En 2005, una pequeña comunidad de religiosas Cistercienses del Monasterio de Nuestra Señora de Valserena, Italia, se estableció en Siria, en una aldea maronita donde fundaron el Monasterio de Nuestra Señora Fuente de Paz.
Pocos años después de la llegada estalló la guerra, aunque esto no hizo desistir a las religiosas en su propósito de dar su testimonio en un país de minoría cristiana. Desde Azeir, la Hermana Marta Fagnani, Superiora del Monasterio nos relata su experiencia.
¿Cómo y cuándo nace esta iniciativa misionera a Siria?
Todo nació después del martirio de nuestros hermanos en Tibhirine (Argelia) el año 1996. Entonces, nuestra comunidad de Valserena en Italia, se preguntó si no había una llamada de Dios para continuar con este testimonio, y así nació esta fundación. En 2005 partimos 4 hermanas con destino a Alepo. Al principio vivimos en un apartamento durante cinco años y medio y, poco a poco, buscamos este terreno entre Tartus y Homs; un lugar muy sencillo, un pequeño pueblo, entre cristianos y musulmanes.
Nos trasladamos aquí en el 2010 y en el verano comenzó la guerra. Todavía el monasterio no está acabado. A la experiencia de encontrar a los hermanos musulmanes, se ha añadido el redescubrir la rica tradición monástica de las iglesias orientales, raíz de la fe cristiana y trasmisoras de la fe a nuestros países de occidente.
Numéricamente ustedes son una pequeña comunidad...
Sí, apenas somos seis hermanas. No es fácil pedir que vengan aquí en esta situación. Tuvimos algunas chicas que se han interesado por nuestra vida en este tiempo, pero no es fácil porque nos quedamos bastante aisladas por la guerra y nuestra espiritualidad monástica no es conocida. Aquí la idea de una consagración religiosa va unido a la idea de servicio, de actividad pastoral, de servicio eclesial a los pobres, por lo que el descubrimiento de una consagración monástica como algo que hoy puede dar sentido, gusto, vida y belleza a la vida es algo que tenemos que ayudar a que conozcan. Nuestra casa de huéspedes está cada día más solicitada así que, poco a poco, esperamos hacer vivir esta experiencia monástica a tantas personas como sea posible.
Viven en medio de un pueblo que sufre las consecuencias de una larga guerra ¿Cuáles son los sufrimientos que el pueblo sirio enfrenta hoy y cómo apoyan ustedes a la población?
La gente sufre mucho por las consecuencias de esta guerra con momentos muy difíciles. En este momento, lo que pesa son las consecuencias de estos diez años de guerra: la destrucción de estructuras, la falta de trabajo, el éxodo de muchos sirios. Y también la situación internacional; el hecho de que Siria está en el centro de realidades geopolíticas mucho más complejas que el conflicto local, animado y creado desde fuera de Siria, si bien apoyándose en situaciones de descontento internas. Hoy, una de las cosas que más pesa es la aplicación de sanciones internacionales que no afectan a los poderosos sino a la población; falta de medicamentos, de materias primas, de comercio...
Estamos asombradas por la capacidad de soportar, la capacidad de reacción y la fuerza de vida que hemos vemos en el pueblo sirio. Por supuesto, no sé hasta cuándo, porque en este momento es casi más difícil que en los años del conflicto bélico cuando existía la esperanza de que un día terminaría. La situación de estos dos últimos años ha traído falta de esperanza; es cada vez más difícil para nuestros jóvenes esperar, porque no se ve posibilidad de trabajo, de vida segura y digna.
Lo que más impresiona es el esfuerzo de los jóvenes por mantener esperanza en el futuro…
Nuestra cercanía al pueblo es, sobre todo, una cercanía desde nuestra vocación. Hemos estado aquí con la gente, y éste ha sido nuestro primer testimonio; continuar con nuestra vida diaria de oración y trabajo. Así decíamos; ¡hay esperanza!
Hemos hecho todo lo que hemos podido por apoyar a estudiantes, enfermos, familias sin recursos, gracias a la ayuda que nos llegó de Europa y de amigos. Aun no siendo una iniciativa caritativa organizada, porque no es nuestra misión, donde pudimos también tratamos de organizar el trabajo, porque ésta es una de las cosas más dignas para la gente. Hay una cooperativa muy pequeña de mujeres en la que hacemos artesanías, tratamos de venderlas aquí pero sobre todo en el extranjero y la construcción del monasterio ha sido fuente de trabajo para muchos de nuestros vecinos.
