskotarren etxe bat da. Eta San Frantziskok hala nahita, elkarren anaia izatea da gure bokazio nagusiena eta horretan saiatzen gara egunero. Baina, bai, egia da Arantzazuko anaidi hau erromesentzat bizi izan da beti eta, batez ere, azkeneko urteetan. Arantzazu jendez beteta ikusten ohituta gaude: astegunetan eta, batez ere, igandeetan. Mendira mugitzen den jendea eta Santutegira etortzen den jendea. Oso arraroa egiten zaigu eliza nagusia eta komentua bera ere itxita ikustea. Igandeetako Meza Nagusia eta Aste Santuko ospakizun handiak ere jenderik gabe… Bai, oso arraroa egiten zaigu.
Arantzazuko fraideak edadetuak dira… askok zaintza behar dute… Nola bizi da hau guztia komentu barruan? Harremanak, beldurrak, zaintzak…
Egia da, gure anaidia edadetua da, oso edadetua. Eta beti esaten dugu, birus ziztrin hau barrura sartuko balitz, kalte handia egingo lukeela gure artean. Baina, egia esan, ez dut inor kezkatuta edo beldurrak jota ikusten. Oso gertutik jarraitzen ditugu telebistan eta irratian esaten direnak, eta sufritu eta poztu ere bai hor azaltzen diren gauza askorekin, baina ez gara kezkatuta bizi.
Gure harremanak beti bezalakoak dira. Momentuetan, normala den bezala, jantokian konbertsazio falta sentitzen da, baina etxeko martxa aipatzekorik gabe jarraitzen dugu. Ordutegia ere ez dugu aldatu: goizeko 6.45ean jaikitzen gara eta 21.30ean oheratu. Gure otoitz-aldiak ere betiko orduetan izaten ditugu. Eta Jainkoari esker, orain bertan, anai gaixorik ez daukagu: Hau da: inork ez du zaintza berezirik behar.
Esaten zaigun bezala, etxe barruan bizi gara; ez da inor etxetik kanpora ateratzen, baina gure etxea handia da eta hor daukagu mesederik bikaina. Gero, esan behar da, gu barruko bizitza lantzen ohituta gaudela eta bakardadea ez dela guretzat ez-ezaguna, mesedegarria baizik.
Krisi honen guztiaren erdian espiritualtasun eta karisma frantziskotarrak ba al dauka zer eskaini? Eta Arantzazuk?
Inork ez daki hau noiz amaituko den edo nola amaituko den. Ez da sinistekoa hamabost egunetan mundu honek bizi izan duen aldaketa. Denok ikusten dugu lehengora ez garela bihurtuko. Eta sarritan galdetzen diot neure buruari zer edo zer ikasteko gauza izango ote garen?
Ez litzaiguke gaizki etorriko gauzatxo bat edo beste ikasteko gai izango bagina. Esate baterako: elkarrenganako solidaritatea, edo bizitzeko maitasunak daukan garrantzia, edo politika egiteko beharko genituzkeen modu berriak. Edo San Frantziskoren esanetan gure Ama-lur honi zor diogun errespetua… Edo erabat baztertu ditugun pobreei zor diegun sentiberatasun justiziazkoa. Pobreak oso presente egin zaizkigu gaixo-aldi honetan. Izan ere, guk sortutako pobreziatik datorkigu pasatzen ari garen pandemia hau...
Eta beste mila gauza. Agian, gehiegi kolpe batean ikasteko.
Pili Markuleta,
Abadesa del convento de las Clarisas de Santa Ana, Oñate
¿Cómo está la comunidad de Santa Ana?
Las hermanas clarisas de Santa Ana, nos encontramos bien, sin que nos haya afectado todavía el Covid. 19. Somos una comunidad de 29 hermanas, donde hay una mayoría de edad avanzada, con el riesgo que eso supone si tuviésemos un contagio. Esta pandemia nos ha pillado, como a tantos otros, un poco de sorpresa, sin pensar que se extendería a nivel mundial. Ahora, que llevamos más de un mes, que se han ido paliando los miedos que a todos nos atenaza en cierta medida, estamos más tranquilas.
En este momento el contacto externo es a través de teléfono, correo electrónico, y de las personas que nos prestan sus servicios. Al tener personal para atender a las hermanas mayores, se procura que se respeten todos los requisitos necesarios.
¿Qué sentido cobra la palabra confinamiento, cuando la clausura se ha convertido en una opción de vida?
El confinamiento que ha reducido el espacio, las relaciones, actividades para un tiempo determinado, es a su vez una oportunidad. Sí, oportunidad para el encuentro, la convivencia, el diálogo, el compartir. Para abordar temas pendientes. También momento en el que surjan dificultades por no estar acostumbrados a la convivencia de 0:00 a 24:00, lo que supone abordar dicha situación para no llegar a situaciones límite. Oportunidad para crecer en humanidad, relación, solidaridad… Oportunidad también para reflexionar y meditar sobre el sentido de la vida en una sociedad avanzada en tecnología, ciencia, investigación, cultura…en la que un virus descoloca el mundo.
Para nosotras, que ha sido una opción personal, es un espacio necesario para cultivar el encuentro con Cristo y con las hermanas; desarrollamos a través del silencio, de la comunión de bienes, de la escucha, la unión con toda la humanidad presentando al Señor, las necesidades de las personas y también el agradecimiento, en estos momentos, especialmente por todos los sanitarios, y por tantas personas desinteresadas que ayudan al que lo necesita.
¿Cómo se ven estos tiempos convulsos desde dentro?
