Iñigo Odriozola, TAUfundazioa
La crisis sanitaria, social y económica generada por el coronavirus no es ajena al trabajo de TAU y su Solidaridad con realidades y pueblos que sufren injusticias y exclusión. Sin duda, son momentos para la Solidaridad con nuestra sociedad más cercana, especialmente con los colectivos y personas más vulnerables como mujeres que sufren violencia, personas mayores que viven solas o personas sin hogar. También para reconocer y valorar el trabajo de los colectivos dedicados a la salud, la alimentación, los cuidados y la limpieza que ponen la vida en el centro.
Pero, siendo sensibles y corresponsables con las graves consecuencias sociales y económicas que genera esta situación en nuestra sociedad, no podemos dejar de pensar que la pandemia a medida que se extiende a otras regiones y pueblos más empobrecidos, puede tener unos efectos más dramáticos que los que ya estamos viviendo en Europa.
En este contexto de tantas urgencias y tareas, desde TAU como ONG para el Desarrollo queremos compartir algunas pequeñas reflexiones, muchas de ellas provenientes del sector de la Cooperación al que pertenecemos.
En primer lugar creemos que esta pandemia mundial nos enfrenta a una situación totalmente desconocida que no atiende a fronteras o muros. Es una crisis que a las personas y sociedades con mayor bienestar, nos acerca, en cierta manera, a la vulnerabilidad y la fragilidad que viven habitualmente millones de personas en todo el mundo.
En esta línea, la crisis sanitaria actual no puede borrar lo que hasta ayer ocurría de injusto en el mundo. A la conculcación grave y reiterada de Derechos Humanos en muchas sociedades, se suma una crisis sanitaria que si cabe agravará dicha situación generando más desigualdad y precariedad en las personas y pueblos más vulnerables. Ante esta situación, la Solidaridad y la redistribución de la riqueza a nivel local pero también globalmente es vital para no dejar a nadie atrás y que todas las personas y en todas las sociedades podamos vivir vidas que sean merecidas ser vividas.
Esta crisis también consolida la necesidad de reforzar las políticas públicas desde un enfoque de Derechos Humanos que permitan construir un sistema social y económico justo, sostenible y resiliente. En el contexto actual reivindicamos el derecho a la salud. La globalidad de la pandemia manifiesta la necesidad de fortalecer sistemas de salud pública fuertes, que puedan resistir amenazas masivas movilizando todos los recursos a su alcance para asegurar la Cobertura Sanitaria Universal y proteger al personal sanitario expuesto al virus.
La interdependencia es otro aspecto importante para la reflexión durante estos días. Es necesario reforzar por ello, el lema “Piensa globalmente, actúa localmente”. A problemas globales debemos encontrar y consensuar soluciones globales pero desde la transformación personal y colectiva de cada comunidad local aportando siempre al bien común. Para ello, es necesario que los diversos programas educativos formales y no formales así como los modelos de gobernanza existentes apuesten por lograr una ciudadanía global, corresponsable con los retos y problemáticas que nos afectan a todas las sociedades.
Además, en esta descripción desordenada de reflexiones vinculadas a la crisis actual, no puede faltar la mención a la dimensión de los cuidados. Tal y como menciona la Coordinadora de ONGD de Euskadi en su posicionamiento sobre el COVID-19, es necesario poner en valor el trabajo de cuidados, “…Esta crisis pone de manifiesto la necesidad urgente de promover el empoderamiento de las personas proveedoras y de las receptoras del cuidado, tomando conciencia del papel feminizado de este trabajo invisibilizado e imprescindible para el funcionamiento de las restantes dimensiones económicas…”
Por otra parte, esta crisis sanitaria provocada por un pequeño virus nos hace conscientes de nuestra eco-dependencia. La dimensión de los cuidados debe extenderse al cuidado de la naturaleza de forma que tengamos una relación armoniosa y equilibrada con el planeta y resto de los seres vivos, y es que, los seres humanos no somos dueños de la tierra.
Precisamente la dimensión de los cuidados está más a flor de piel estos días de experiencia personal-familiar de fragilidad y confinamiento que trastocan nuestra escala de valores y experiencias vitales. Lo que hasta hace poco parecía urgente y necesario quizás ya no lo es tanto, la vida y el tiempo cobran otro significado. Veremos cómo iremos reaccionando con la vuelta a la “normalidad” pero intuimos que es necesario volver a lo esencial, ser más humildes y austeros, aprender a vivir mejor con menos, sabiendo distinguir lo importante de lo superfluo, apostando en definitiva por la sostenibilidad de la vida y la naturaleza.
Desde TAU, a medida que vamos aportando e interiorizando todas estas reflexiones, continuamos, no sin dificultades, nuestro trabajo para cooperar en el Desarrollo de algunas comunidades y regiones del planeta que también se han visto afectadas por la crisis del COVID-19.
En Bolivia, por ejemplo, nuestra aliada la Fundación San Lucas desarrolla su labor en el municipio de Cochabamba y a pesar del confinamiento decretado por el gobierno, como organización dedicada a la salud de las familias más vulnerables, continúa trabajando, también en los dos proyectos que está ejecutando gracias a la cooperación de TAU. Pero, tal y como nos manifiesta Mayte, la directora de esta organización, su preocupación es muy grande, “es muy difícil hablar de prevención contra el COVID-19, cuando en los barrios donde trabajamos son asentamientos informales donde no hay agua ni saneamiento en las casas, la higiene es muy precaria y las familias viven al día”. Desde San Lucas han podido lograr recursos para poner en marcha un pequeño proyecto de prevención que les da la posibilidad de informar a las familias sobre las medidas de protección así como aprovisionarlas con bidones para recoger agua; detergentes, mascarillas y canastas básicas de comida para una duración de dos semanas.
En Sucre, el Instituto Politécnico Tomás Katari (IPTK) gestiona el Hospital popular George Duez. Sucre, no tiene la suficiente capacidad hospitalaria para hacer frente a la actual emergencia sanitaria y han decidido implementar un servicio básico de atención a personas infectadas por el COVID-19. Desde TAU, vamos a responder a esta demanda con la aportación de 45.000€ de fondos propios (provenientes principalmente de socios/as y la Provincia de Arantzazu) que inicialmente iban a destinarse a otro proyecto del Hospital y dada la emergencia se podrán destinar finalmente a la preparación del Hospital frente a la pandemia del COVID-19.
Son pequeños ejemplos, pero muestran el deber ético que como sociedades tenemos para no dejar atrás a las personas y pueblos más vulnerables tanto aquí como allí. Hoy recibimos el abrazo y afecto de las organizaciones bolivianas o salvadoreñas con las que trabajamos que sienten nuestro dolor como propio, entienden nuestra situación y nos agradecen más que nunca que sigamos a su lado, tratando de caminar conjuntamente en las sendas de la justicia social. Si la pandemia es global creemos, con más fuerza que nunca, que la solidaridad debe seguir siendo global. Es por lo que apostamos las ONGD y seguiremos trabajando en ello.
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