¿Cómo viven la “fraternidad” con los musulmanes?
La fraternidad aquí entre cristianos y musulmanes es lo natural. Nosotras hemos encontrado esta coexistencia y no sólo respeto mutuo. Nosotros vivimos juntos en un respeto que nace sobre todo del hecho de vivir la vida frente a Dios, sentimos a Dios presente en la vida. Esto nos permite estar juntos, vivir juntos, una actitud que recibimos de Dios y a Dios devolvemos.
En estos años de guerra se ha fomentado la división en nombre de la religión y esto ha traído consecuencias, pero en la raíz, el pueblo sirio es un pueblo acostumbrado a vivir con diferentes religiones, etnias, culturas con gran apertura y naturalidad.
¿Qué podemos aprender de este país que sufre, además de la guerra, la pandemia que nos aflige a todos?
Diría que hemos de vivir la misión siendo ante todo misioneros de nosotros mismos. No está en contradicción con la iglesia “en salida” hacia los últimos, pero la primera misión es la misión hacia nosotros mismos. No podemos llevar nada, no podemos salir, si no hemos ido primero hacia nosotros, hacia lo más profundo de nosotros mismos, donde podemos encontrar la presencia de Dios, la presencia de Cristo que nos salva del miedo, de la muerte, de las dudas, de la incertidumbre. No es un camino fácil, pero si encontramos la presencia de Cristo en nosotros mismos, entonces sí nos convertimos en misioneros de lo que es verdaderamente importante: de una vida de amor, de un bien que está fundado en el amor que Dios tiene por nosotros en Cristo, a través de la gracia del Espíritu Santo.
En este tiempo de pandemia entender lo que Dios nos está diciendo es un “desafío también para la misión de la Iglesia”, dice el Papa en su Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2020. ¿Cuál es su desafío?
El desafío es el mismo de siempre: dar un sentido profundo a la existencia, a la vida cotidiana; un sentido de Dios y no sólo de fatalidad. Un sentido para comprender el don que se nos da cada día a pesar de las dificultades, a pesar de los sufrimientos que forman parte de la vida. Y esto nos enseña la gente aquí; nos asombra cómo viven la vida y la muerte como recibidas de Dios.
El Papa habla del sacrificio de la Cruz, es allí que se cumple la misión de Jesús y ahí está el desafío, el corazón del anuncio, de la misión. La misión es proclamar el Evangelio y el Evangelio es la proclamación de la muerte y Resurrección del Señor. ¡Esto es evangelización, esta es nuestra misión!
La situación creada por el virus puede abrirnos los ojos de no estar fundamentados en la esperanza real de que la muerte ha sido vencida para siempre. Abrir los ojos ante este miedo que invade nuestros corazones. Esta situación ha de hacernos testigos de la victoria de Cristo sobre la muerte.
Fuente: Cfr. VATICAN NEWS, Octubre 2020
En Bolivia, en el municipio de Colquechaca (Departamento de Potosí) viven 239 comunidades indígenas campesinas de forma dispersa en un contexto topográfico accidentado entre los 2.200 y los 4.800 m.s.n.m. La densidad de población es de tan solo 19 habitantes por km2. Muy pocas son las superficies aptas para el pastoreo y la agricultura. Las condiciones de vida son complicadas y la pobreza es elevada.
Además, durante los últimos años, el cambio climático global se está manifestando en esta zona a través de una mayor frecuencia de fenómenos adversos como heladas, granizadas y sequías prolongas, que afectan gravemente a las cosechas. La presencia creciente de lluvias torrenciales y granizadas unidas a las fuertes pendientes ha ido produciendo una progresiva erosión y degradación de los suelos. La presión y competencia sobre los recursos de suelo y agua en la zona van en aumento lo que afecta al desarrollo y bienestar de las comunidades mencionadas. La carga de trabajo sobre las mujeres aumenta y en un contexto de escasez de alimentos y de marcada cultura patriarcal se prioriza la alimentación de los hombres.
En el municipio de Colquechaca las emisiones de Co2 son mínimas en comparación con muchos municipios del Norte industrializado, sin embargo los impactos del calentamiento global no distinguen fronteras. No cabe duda de que éste es un problema global, pero que no afecta a todas las regiones del mundo por igual. Las personas, familias y pueblos que habitan en el medio rural son las que más dependen de los ecosistemas y son las más vulnerables a los desastres naturales. Existe por lo tanto una estrecha relación entre el medio ambiente y la pobreza. Cuidar la naturaleza significa también luchar contra la pobreza.