Diría que con cierta preocupación. Les veo a tantas personas como un poco perdidas, sin un sentido en la vida o sin una orientación clara a la que seguir.
Hay muchas preguntas que brotan, pero que no tienen respuesta. Mirando la política, la iglesia, la situación de la mujer, la ecología, la juventud, la educación… Y sin embargo, también se ven muchos signos que te hacen mirar el futuro con esperanza, alegría, paz, y la labor latente del Espíritu en tantas personas, que se desviven por hacer un poco más digna la vida de las personas que sufren, en este tiempo que parece que la fe es de pocos, se palpa al mismo tiempo la necesidad de una búsqueda de sentido, de una vivencia más verdadera y sencilla. Remarcaría también los esfuerzos que está realizando el Papa Francisco por una iglesia más evangélica.
¿Qué pueden aportar la espiritualidad y carisma franciscanos en esta crisis?
Situándome en lo que supuso la conversión de Francisco para su propia persona, para la iglesia y la sociedad, diría que el ser humano se ha hecho gestor de la historia y ha comenzado a perder el control. Se ha hecho patente la vulnerabilidad y fragilidad de la persona. El fallecimiento de tantas personas mayores es considerada como un beneficio económico.
Creo que es un momento en el que la minoridad y pobreza de la familia franciscana puede ser una nueva forma de vida en una sociedad que gira en torno al poder económico, científico, tecnológico… , que deja atrás el valor de la persona y su dignidad.
El cultivo del silencio, de la reflexión, de una vida interna profunda, de la oración intercesora abierta a toda la humanidad es otra de las aportaciones a la sociedad actual.
Mertxe Iradi,
Abadesa del convento de las Clarisas de Agurain
¿Cómo está la comunidad de Agurain?
Nuestra comunidad la componemos dieciocho hermanas, de edades comprendidas entre los 38 años y los 91 años. Todas las hermanas cooperamos en la marcha de la Comunidad.
En estos momentos especiales que a todos nos toca vivir por la pandemia, esta marcha comunitaria apenas se ha visto afectada. Lo esencial de nuestra vida, la relación con Dios, es lo que marca el ritmo y éste viene a ser el que ordinariamente vivimos, compaginando oración, trabajo, estudio de formación y tiempo de recreación. No obstante, esta dinámica, quizá, es algo más lenta en estos momentos pues también la producción en nuestro trabajo es menor.
Nuestra Comunidad, en estos días, no está atendiendo como habitualmente lo hacemos. La portería-hospedería está cerrada, por lo que no podemos brindar la acogida deseada e incluso la venta de nuestros productos la tenemos cancelada.
Los domingos celebramos la Eucaristía, a puerta cerrada. Durante la semana oramos con la Liturgia de las Horas manteniendo abierta la iglesia, aunque no acude nadie. A las tardes en el rezo de Vísperas, oramos también con las lecturas de la eucaristía del día y recibimos la comunión, mantenemos un ritmo más sosegado, compartimos lo que a cada una se le ha hecho vida desde la Palabra.
Gracias a Dios, podemos mantenernos autónomamente sin necesidad de tener que salir, ni exponernos al contagio, por ello, y de momento, estamos viviendo con alegría este tiempo pascual. Sin olvidar tanto en los momentos de Oración Litúrgica como en el encuentro personal con el Señor a todas nuestras hermanas y hermanos: sanitarios, enfermos, trabajadores, niños, y todo tipo de situaciones duras que se están dando por el confinamiento. A todos os llevamos en nuestro corazón.
Qué sentido cobra la palabra confinamiento, cuando la clausura se ha convertido en una opción de vida?
Ciertamente nuestra vida transcurre en clausura, que se puede ver como una vida encerrada, confinada.
La expresión confinamiento quizá nos habla de una vida encerrada también, pero con una fuerte connotación de “obligatoriedad, a la fuerza” una persona que está confinada, no puede salir del espacio que le han adjudicado.
Nuestra vida, que en apariencia puede verse también así, como una vida que transcurre entre cuatro paredes, tiene una gran diferencia: ninguna hermana está aquí a la fuerza, por obligación, sino que es una vida elegida, es una vocación acogida con gozo y vivida con agradecimiento. Cada hermana necesita este espacio reducido para poder vivir con hondura esa vida que se le regala, ella está llamada a realizarse plenamente, dando pleno sentido a su vida viviendo así en este espacio reducido con libertad.
Es muy distinto el sentido de una vida en “confinamiento” a una vida en clausura como forma de vida, elegida libremente y como necesidad para vivir en plenitud.
¿Cómo se ven estos tiempos convulsos desde dentro?
Al igual que todos los humanos nos hemos visto sorprendidas por esta pandemia. Con desconcierto e impotencia observamos el día a día, sin planificar, pero con horizonte abierto, centradas en lo inmediato, en el día a día, poco a poco, con incertidumbre.
Esta situación, como ya se está oyendo en los medios, nos está poniendo en la realidad de la vida. No somos ni tan fuertes, ni tan seguros, “ni tantos ni tales” que diría San Francisco, ni mucho menos eternos como nos creíamos. Nuestra vida es frágil, muy vulnerable y caduca.
Esta ilusión de ser potentes, poderosos, ha llevado a la humanidad a un vivir defendiéndose, defendiendo cada uno su terrenito, levantando fronteras, muros y a un individualismo feroz. Desde esta nueva realidad que se nos está descubriendo iremos aprendiendo que estamos hechos para la comunión, la solidaridad, la cooperación, para vivir como amigos, no como eternos enemigos.