Desde las ONG de Desarrollo venimos reivindicando precisamente desde hace años un modelo de desarrollo que tenga en cuenta la sostenibilidad ambiental. Por ello, y en el contexto de la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, seis ONGD de Euskadi (Zabalketa, IC-LI, Unesco Etxea, Mundukide y TAU Fundazioa) decidimos formar en febrero de 2018, la “Red por la sostenibilidad ambiental en lucha contra la Pobreza” asumiendo como objetivo nada más y nada menos que, la promoción en la sociedad de una conciencia crítica que lleve a una acción práctica comprometida en situar la sostenibilidad ambiental con enfoque de género, como un requisito imprescindible para la adecuada construcción del desarrollo humano en el Norte y en el Sur. Desde el 2018, esta Red se ha ido ampliando con la incorporación de tres nuevas organizaciones locales; Egoaizia, Etiopía Utopía y Behar Bidasoa. Pronto se incorporarán también tres ONG del Sur, las bolivianas IPTK e ICO y CIPCA de Perú.
En esta red, compartimos conocimientos y aprendizajes de buenas prácticas relacionadas con la gestión sostenible del medio ambiente. Fortalecemos por lo tanto, nuestras capacidades como actores de Cooperación para la incorporación de la sostenibilidad ambiental desde el enfoque de derechos en los procesos de desarrollo de comunidades empobrecidas con las que trabajamos, similares a las comunidades quechuas mencionadas anteriormente.
Además de este trabajo de fortalecimiento interno, desde la Red consideramos vital la promoción de una conciencia crítica en nuestra sociedad más cercana. De hecho, si bien la situación medioambiental en los países empobrecidos requiere cambios importantes en los modelos de producción y gestión de los recursos, medidas de prevención, en los hábitos de la población etc., en nuestro entorno cercano son necesarias medidas de protección de los ecosistemas, impulso de la transición energética o de la economía circular. De hecho, muchas de estas medidas en favor de la sostenibilidad empiezan por pequeños cambios en nuestro comportamiento del día a día (consumo responsable, alimentación, gestión de residuos, movilidad, etc.).
Desde la Red, somos además conscientes de la falta de una formación de calidad con enfoque de derechos para el alumnado de estudios superiores, de Formación Profesional y Universidad de nuestro entorno. Es importante que los futuros profesionales conozcan la realidad y sean conscientes del impacto que tiene cualquier intervención, no sólo desde la parte técnica, si no también desde el ámbito medioambiental, social y económico. Son titulaciones que tradicionalmente han estado más alejadas, o que han dedicado poco esfuerzo a entender e incorporar el enfoque de Derechos Humanos dentro del currículo. Por ello, la Red viene desarrollando desde el 2018, un proyecto educativo con siete centros de FP y universitarios en Gipuzkoa con financiación de la Diputación Foral.
Se han elaborado materiales educativos sobre siete experiencias de gestión ambiental de las ONGD de la Red en su trabajo con comunidades empobrecidas de países como Bolivia, Mozambique, Congo, Etiopía o Perú. Utilizando la metodología de “estudio de caso” el alumnado implicado además de la toma de conciencia y formación en Desarrollo sostenible, enfoque de derechos o formulación de proyectos, ha podido aportar desde sus conocimientos técnicos, soluciones prácticas a problemáticas reales a las que nos enfrentamos las ONGD en dichos países pudiendo contrastralas con los proyectos reales ejecutados. Es una metodología interesante para entender la integralidad y complejidad de los proyectos, de tal manera que se dé igual importancia a los aspectos técnicos y a los sociales, culturales y ambientales.
Por ejemplo, el alumnado de Ingeniería civil de la Politécnica de la UPV, ha desarrollado durante los dos últimos cursos en su asignatura de “abastecimiento de aguas” un estudio de caso sobre una experiencia real de la ONGD IC-LI para garantizar el acceso de agua para consumo humano y riego en Wucro (Etiopía). Este estudio de caso, ha permitido que el alumnado de ingeniería pueda contrastar y aplicar sus conocimientos técnicos ante una problemática real de un país empobrecido con graves problemas de abastecimiento de agua potable. La experiencia está siendo tan positiva que el profesorado ha decidido utilizar este caso de estudio como eje temático sobre el que se desarrolle la mencionada asignatura. Todo este trabajo también requiere una formación previa y planificación conjunta con el profesorado que permite ampliar dicha toma de conciencia crítica y sensibilización a los responsables educativos de dichos centros.
La experiencia nos dice que fuera de los espacios más especializados vinculados al trabajo del sector de la cooperación, todavía hoy se conoce poco y a veces mal el trabajo riguroso y profesional que se hace desde las ONGD y desde las políticas públicas que existen en materia de cooperación. Por ello, desde la Red creemos que la presente propuesta educativa es una buena herramienta para acercar y explicar de forma práctica y didáctica toda esta labor, tanto en la universidad, en los centros de FP, pero también en los medios de comunicación, y a la ciudadanía en general. Y es que además del trabajo educativo, desde la red se están impulsando actividades conjuntas de sensibilización hacia la ciudadanía como exposiciones, mesas redondas o charlas que buscan extender esa conciencia crítica. Más si cabe en este contexto de pandemia global que nos reafirma la urgencia de lograr una relación armoniosa y equilibrada con el planeta y resto de los seres vivos.
Más información de la Red:
https://www.facebook.com/RedSostAmbientalGipuzkoa/
Se acerca la Navidad, en la que la comunidad cristiana conmemora y celebra la llegada de Cristo al mundo. Es innegable que esta época trae consigo en muchos casos reencuentros esperados, reconciliación, renovación de buenos propósitos y potenciación de la solidaridad. Sin embargo, conocemos más de una persona a la que no le gusta la Navidad y que expresan incluso alivio cuando éstas finalizan. Muchas de estas se quejan abiertamente de las reuniones familiares y encuentros a los que tiene que acudir, del buenísmo forzado que hay que mostrar, la felicidad permanente que hay que exhibir. También las hay quien sufre al recordar que existe una silla vacía del ser querido que ha fallecido y otras que no pueden “disfrutar” de la Navidad porque están enfermas o viven en soledad.
Este año, serán a todas luces unas celebraciones extrañas, diferentes. Uno de los cambios más notables, es que no vamos a poder juntarnos tantas personas a la mesa en los días señalados. Pero, ¿Repercutirá también de alguna forma la pandemia actual en el aspecto mercantilista y consumista de la Navidad? Y es que no podemos negar que con el tiempo, la Navidad se ha ido desvirtuando y se ha convertido en otro evento que el sistema capitalista que nos domina ha hecho suyo, dando protagonismo absoluto al consumo excesivo e irresponsable.
Pasa en diciembre en Navidad, pero también en la celebración del amor y la amistad en febrero, el día del padre en marzo, el de la madre en mayo. Lo material se convierte así en el símbolo del amor verdadero, en la única manera de demostrarlo y ejercerlo. Y de por medio, por si nos aburríamos sin ir de compras, tenemos las rebajas de enero, las de cambio de temporada, la equipación para las vacaciones de verano, la vuelta al cole en septiembre, el Black Friday y el Cyber Monday en noviembre. Lo material, como motor del sistema económico, se vende y se convierte en la píldora por la que alcanzar la felicidad. Pero los efectos de la felicidad material duran tan poco que nos empujan a lanzarnos enseguida a por el siguiente artículo, se genera un círculo vicioso para responder a necesidades superfluas a través de un consumo que anestesia momentáneamente nuestra vida de insatisfacción. Nadie pone en duda que bienes y servicios son fundamentales para la vida pero la cuestión apunta más hacia los niveles de tal necesidad y preguntarnos por lo que verdaderamente nos hace felices.
Este consumo excesivo y sin sentido, se ha convertido en la base de múltiples problemas, especialmente aquellos de raíz medioambiental: deforestación, contaminación, sobreexplotación de recursos naturales, con su consecuente pérdida de hábitats y biodiversidad, calentamiento, desertificación o desaparición de fuentes hídricas. Si todas las sociedades consumieran como la nuestra, harían falta los recursos de tres o cuatro planetas tierra.