Al tiempo que tomamos consciencia de esta realidad, también decimos, desde nuestra realidad de personas creyentes, que es el mejor momento para crecer en Verdad. Somos criaturas frágiles pero si descubrimos al Creador, si nos apoyamos en Él, la Vida cobra otro colorido, otra belleza.
Los planes que, desde esta nueva realidad, proyectamos, se ajustan a lo real, al movimiento de la vida, a las necesidades reales del ser, sin crear cargas que lejos de traer felicidad nos pueden alienar e introducirnos en una carrera sin fin para intentar conseguir esos objetivos irrealizables.
Hay que “observar” la realidad, todo lo que está aconteciendo y veremos que la vida nos habla a gritos del cambio que se está ya realizando: de vivir como anónimos, como individuos desconocidos, cada uno en su casa, a vivir en sus casas en comunión con los otros seres humanos, echándoles en falta porque nos necesitamos unos a otros. Paso del egoísmo a la solidaridad.
A San Francisco la cárcel y la enfermedad le pararon y confinaron, fue un fuerte momento de inflexión en su vida. Fue en ese contexto de confinamiento donde se dio su encuentro con el Crucificado. Y dio comienzo a una nueva vida, una nueva mirada, unos valores nuevos.
¿Qué pueden aportar la espiritualidad y carisma franciscanos en esta crisis?
La espiritualidad franciscano-clariana va en esta línea de la solidaridad, todos somos hermanos, todo se comparte. Tiene un gran respeto por todo lo creado, se nos da para hacer de ello un buen uso, no para acumular. Ni exprimir, ni derrochar, mientras otros mueren de hambre o no tienen ni lo elemental.
Francisco y Clara redescubriendo al Jesús del Evangelio, les llevó a caer en la cuenta del Amor tan inmenso que nos tiene Dios, y se dedicaron, de por vida, a acercarse más y más a este Amor y, a acercar, este Amor a todas sus hermanas y hermanos, haciéndose menores y pobres, al estilo de Jesús.
Es una espiritualidad que lleva a la Paz. El compartir, el no acumular, el respeto mutuo, es un modo de estar en el mundo que favorece el crecimiento de la vida, ayuda a expandirse la naturaleza, dejándole crecer.
Es una espiritualidad que favorece la igualdad, la preocupación por los más desprotegidos, anima a vivir desde el cuidado de unos por los otros. A vivir desde dentro.
Es una espiritualidad que nos lanza a tenernos en cuenta y orar unos por otros muy desde el corazón. A profundizar en lo esencial y el sentido de la vida, pues que un virus nos haya mandado a todos a casa, es para que nos paremos y nos abramos a lo que es verdadero y básico en la vida.
Jose Mari Arregi,
Arantzazu argitaletxearen arduraduna
Zer moduz Arantzazuko komentuko etxealdi honetan? Zer aldatu da zuen egunerokotasunean?
Kanpoz kanpo eta astegunetarako ez da gehiegi aldatu, batez ere etxeko batzuentzat; bizimodu nahiko “erregularra” egin ohi dugu eta betiko otoitz aldiak, betiko jatorduak, betiko gelan bakoitzak bere lanak egiten...jarraitzen dugu… Detaile txiki batzuk ere bai, bata besteagandik metroa behintzat zaintzen dugu, komentutik ez gara ateratzen nahiz eta inor ez egon kanpoan, eskuak sarri sarri garbitzen ditugu, agintzen diguten bezala…
Baina, jai egun eta igandeetan erabat aldatu da. Zer esanik ez pasatu berria dugun aste santuan! Ondo preparatu eta ondo ospatzea gustatzen zaizkigun ospakizunak falta izan zaizkigu. Gure jendea falta zitzaigun, urtero urtero eta leialtasun handiz gurekin ospakizunetan egoten ziren haiek… Arantzazuko basilikako burnizko Txillidaren ate handi horiek itxita, “a cal y canto”, goitik behera, erabat, mutu… Hori izugarria da! Arantzazu jenderik gabe, futbol zelaietako jenderik gabeko partidak bezalatsu gertatzen da.. Ez da berdin.
Eta noski, gero asko aldatu dena gure konbertsazio mundua eta gure bakoitzaren bizipenak izan da: beti koronabirusari buruz, gure herrietako gaixoen, kutsatutakoen eta hildakoen kopuruak zenbatzen… Eta honek dakarren barruko zirrara eta nahigabea, pena, mina, galderak…. Hori bai eta asko aldatu dela..
Arantzazu erromesik gabe, nola bizi duzue hori? Eliza hutsik, ospakizunak nola?
Ba lehentxo esan dizudana. Arantzazu eta herria, herria eta Arantzazu betidaniko bikotea izan da eta orain hutsune hori sentitu izan dut, nik behintzat. Gurekin egon behar luken baten bat falta izanaren sentsazioa, hutsunea eta horregatik galderak, modu eta tankera askotako galderak. Gero zer izango da? Nola? Hau eta hura eta bestea non daude? Etorriko al dira gehiago?
Beraz, gure ospakizunak egin ditugu, bai, nola ez? Geure barne anaidiarekin, sinple sinple, ohiko solemnitate hura gabe, Segura irratiaren bidez gure igandetako meza eta aste santuko ospakizunak han emanez…
Frantziskotarren argitaletxearen arduraduna izanik, krisi honek eragina izan du?