En Navidad, en concreto, tenemos un exceso de consumo ligado a los regalos; juguetes para los niños y niñas y diversos artículos para las personas adultas que aprovechamos para darnos un baño falsamente satisfactorio de compras que calmen nuestra ansiedad. Exceso de compras que son además adquiridas sin movernos de casa, a través del modelo “Amazon” en auge y con un fuerte impacto negativo en la economía local y el medio ambiente. Respecto al efecto de la concentración excesiva de regalos en niños y niñas, y según fuentes de psicología, produce sobre estimulación, pérdida de ilusión, bajo nivel de tolerancia a la frustración, limitación de la fantasía y el desarrollo de antivalores como consumismo (el pez que se muerde la cola) y egoísmo.
Por ello, y desde un consumo más consciente, en mi casa, opté por establecer la cifra de un regalo por niño, que incluso en una casa con conciencia verde acaban convirtiéndose a veces en dos, por abducción ambiental (del ambiente consumista, no del medio ambiente) y por “pena” hacia los pobres niños que tienen tanta ilusión, tanta como el aburrimiento que llega poco tiempo después de haber abierto el regalo. Establecimos también que dichos regalos llegarían al lugar que dejaría alguno de los otros juguetes usados que llenan el salón, que pondríamos a disposición de Olentzero para que se los llevara a otros niños y niñas, que no tienen tanta suerte como nuestra familia. Sin embargo, resulta difícil que se adhieran a esta propuesta en casa de abuelos, abuelas y familiares que se han asentado también en el vínculo entre consumo material y felicidad de la infancia. Aitonas y amonas que vivieron la época de la posguerra y de alguno de los cuales he oído relatar en cierta ocasión que recibían una naranja como regalo de Reyes Magos.
Y naranjas, y jamón, y langostinos, y chuletillas, y cochinillo, y champán, y polvorones y turrones. Son muchos los alimentos que forman parte de las celebraciones de la Navidad siendo el otro gran sector de gasto y consumo en estas fechas. Socialmente, la comida es una manera de definirse, de identificarse, lo que somos o al menos lo que nos gustaría ser. La opulencia alimentaria puede ser una forma de mostrar el bienestar y estatus familiar. Y qué mejor escaparate que las reuniones navideñas para ello. Sin embargo, los datos más globalmente aceptados hablan de que un tercio de los alimentos producidos se desperdicia a nivel mundial, circunstancia que también ocurre y en mayor medida en Navidad.
Sin embargo, aquí y allá van surgiendo propuestas alternativas a ese modelo de consumismo predominante y poco consciente. Los cambios pueden estar a nivel individual pero también a nivel de colectivos. El primer secreto es reducir, es bastante obvio: reducir el consumo -y seguir siendo felices en el intento, o conseguirlo por primera vez-. Otro es reutilizar, potenciar la normalización del uso de artículos de segunda mano que estén o puedan ponerse de nuevo en buenas condiciones. En Navidad por ejemplo, hacer intercambio de juguetes usados. Decantarnos por los productos locales, de cercanía, y en el caso alimentario, de temporada. Y realizar las compras en tiendas que garanticen el bienestar de las personas y el medio ambiente. En definitiva, apostar por las empresas y emprendimientos de economía solidaria que engloba a una red de producción, financiación, distribución y consumo de bienes y servicios que funciona con criterios éticos, democráticos, feministas, ecológicos y solidarios.
En estos tiempos en los que un virus ha puesto de manifiesto nuestra vulnerabilidad e interdependencia, más que nunca deberíamos ser capaces de dar un vuelco a nuestro sistema de valores. Y disfrutar de poder estar con las personas a las que queremos y que nos quieren. Disfrutar de la salud y cuidarla, también a través de lo que hacemos y consumimos. Disfrutar del aire fresco en nuestra cara, en nuestros pulmones, de la arena fría y mojada en nuestros pies descalzos. Acordarnos de que el mejor regalo que podemos dejar a nuestras futuras generaciones es un planeta sano y unos hábitos que lo perpetúen. Y rememorar sin opulencia la llegada al mundo de una persona excepcional que se atrevió a cuestionar las injustas estructuras establecidas, acercándose al diferente y transformando las vidas de los que más sufrían.
Te guardo una tarde de sol por si la quieres.
Ese es un tesoro que nadie podrá arrebatarte.
Te guardo una mirada risueña
que nada pretende.
Te guardo en un bolsillo el calor de mi piel
por si vinieses.
¡Feliz y verde Navidad!