Bai, noski, nola ez? Asko pentsatu gabe bi gogoeta datozkit burura. Bata, penazkoa. Lehendik ere erlijioso liburuen dendak nahiko krisi handian sartuta zeuden, gurea eta beste asko ere bai. Beraz, etxealdi honekin, eta jendeak etxetik ateratzerik ez daukan momentutik, ezin gure eskaintzak ezagutzera eman, gutxiago erosi eta irakurri. On-line daukaguntxoa hor dago eta batzuk irakurriko dute, baina ez da asko hor daukaguna.
Baina bestalde, poz handiz esan behar dizut ni neu oso gustura nagoela eta etxealdi hau ez dadila amaitu eskatuz, kasi. Aspalditxoan hainbeste ordu neure gelan sartuta pasatu gabe nengoan: bilera gora eta bilera behera, han, hemen eta edonon… Beraz, goizean jaiki eta gure anaidiko otoitz aldi eta ospakizunak burutzen direnean, goiz osoa niretzat, nire gelan sartu eta inongo eta inoren konpromisorik gabe lan egiteko, irakurtzeko, sakontzeko, itzulpenak egiteko.. ordu horiek primeran etorri zaizkit. Dagoeneko bi liburu frantziskotar oso interesgarriak gaztelaniara itzuli ditut, eta hau bukatzen denean, inprentara joango dira.
Eta baita datorren urteko, 2021ko Arantzazuko Amaren egutegia ere burutu dugu. Maiatzerako inprentan egon behar du eta egun hauetan eta oso denboraz urte osoa eginda dago. Egutegiak bere txikian eta apaltasunean lan asko ematen du: 365 egun bete behar dira eta hori ez da esanda egiten, hori landu egin behar da. Gainera datorren urtean 75. urtea izango da eta ilusio handiz egin dugu hori ere…
Krisi honen guztiaren erdian espiritualtasun eta karisma frantziskotarrak ba al dauka zer eskaini? Eta Arantzazuk?
Bai, nik uste baietz! Eta asko. Batetik krisi handi eta ezusteko honek geure barrura ekarri gaitu, geure gizakion galdera oinarrizkoenetara. Zer gara? Zertan ari gara? Nora goaz? Norekin goaz? Zer gizarte egin dugu? Nola joango gara? Eta hori ondo uztartzen da frantziskotar bideak bilatzen duenarekin. Izan ere frantziskotar izatea gizakion oinarrian dauden galderei erantzun bat izan nahi du. Jainkoa bat besterik ez dago, besteok bere irudira eginak, baina ez jainko egiteko, baizik duintasunez bere seme eta zerbitzariak garela aitortzeko eta denok anai-arreba, elkarri esku emanez elkarri laguntzeko eta zerbitzatzeko. Frantziskotarron “minoritateak”, azkenean, zentzu hori dauka: oso gutxirekin bizi daitekeela eta munduko “minorizatuekin” bizitzeak bere zentzua daukala eta zoriontsu egiten gaituela.
Era berean, frantziskotar karismaren muinean dago denok anai garenaren bizipena. “Zuek denok anai zarete” eta krisi honek berriz ere denok, zahar eta gazte, hango eta hemengo, gaixo eta osasuntsu, zuri edo beltz… denok elkartzeko eta anai arreba bezala bizitzeko aukera paregabea ematen digu”.
Bestalde, Arantzazu, aspaldi honetan “bila dabiltzanentzat gunea” da. Eta krisialdi honetan sortu diren eta oraindik ere sortuko diren galderei erantzuteko gune berezia, esango nuke. Azken azkenean, agian ahaztu xamartuta geneuzkan arazoei erantzuten berriz hasteko, gure ongi izate famatuarekin, gauza bat bakarra dela ezinbestekoa ahaztu dugu, Jainkoa eta bere Erreinua, eta honek beste aukera bat ematen digu eta azkenik, ongi izatearen bidetik, non gelditu dira gure anai arreba diren hainbeste eta hainbeste gizaki? Eta Arantzazuk bere historian zehar erakusten duena da, hemen inor ez dagoela sobrante, denok kabitzen garela eta guk baztertutako eta zokoratutako pobreenak, Jainkoaren kuttunenak direla beren duintasuna berreskuratuz.
Beraz bai frantziskotar karismak eta bai Arantzazuk krisi aldi honen ondoren berriz ere kanpoan eta bakarrik geldituko diren horiekin batez ere zer ikusi izugarria du.
Toño Pérez,
Responsable del comedor social San Antonio, en Irala, Bilbao
¿Cómo vive la comunidad de Irala este confinamiento?....
Sumida en un coctail de vivencias y sentimientos diversos: tranquilidad, preocupación, tristeza, rutina… El monotema (pandemia) siempre presente. Y todo esto, cada uno, a distinto nivel y variando con el paso del día.
La vida regular sigue su curso: oraciones, comidas… Pero se echa en falta el salir a la calle, la relación con nuestra gente cercana, la iglesia abierta, las celebraciones litúrgicas que estructuran nuestro día. Máxime durante la pasada Semana Santa y Pascua que las hemos vivido como en catacumbas.
Y tenemos que dar gracias a Dios de que nuestra casa es grande y cómoda, con buenos pasillos y huerta para movernos. Además tenemos detrás a gente que nos quiere y cuida haciéndonos recados…
Y como el tema va de salud hacer alusión a dos momentos en que se levantó una pequeña alarma:
- El ingreso del Hno. J. M. Arriaran (Txipri) en el Hospital de Basurto con anemia. Tras unas buenas “chuletas” de sangre volvió, como nuevo, a la semana (Aunque estuvo otra semana de “cuarentena” en casa).