Hoy, cerca de 7.000 Franciscanas Misioneras de María (FMM) de 81 nacionalidades, recorren los caminos de 76 países, a través de los cinco continentes, en más de 800 comunidades, tratando de testimoniar, a través de sus vidas, la espiritualidad y el estilo propios que transmitió su fundadora la Madre María de la Pasión al Instituto. En el espíritu de Francisco de Asís, viven su vocación en medio del mundo, con sencillez y en fraternidad, según el Evangelio, buscando la paz y el bien. Llamadas a franquear las fronteras de la cultura, de la lengua y las creencias, viven en fraternidades plurinacionales dispuestas a ir a cualquier parte del mundo para anunciar a todos la Buena Nueva del amor de Dios.
La espiritualidad específicamente misionera es la característica de este Instituto desde los comienzos. En el corazón de esta espiritualidad está la Eucaristía, a cuya celebración y adoración dedican parte de cada jornada, y María, la Madre de Jesús, con su ofrenda total al plan de Dios para que el mundo tenga vida. Las FMM viven en comunidad y buscan crear una auténtica comunión entre ellas, comunión que se convierte en comunicación de la Buena Nueva del Evangelio, en medio del pueblo al que son enviadas. Artífices de paz y de reconciliación, las FMM se esfuerzan por crear lazos de unidad en medio de religiones y pueblos diferentes y, a menudo, opuestos, y así se anclan a lo universal.
Desde siempre las hermanas han realizado la Misión Universal bajo formas múltiples: en el campo social, en la educación, en el servicio de la salud, en la pastoral, tanto a través de importantes instituciones como en inserciones en barrios y lugares alejados, con pasión, audacia, riesgo y compromiso por la justicia. Abren sus vidas a todos aquellos a quienes son enviadas, a toda la Creación, conscientes de su responsabilidad en la defensa de la Creación. Sobre cuatro pilares han constituido su misión:
Son muchos y variadísimos los testimonios misioneros de estas hermanas y entre ellos quiero señalar en estas páginas, sabiendo que también podrías ser otros igualmente representativos, Anita Pizango en Lima/Perú y el de la hermana Montse Marín que ha colaborado en la ONG Bayt al-Thaqafa, una entidad sin ánimo de lucro que trabaja con inmigrantes de origen árabe-musulmán desde 1974.
Vivencia del carisma en tiempo de pandemia
Mi nueva misión está inserta en la periferia, al sur de Lima-Perú en la Diócesis de Lurín; los pobladores viven del trabajo diario, por eso, ellos son los más afectados social y económicamente por esta pandemia, zona muy pobre y actualmente uno de los lugares con alta tasa de contagios. ¿En este contexto cómo vivir el carisma de nuestra familia de Franciscanos Misioneras de María?
Tiempo difícil, pero también de gracia, de proximidad y de encuentro, dejar ir cosas que me impiden avanzar, y abrirme a la novedad, de hacer la misión utilizando las redes sociales, en comunidad gozar de las pequeñas cosas, descubrir las cualidades y la creatividad de las hermanas, acompañar al pueblo, abrazar al mundo a través de la oración contemplativa y encarnada ocasión de crecer en la escucha empática, afectiva y solidaria. En esta difícil situación valoro la capacidad de resistencia y organización del pueblo para afrontar el hambre y el sufrimiento. Me ha tocado dar víveres y ahí he sentido que el Señor muestra su amor, su compasión, cercanía y esperanza a la gente. En este tiempo no se puede hacer muchas cosas hacia fuera, pero se puede dar la vida en lo cotidiano con alegría y generosidad por la sanación de las personas y la salvación de la humanidad.
Hermana Anita Pizango, Fmm (Lima- Perú)
Carisma, vocación y compromiso con las personas inmigrantes
Durante los últimos 6 años, la Hna. Montse Marín ha estado comprometida con una de las poblaciones más vulnerables de nuestra sociedad a través de la Fundación Bayt al-Thaqafa. El objetivo de la Fundación es facilitar la integración social y cultural de los inmigrantes árabe-musulmanes en nuestra sociedad, sin perder su propia identidad y fomentando el intercambio y el diálogo entre las distintas culturas: dispone de un programa de acogida, información, orientación y asesoramiento a inmigrantes recién llegados a España de acuerdo con la normativa de extranjería. Las difíciles situaciones sociales a las que se enfrentan las personas que llegan a nuestro territorio implican el esfuerzo y la dedicación de todos. El paso de la Hna. Montse Marín en palabras de Daniel Ibarz, director de la fundación, ha dejado una profunda huella en la asociación.