- Y una de esas “gripes del momento” que he pasado yo, desde el día 13 de Marzo, con síntomas no muy fuertes…,pero todos: fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, falta de voz, gusto, olfato… Diagnóstico por teléfono y confinamiento en la habitación con paracetamol. Sensación de pesadilla y estar viviendo algo no real. Y mucho miedo por contagiar. El día 9 de Abril la prueba dió ya negativo.
¿Qué pasa con los sin techo?
Que si, de por sí, ya suelen estar en un limbo legal, ahora, ese limbo se ensancha. Confinados en casa ¿Qué casa? Lo suyo es la calle. Tampoco les dejan. Viven en cuadrilla. Ahora, a dos metros…
Con la llegada de la alarma se cerraron los comedores para comidas presenciales (se llevan la comida en bolsas, taper…), los centros de día, sus “centros de día” (bares, salas de juego, centros cívicos, plazas), los cursos de formación… El Ayuntamiento ha dispuesto cuatro polideportivos con camas, comidas…,para acogerlos y descongestionar los albergues. Pero muchos ya se han escapado o los han expulsado y pasan el día huyendo de la policía…Solos, sin saber qué hacer las 24 horas del día, nerviosos, buscando tabaco…(La falta de tabaco fue la mecha de los primeros motines en esos polideportivos).
En la puerta de nuestro comedor se les ve tristes, descentrados…,como pidiendo una explicación. Añoran el café de la mañana, las bromas, el sentarse con sus colegas… Y no llamar tanto la atención en la calle. En algún cartel de una de las campañas por estas personas se pedía:” Mírame. No soy invisible”. Ahora están molestos porque se les ve demasiado…
La pandemia ¿ha acentuado la fractura social?
Se comenta que desde la crisis del 2.007 se han aguadizado las desigualdades sociales (“Sociedad de dos velocidades”). Los ricos son más ricos y, cada vez, hay más pobres. Se habla de 12 millones de personas afectadas por algún síntoma de exclusión en el estado. Y entre 5/8 millones en exclusión severa. Ya ni tener un trabajo es garantía de integración.
Con esta pandemia llueve sobre mojado. No es fácil escudriñar el futuro. Ni a un mes vista. Pero la sensación es que vienen tiempos duros, recios. Se habla de un 20% de paro. De una deuda externa inimaginable. Y da la sensación de que hablan por hablar. De que nadie controla el momento. Y no digamos el futuro…
A pie de obra lo que se ve son montón de personas, familias… que se han quedado sin trabajo. Que este mes no han cobrado (¿Cuándo se cobran los ERTES?). Que necesitan alimento. Que llaman al comedor…
¿Y para nuestra gente? Más personas en la calle, recortes de presupuestos, de servicios…¿Trabajo? Ya antes era casi imposible… Y aquí mal. Pero en sus países peor. Por lo que seguirán jugándose la vida en el Mediterráneo…
¿Sociedad enferma? Seguro. El dios sigue siendo el dinero y no las personas. “Esta economía mata” dice el Papa Francisco. Genera exclusión. Y, encima, culpa de todo ello a los pobres.
¿Qué puede aportar la espiritualidad, el carisma franciscano en esta crisis?
- Luz, sentido, esperanza cierta… Se está hablando mucho de que después de esto nada va ser igual, nadie va a ser igual. El ídolo de nuestras vidas, de nuestra sociedad del bienestar, del crecimiento ilimitado…resultaba tener los pies de barro. Se ha caído con el “bichito”. Y todos nos hemos sentido tremendamente vulnerables. Y el miedo nos ha congelado el corazón.
Necesitamos como Francisco, tras el revolcón de Spoletto, luz, sentido…,levantar la mirada a Dios. Sentirlo como el “todo bien”, “sumo bien”…,” que ilumina las tinieblas de nuestro corazón”.
- Aceptación gozosa de la minoridad… Sentir…,lo que hemos sentido estos días. Que somos poca cosa, vulnerables. No super… no sé qué. Criaturas. Que todo lo recibimos de El. Y alabar “Loado”…
- Sentido de fraternidad. ¿Donde está tu hermano? Ver al otro como hermano. Y cambiar la cultura del descarte por la cultura de los cuidados. Cuidarnos unos a otros. Esta temporada todos hemos mendigado el abrazo que no nos podíamos dar.
- Verdadera alegría. La de saber que dios es “toda nuestra riqueza y satisfacción”.
Jose Angel Egiguren,
Bermeoko komentuko enfermeriako arduraduna
Bermeo probintziako enfermeria izanik, praile edadetu eta gaixo askoren etxe, nola bizi duzue koronabirusaren krisi hau?
Guztira 20 anaia gara. Momentuz ondo gaude. Guztien segurtasunerako neurri batzuk hartu ditugu: Anaidia bitan zatitu dugu. Gaixoak batetik, eta pastoraltzan gabiltzanok, bestetik. Talde bakoitzak bere dinamika daroa: Errezoak, jatorduak eta abar. Isabel eta langileak arduratzen dira gehienbat gaixoekin, eta geu, gure artean konpontzen gara.
Ondo betetzen ditugu eman zaizkigun neurriekin: eskuak garbitzearena, geure arteko tarteak zaintzea. Ondo gaude, ondo oraingoz.
Egoera honek eraman gaitu elkarri laguntzera, elkar animatzera, elkarrekin gehiago egotera, geure etxeko lanak partituta egitera, eta gure eguneroko otoitza, eukaristia, bazkal ondorengo tertuliatxoa patxarosoago, astiroago egitera.
Anaidia eta norberaren bizitzarako balio handiko esperientzia: Denbora pertsonalaren aukera: irakurtzeko, otoitz egiteko, geure gauzetarako. Esperientzia ona gertatu zaigu Ostegun, Ostiral eta Larunbateko Gaubela. Dena anaidi txikian bizi izan dugu. Gaixoak ere esperientzia bera bizi izan dute. Juan Miguel Pagola izan dute laguntzaile; animatzaile ezin hobea. Eskerrak bihotzez berari.
Aitortu behar momentu batzuetan beldurrak esna arazi nauela. Gaixotasunaren mehatxua bertan ikusi dut: jakinik gaitz honek egiten duen kaltea -batez ere edadetuen artean- handia dela.
Elkar zaintza ardatz duen komunitate batek nola bizi du garai hau?
Dudarik gabe, krisi honen ardatza, guretzat behintzat, elkar zaintzearena, laguntzearena da. Ustekabean denok bat batean harrapatu gaitu “pandemia” delako honek, batez ere gizarte honetako ahulenak, pobreenak: ezinduak, zaharrak, gaixoak.
Esperientzia honek gure bizitzako oinarrietara eraman gaitu. Esan dudan bezala, ez dut inoiz hain gertu izan, bizi eta sentitu heriotza. Anaia bakoitza zetorkidan gogora. Hori izan da gure helburu bakarra, nola zaindu gure artean, ahalik eta ondoen eta batez ere gure anaia zahar eta gaixoak. Horretarako jarri genituen martxan neurri guztiak: Batez ere garbitasuna.
Gure arduradun nagusia Isabel izan dugu. Benetan zaintzaile, gidari, ama. Gurekin bizi izan da gau eta egun denboraldi luze honetan. Sukaldaria, Txopi, beti bezala saiatu zaigu maitasun osoz bazkari goxoak prantatuz. Eta horrela beste langile guztiak. Parrokiko gure lagun, adiskide, gertu izan ditugu. Askotan deitzen ziguten nola geunden galdetuz.
Beti ondoan, prest izan ditugu Bermeoko anbulategiko osagile eta erizainak. Gertu baita ere Bermeoko alkatea: berari esker lortu ditugu laguntza batzuk: etxea, hiru aldiz, fumigatzearena. Bera bitarteko lortu ditugu langileak lanerako behar zituen maskarilak, guanteak, epiren bat edo beste eta abar.
Ezinak, inpotentziak, ahultasunak jo gaituenean ikusi dugu, ondo asko, fedeak duen indarra. Horregatik gure eguneko otoitzak, bazuen oihartzun berezia: Aita onaren eskuetan jartzeko aukera ezin hobea.
Gaixotasun honek gizartean dauden arrakalak agerian utzi ditu. Gizarte gaixo batean bizi gara?
Pandemia honek bistan jarri ditu gure ahultasunak: ez gara hain handiak, ahulak, exkaxak, baino. Leku guztietara iritsi da eta denak mendean jarri gaitu. Beldurra barru barruraino sartu zaigu. Non gelditu da gure handikeria, handiustea?
Txikiak garela ondo ikusi da, eta txikiak garelako, bata bestearen beharra dugu, derrigorrez. Bata bestearen beharra dugu nahi eta nahiez. Gauzak elkarri lagunduz egin daitezke, bakarrik.
Mundu honetako ondareak ez dira batzuenak, denonak baino. Gizarte hau denona denez denon artean konpondu, zaindu eta eraman behar. Mundu berri bat, gizarte barri egitea bai da gure asmo bakarra.
Krisi honen guztiaren erdian espiritualtasun eta karisma frantziskotarrak ba al dauka zer eskaini?
Gure Frantziskotar karismak badu bai zerbait inportantea esateko:
Txikiak garela, bata bestearen beharra daukagula derrigorrezkoa zaigu onartzea.
Frantziskok asmatu zuen, horretarako, baliabiderik ezin hobea: anaidia, anai artean anai izatea izatea. Hori bizi eta erakutsi zigun; Hori izan zen Frantziskok munduari emandako mezua: Bakea iragarri, zabaldu anai izanez.
Gaurkotasun handia Frantziskoren intuizio honek: anai izanez bizitzea.
Erregelan honela dio: “anaiek ez bezate izan botererik eta aginterik, eta are gutxiago beren artean. Hauen artean handien izan nahi duena izan bedi guztien zerbitzari eta morroi; eta beraien artean nagusiena egin bedi txikienaren pareko (1R5, 9). Denok anai garenez bata bestearen zerbitzuan bizi izan behar dugu.
Gaurkotasun ezin hobea Frantziskoren hitz hauek. Honek apurtu dezake eta bideratu gure handi izatearen eta besteak menperatzeko erabiltzen ditugun hainbat sistema ekonomiko, politiko, sozial, erlijioso. Ikuspuntu hau benetan iraultzailea, berria litzateke sistema egokiagoak eta zuzenagoak martxan ipintzeko. Gure egoerarako mezu esanguratsua eta iraultzailea benetan.
Frantzisko amets eder hau bizitzen saiatu zen anaia batzuekin: elkar maitatu; elkarren artean harrera goxoa erabiliz; bakoitza bere nortasunean onartuz; behar zenean elkar barkatuz; gauza gutxirekin biziaz.