La hna. Montse Marín ha sido capaz de potenciar con su dedicación y compromiso dos programas vitales. A través del programa de acogida, ha sido la primera oreja que escucha y las primeras manos que ofrecen una cálida bienvenida. Además, ha potenciado la digitalización y adaptación tecnológica de dicho programa. Por otro lado, su dedicación al programa de mujeres, ha permitido crear un espacio de confianza para que muchas mujeres inmigrantes incrementen su autoestima y autonomía. La vinculación creada con ellas ha permitido generar un acompañamiento social cercano, estable y duradero. La Hna. Montse nos ha demostrado que una vinculación humilde y sencilla nos permite establecer vínculos desde la igualdad, la cordialidad y la calidez.
La Hna. Montse se ha dejado transformar por las personas que ha acompañado, y asimismo, nosotros nos hemos dejado transformar a través de ella.
Montse, a través de su día a día, nos ha transmitido igual que la hna Teresa Losada, que no hay un “nosotros” y un “otros”, sino que “todos somos nosotros”, que formamos parte de una misma humanidad y que nos une una relación de interdependencia más allá de cualquier diferencia étnica, cultural o religiosa. El encuentro exige compartir, salir de uno mismo, ruptura, emprender nuevos caminos, aprender del interlocutor, y ser paciente.
Gracias María de la Pasión por tu audacia tras las huellas de Jesús a la manera de Francisco de Asís y gracias a todas vosotras por vuestra vida entregada, vuestra disposición y generosidad.
Gracias a la solicitud realizada por Mons Jesús R. Martínez, Obispo de la Diócesis de Babahoyo, a la comunidad de Clarisas del Monasterio de Salvatierra (Álava), nace hace ya 23 años la comunidad de Clarisas en Montalvo (Ecuador) el 9 de julio del año 97’.
Las Hermanas en Montalvo son una comunidad joven, muy joven, si lo comparamos con la media de edad en esta Iglesia nuestra de Europa; una comunidad joven que por su misma condición trabaja cordialmente el carisma franciscano-clariano, empapándose de esta manera de ser y sentir que es la vida contemplativa a la manera de Clara de Asís. Por eso, nos confiesan, que hoy la formación es muy importante para todas ellas, y a ello se dedican de corazón acompañadas por Sagrario, María Jesús y Corazón de María, que hace 23 años desembarcaron en Montalvo desde Salvatierra/Agurain con ilusión y generosidad, perpetuando así la forma de vida instaurada por Clara en su Asís natal (s XIII).
Así pues lo primero que toca es reconocer y agradecer a estas primeras hermanas, que en todo momento han hecho de madres; reconocer su entrega y fidelidad. A ellas y a las Hermanas de Salvatierra/Agurain por su apoyo incondicional en todo momento. “Un mismo corazón y una misma alma”, así describe el libro de los Hechos a la primera comunidad de Jerusalén y así es como se sienten Agurain y Montalvo. Una misma comunidad de madres e hijas, con su fe viva, su presencia acogedora, con su cariño, con su talante bondadoso que mutuamente se ayudan a crecer y a madurar, a vivir despiertas y crear ambientes vivificadores, para que unas y otras se vayan haciendo con una identidad cada vez más propia.
La llamada
La Hna M. Elena perteneciente a esta comunidad en Montalvo y residente temporalmente en el monasterio de Agurain, nos señala “cómo el Papa Francisco cuando afirma que El Señor nos sigue llamando a vivir con Él y a seguirlo en una relación de especial cercanía, ellas han sentido esa llamada de exclusividad viviendo un amor esponsal con Cristo”. Le dejamos que sea ella quien nos cuente sobre la vida en Montalvo:
Nuestra vida está marcada por la oración
“La oración desarrollada en un ambiente de silencio y soledad marcan el día a día de las hermanas. Ahí vamos aprendiendo a “estar” largo tiempo en relación con el Señor a la manera de Clara, de manera muy libre y sencilla mirando a Jesucristo: Mira, Contempla y Transfórmate. Dice Santa Clara.
En Montalvo comenzamos el día comunitariamente, nos dice la Hna M. Elena, ante Jesús Eucaristía en adoración que luego intentamos prolongar como actitud el resto del día. Clara nos enseña ese “parar” y luego “volver a actuar” desde lo contemplado.