Horrela zion Frantziskok; “Eta konfiantzaz ager biezaio batak besteari bere premia, behar duena aurki eta eman diezaion. Eta Jainkoaren graziak emandako baliabideekin, bakoitzak bere anaia maita eta har beza, amak bere haurra maitatzen eta hazten duen bezala. Ez dago hobeto eta garbiago esaterik. Badugu frantziskotarrok munduari egoera honetan esatekorik. Itxaropen hori gaur, egoera honetan, txertatuko bagenu! Frantziskoren hitzak eta bizitza bizitzea da gure proposamena.
“Jaunak dioen bezala -esaten digu Frantziskok-, ez bitez egon besteren bekaturik txikienei begira, baizik eta hausnar bitzate berenak barruko saminaren saminez”. Eta anaia izate horrek bakea dakar gure ingurura: “Ez dezatela anaiek sesiorik eta hika mikarik izan, baizik eta Jainko harengatik, gizaki guztien mendeko izan daitezela eta kristau garela aitortu”. (1R 16, 6). “Eta poz hartu behar dute, jende baxu eta mespretxatuarekin, behartsu, ahul, gaixo, legendun eta bide bazterretako eskaleekin batera bizi izateaz” (1 R 9, 2).
Frantziskok hori bizitzea eskaintzen digu gaurko egoera hortik berritu daitekeelako: berdintasuna landuz, pertsonen duintasuna errespetatuz, dauden zatitze handiak konponduz elkarrizketaren bidez.
Beraz, Frantziskoren ikuspegiak badu gaurkotasunik egoera honi aurre egiteko.
Mikel Hernansanz
Trabajador social de Cáritas de Valladolid
Como trabajador de Cáritas, cómo ha influido el coronavirus en el día a día. ¿Han aumentado las necesidades, los recursos, la solidaridad de la gente?
Desde que se decretó el estado de Alarma los teléfonos de Cáritas no han dejado de sonar. Afortunadamente, un poco antes del confinamiento, pudimos habilitar en el Seminario de Valladolid una zona donde acoger a un amplio grupo de personas sin hogar y pudimos conectar con farmacias y centros comerciales para que Cáritas nos hiciéramos cargo del pago de las necesidades de las familias que les vamos derivando.
Con el paso de los días va cambiando el perfil de las personas que nos llaman. Empiezan a llegar quienes nunca antes habían acudido a Cáritas ni hubieran pensado hacerlo. Trabajadores que, si bien se movían en situaciones de precariedad laboral, ahora directamente se ven sin recursos. Las demandas van desde la ayuda de alimentos más básica al pago de alquileres y suministros a los que no se puede hacer frente, sin contar con la deuda que en muchos casos comienza a acumularse preocupantemente. Y, junto a las necesidades materiales, están apareciendo otras necesidades: de vinculación, de sentido, de seguridad, de escucha…
Las desigualdades sociales y la falta de equidad han quedado otra vez en evidencia. ¿La sociedad estaba ya enferma antes de la pandemia?
La sociedad ya estaba tocada. Hace unos meses Cáritas sacó su informe FOESSA en el que alertaba del riesgo de una “sociedad desvinculada” en la que las personas y los grupos sociales corríamos el riesgo de desentendernos de aquello que fuera más allá de nuestras circunstancias personales o colectivas. Perdiendo el sentido de lo común. Y cuando “lo común” se des-cuida en función de otros intereses macroeconómicos ocurre que, al primer soplo, el frágil equilibrio social se viene abajo. Y esto no ha sido “un soplo” sino un tsunami. Lo que el estudio llamaba la “sociedad insegura” (esa franja entre la sociedad integrada y la de exclusión) está siendo particularmente golpeada por esta situación. Las personas en situación de vulnerabilidad social (empleo precario, vivienda insegura, ingresos limitados, problemas asociados de salud, negocios familiares con poco margen…) ya corren el riesgo de precipitarse en la temida franja de la exclusión.
¿Cómo afecta el confinamiento en el día a día de vuestra comunidad?
En realidad, esta situación nos ha pillado a varios hermanos de la fraternidad en lugares distintos. Uno de ellos marchó a Cuba en enero a echar una mano allí, cuando ni podíamos pensar en lo que se nos venía encima. Allí le ha pillado a él, sin la posibilidad de volver. Con él nos comunicamos con la dificultad que tiene hacerlo en las circunstancias de este país. Y otro hermano también está fuera atendiendo a las comunidades. Aquí quedamos dos hermanos. Y nuestra dinámica es muy sencilla. Vivimos en un piso. Seguimos levantándonos pronto para rezar, ése tiempo que nos abre a su Presencia. Y a partir de ahí cada uno en su cuarto. Él preparando sus trabajos, yo respondiendo a las llamadas de Cáritas. Cada semana uno hace las compras y la comida. Después de los aplausos, un poco de ejercicio y al final del día una oración en la que poner toda la realidad, la nuestra y la del mundo, en Sus manos.
¿Que pueden aportar la espiritualidad y carisma franciscanos en esta crisis?
Ojalá una triple mirada: una mirada cargada de humanidad, de fraternidad y de transcendencia. Porque a veces lo espontaneo, cuando nos sentimos “acorralados”, en las crisis, es que brote lo contrario: reacciones duras y de rivalidad, abismos entre nosotros y olvido de que somos criaturas y no dioses. Y, si miro a Francisco de Asís, la confianza en que toda la realidad –incluso ésta, precisamente ésta- sigue extrañamente envuelta en el cuidado de Dios. Y de ahí la llamada a promover también nosotros esa necesaria sociedad de los cuidados.
Patxi Bergara,
Confinado, casualmente en Liébana
¿Por qué estás en Liébana? ¿Qué es Liébana?
Esta pregunta puede tener diferentes respuestas. La primera y más inmediata es que aquí vine a primeros de marzo a ayudar a la fraternidad porque un hermano tenía un ingreso hospitalario y aquí estoy por ello. Pero tengo que decirte que en Liébana estoy por algo más. Me siento en conexión profunda con este lugar y este servicio pastoral que sobre todo es acogida al que llega movido por muy variadas y diferentes motivaciones. El centro es la reliquia de la cruz; la cruz…, la Pascua. ¿Cómo vivir esa parte de dolor, soledad y en algunas ocasiones incluso tragedia que nos da la vida… en clave creyente? ¿Cómo vivir el seguimiento a Jesús de Nazaret cuando vienen mal dadas? Porque vivir lo que a cada uno nos toca vivir en el momento en que estemos y vivirlo esto confiadamente, amadoramente… vivirlo a la manera como Jesús lo vivió en la cruz es vivir de manera pascual. Y esto es la clave de la vida, la clave de la libertad y la clave de la alegría.
Santo Toribio es lugar de amores; el de este Dios manifestado en Jesús y entregado por mí en la cruz; es Evangelio de la cruz y es espiritualidad. Además de todo ello Sto Toribio es arte y cultura, la que aquí se fraguó desde su fundación en el siglo VI; Sto Toribio es naturaleza en las faldas del monte Viorna frente al macizo central de los Picos de Europa …
¿Cómo se vive el confinamiento fuera de casa?
Bueno pues para empezar decirte que no me siento fuera de casa. Si bien es verdad que mi fraternidad de referencia está en Vitoria, en Santo Toribio me siento en casa porque hay unos hermanos que me acogen y me prestan el siempre inmerecido regalo de la acogida.
¿Qué ambiente se respira estando todo tan vacío, en mitad del confinamiento?
Me preguntas por el ambiente que se respira?...Pues supongo que tiene en común a otros sitios el contraste que de inmediato nos viene a todos cuando hace unas semanas esto se llenaba de gente que peregrinaba o simplemente nos visitaba, con el ruido y el colorido propio del encuentro y ahora el silencio que lo inunda todo. Liébana, si se me permite, también ahora tiene su propia particularidad y es que a manera de profecía la naturaleza irresistiblemente se abre a la vida, y el bosque se tiñe de numerosos y diferentes verdes rompiendo lo monocromático del pardo invernal y de las nieves en las cumbres; en medio de todo la vida crece y se expande.
Y en este silencio que lo impregna todo, tiene su momento particular cuando a las doce de cada mediodía, se acompaña con el toque de las campanas del convento, el canto del Regina Caeli y el inicio de la Eucaristía de la fraternidad, haciendo de este momento y de esta circunstancia oración; entrega y acción de gracias por que también ahora es Pascua, eso único que le ha acontecido a Jesús y que nosotros vivimos como búsqueda en nuestras vidas.
Silencio…, la vida que florece…, oración y junto a todo ello la vida en la fraternidad que ahora se vive con más tiempo, de manera más sosegada dándole tiempos más amplios, para el encuentro entre los hermanos, para realizar ese pequeño trabajo que quedó desde hace tiempo aparcado… para el detalle o la lectura sosegada.
Quizás se impone ahora otra peregrinación, la más larga la que va al corazón; la que va al encuentro con uno mismo; la que va al encuentro con el Otro y con los otros. La clave siempre es la relación: con uno mismo, con el Otro y los otros. La clave es abrazar el momento.
¿Qué pueden aportar la espiritualidad y el carisma franciscano?
Tenemos necesidad de dejar que el tiempo lo ponga todo en su lugar. En estos días que están siendo duros; días de convivencias forzadas para muchos y de encuentros entre sí para otros, días de dolor sangrante por decesos sin despedidas, días de austeridad, días de tensiones no buscadas, días de miedos e incertidumbres, de sentirnos tremendamente vulnerables… Ahora, como que se han podido re¬mover muchas cosas. ¿Qué quedará dentro de unas semanas, de unos meses? ¿Qué posos dejará esta experiencia? ¿Qué me ha dicho de mí mismo, de los otros, de la vida y del Evangelio lo vivido en estos tiempos de confinamiento?
San Francisco en esta situación nos vuelve a lo fundamental: a la pobreza del corazón y a la fidelidad del Señor como los caminos seguros y ciertos para vivir los tiempos “de sol, de nublado y de todo tiempo”.
San Francisco nos recuerda que nuestro camino es el de Cristo pobre y crucificado y lo que Cristo vivió en la cruz; confianza y abandono en el Padre Dios vivido en el ahora, hasta no quedar más interés y expectativa que el Padre; Jesús nos habla de un Dios que es amor y lo que salva la vida es el amor; y el amor se hace entrega generosa y pobre; Jesús desde la cruz nos habla de la libertad de la fidelidad a un amor único; que la vida la cargamos de sentido cuando somos fieles a ese amor único; Jesús desde la cruz nos vuelve al misterio de Dios. El Dios que no se puede dominar, con el que no se puede comercializar, ni manejar. El Dios que no se reduce a nuestras experiencias de Dios.
En estos tiempos hemos visto con dolor cómo algunos creyentes de esta Iglesia nuestra salen a la palestra a decir que esto del coronavirus es un castigo divino. Y me pregunto, ¿qué ven cuando miran en la cruz a quien murió por amor y se negó a responder al mal con mal?... Hay que volver la mirada a la cruz y a lo que en ella ocurre y esto es lo franciscano y esto es sacramento en Santo Toribio de Liébana.