Las celebraciones litúrgicas marcan el ritmo del día, repartida en siete momentos, intentando así ser la voz de la iglesia que incansablemente alaba, agradece y suplica por las personas que se acercan a nuestro Monasterio, por la Diócesis a la que pertenecemos, por nuestro pueblo… la onda expansiva de la oración es tan fuerte que sutilmente abraza a toda la humanidad. El momento central es la Eucaristía diaria como el alimento principal en nuestra vida; sacramento del encuentro, ofrenda de nuestra existencia…, de manera que la preparamos con esmero, decoro y sobriedad.
Nuestra vida está marcada por “ser hermanas”
Nuestro ser hermanas nace de haber sido llamadas a vivir de Cristo pobre y crucificado. Qué importante se hace para nosotras el ser acogidas de manera total en lo que somos! No es fácil pero sí es posible!
Cuando se nos concede la gracia de conocernos y entendernos desde la Palabra de Dios, de dejarnos mirar y amar por Él, entonces es cuando tenemos mayor conciencia de quiénes somos, y todo se resitua con un sentido de verdad y comprensión que nos lleva a confiar y entregarnos liberadas de bloqueos y miedos. Los defectos y limitaciones no desaparecen; pero con ellos nos acogemos y aceptamos pues hemos conectado y estamos unidas a nuestra propia raíz, que es Dios mismo, Él nos da el don de la comunión.
Nuestra convivencia se nutre de muchos momentos y entre ellos de momentos lúdicos que cuidamos con cariño.
Nuestra vida está marcada por el trabajo
Para Clara y Francisco el trabajo es un don. Para Clara, trabajar es seguir el ejemplo de Cristo, el hijo del carpintero, que en su vida oculta de Nazaret trabajó como tal. Se trata de imitar a Cristo en las tareas cotidianas. Por eso queremos vivirlo como entrega gozosa al Señor y como medio de sustento a las necesidades de la comunidad y de otros pobres.
Para nosotras el trabajo es un don, que a ejemplo de nuestra Madre Santa Clara, tiene una dimensión importante de GRATUIDAD; no es sólo una actividad de la que obtener ganancias, es mucho más!.
Hoy nuestra principal forma de sostener la comunidad y compartir con los pobres es con la “Casa de retiro San José”. Desde aquí nuestro apostolado se hace servicio y acogida a diferentes grupos y comunidades. Queremos que al que venga aquí todo le hable de Dios. Con nuestra oración y acogida, deseamos que los que nos vistan descubran la belleza y armonía del Dios Creador; la ternura, la compasión, el abrazo de Cristo; la alegría y la fuerza que suscita el Espíritu Santo para el camino de conversión y esperanza.
Aquí se acercan numerosas comunidades de las Diócesis de Babahoyo, San Jacinto de Yaguiachi, Guayaquil, y otras, para hacer sus encuentros y ejercicios espirituales.
Nuestra misión en la Iglesia
Nuestra vida está orientada a la oración contemplativa: Cristo es nuestra primera y principal ocupación. Por ello mismo participamos en la vida de la Iglesia entregándonos totalmente a su misión: La alegría de llevar a todos la consolación de Dios, pues en Él hemos encontrado nuestra identidad.
Con gestos y actitudes, de manera callada y sencilla, queremos sembrar cercanía, escucha, compasión; mostrando a cada uno que es único y tienen un lugar en el corazón de Dios y también en el nuestro.
Una hermana siempre nos suele recordar: “¡Soy misionera y catequista! Porque mi corazón orante unida a Jesús traspasa los muros del convento y la fuerza de la oración llega a todos mis hermanas y hermanos que se sienten débiles, tentados, abatidos”. Así es como sentimos nuestro cometido.
Viviendo en el Hoy
Jesucristo le confió a Francisco la misión de “reparar la Iglesia”, y nosotras queremos acoger esa misma misión siendo: “Humildes estrellas que, con sus guiños chispeantes, reflejan otra luz y nos hablan de belleza, misterio, inmensidad (…) Puentes, lugar de encuentro, entre los buscadores de Dios y nuestro Dios que siempre va buscando a sus hijos amados”. (Constitución Vultum Dei Querere)
Queremos decirte a ti, que lees estas líneas, que oramos silenciosamente por ti y los tuyos, que te acompañamos en tus búsquedas y tus trabajos y con Santa Clara te deseamos lo mejor: "El Señor está siempre contigo, ojalá estés siempre y en todas parte con Él.”