Se acerca la Navidad, en la que la comunidad cristiana conmemora y celebra la llegada de Cristo al mundo. Es innegable que esta época trae consigo en muchos casos reencuentros esperados, reconciliación, renovación de buenos propósitos y potenciación de la solidaridad. Sin embargo, conocemos más de una persona a la que no le gusta la Navidad y que expresan incluso alivio cuando éstas finalizan. Muchas de estas se quejan abiertamente de las reuniones familiares y encuentros a los que tiene que acudir, del buenísmo forzado que hay que mostrar, la felicidad permanente que hay que exhibir. También las hay quien sufre al recordar que existe una silla vacía del ser querido que ha fallecido y otras que no pueden “disfrutar” de la Navidad porque están enfermas o viven en soledad.
Este año, serán a todas luces unas celebraciones extrañas, diferentes. Uno de los cambios más notables, es que no vamos a poder juntarnos tantas personas a la mesa en los días señalados. Pero, ¿Repercutirá también de alguna forma la pandemia actual en el aspecto mercantilista y consumista de la Navidad? Y es que no podemos negar que con el tiempo, la Navidad se ha ido desvirtuando y se ha convertido en otro evento que el sistema capitalista que nos domina ha hecho suyo, dando protagonismo absoluto al consumo excesivo e irresponsable.
Pasa en diciembre en Navidad, pero también en la celebración del amor y la amistad en febrero, el día del padre en marzo, el de la madre en mayo. Lo material se convierte así en el símbolo del amor verdadero, en la única manera de demostrarlo y ejercerlo. Y de por medio, por si nos aburríamos sin ir de compras, tenemos las rebajas de enero, las de cambio de temporada, la equipación para las vacaciones de verano, la vuelta al cole en septiembre, el Black Friday y el Cyber Monday en noviembre. Lo material, como motor del sistema económico, se vende y se convierte en la píldora por la que alcanzar la felicidad. Pero los efectos de la felicidad material duran tan poco que nos empujan a lanzarnos enseguida a por el siguiente artículo, se genera un círculo vicioso para responder a necesidades superfluas a través de un consumo que anestesia momentáneamente nuestra vida de insatisfacción. Nadie pone en duda que bienes y servicios son fundamentales para la vida pero la cuestión apunta más hacia los niveles de tal necesidad y preguntarnos por lo que verdaderamente nos hace felices.
Este consumo excesivo y sin sentido, se ha convertido en la base de múltiples problemas, especialmente aquellos de raíz medioambiental: deforestación, contaminación, sobreexplotación de recursos naturales, con su consecuente pérdida de hábitats y biodiversidad, calentamiento, desertificación o desaparición de fuentes hídricas. Si todas las sociedades consumieran como la nuestra, harían falta los recursos de tres o cuatro planetas tierra.
En Navidad, en concreto, tenemos un exceso de consumo ligado a los regalos; juguetes para los niños y niñas y diversos artículos para las personas adultas que aprovechamos para darnos un baño falsamente satisfactorio de compras que calmen nuestra ansiedad. Exceso de compras que son además adquiridas sin movernos de casa, a través del modelo “Amazon” en auge y con un fuerte impacto negativo en la economía local y el medio ambiente. Respecto al efecto de la concentración excesiva de regalos en niños y niñas, y según fuentes de psicología, produce sobre estimulación, pérdida de ilusión, bajo nivel de tolerancia a la frustración, limitación de la fantasía y el desarrollo de antivalores como consumismo (el pez que se muerde la cola) y egoísmo.
Por ello, y desde un consumo más consciente, en mi casa, opté por establecer la cifra de un regalo por niño, que incluso en una casa con conciencia verde acaban convirtiéndose a veces en dos, por abducción ambiental (del ambiente consumista, no del medio ambiente) y por “pena” hacia los pobres niños que tienen tanta ilusión, tanta como el aburrimiento que llega poco tiempo después de haber abierto el regalo. Establecimos también que dichos regalos llegarían al lugar que dejaría alguno de los otros juguetes usados que llenan el salón, que pondríamos a disposición de Olentzero para que se los llevara a otros niños y niñas, que no tienen tanta suerte como nuestra familia. Sin embargo, resulta difícil que se adhieran a esta propuesta en casa de abuelos, abuelas y familiares que se han asentado también en el vínculo entre consumo material y felicidad de la infancia. Aitonas y amonas que vivieron la época de la posguerra y de alguno de los cuales he oído relatar en cierta ocasión que recibían una naranja como regalo de Reyes Magos.
Y naranjas, y jamón, y langostinos, y chuletillas, y cochinillo, y champán, y polvorones y turrones. Son muchos los alimentos que forman parte de las celebraciones de la Navidad siendo el otro gran sector de gasto y consumo en estas fechas. Socialmente, la comida es una manera de definirse, de identificarse, lo que somos o al menos lo que nos gustaría ser. La opulencia alimentaria puede ser una forma de mostrar el bienestar y estatus familiar. Y qué mejor escaparate que las reuniones navideñas para ello. Sin embargo, los datos más globalmente aceptados hablan de que un tercio de los alimentos producidos se desperdicia a nivel mundial, circunstancia que también ocurre y en mayor medida en Navidad.
Sin embargo, aquí y allá van surgiendo propuestas alternativas a ese modelo de consumismo predominante y poco consciente. Los cambios pueden estar a nivel individual pero también a nivel de colectivos. El primer secreto es reducir, es bastante obvio: reducir el consumo -y seguir siendo felices en el intento, o conseguirlo por primera vez-. Otro es reutilizar, potenciar la normalización del uso de artículos de segunda mano que estén o puedan ponerse de nuevo en buenas condiciones. En Navidad por ejemplo, hacer intercambio de juguetes usados. Decantarnos por los productos locales, de cercanía, y en el caso alimentario, de temporada. Y realizar las compras en tiendas que garanticen el bienestar de las personas y el medio ambiente. En definitiva, apostar por las empresas y emprendimientos de economía solidaria que engloba a una red de producción, financiación, distribución y consumo de bienes y servicios que funciona con criterios éticos, democráticos, feministas, ecológicos y solidarios.
En estos tiempos en los que un virus ha puesto de manifiesto nuestra vulnerabilidad e interdependencia, más que nunca deberíamos ser capaces de dar un vuelco a nuestro sistema de valores. Y disfrutar de poder estar con las personas a las que queremos y que nos quieren. Disfrutar de la salud y cuidarla, también a través de lo que hacemos y consumimos. Disfrutar del aire fresco en nuestra cara, en nuestros pulmones, de la arena fría y mojada en nuestros pies descalzos. Acordarnos de que el mejor regalo que podemos dejar a nuestras futuras generaciones es un planeta sano y unos hábitos que lo perpetúen. Y rememorar sin opulencia la llegada al mundo de una persona excepcional que se atrevió a cuestionar las injustas estructuras establecidas, acercándose al diferente y transformando las vidas de los que más sufrían.
Te guardo una tarde de sol por si la quieres.
Ese es un tesoro que nadie podrá arrebatarte.
Te guardo una mirada risueña
que nada pretende.
Te guardo en un bolsillo el calor de mi piel
por si vinieses.
¡Feliz y verde Navidad!
Gracias a la solicitud realizada por Mons Jesús R. Martínez, Obispo de la Diócesis de Babahoyo, a la comunidad de Clarisas del Monasterio de Salvatierra (Álava), nace hace ya 23 años la comunidad de Clarisas en Montalvo (Ecuador) el 9 de julio del año 97’.
Las Hermanas en Montalvo son una comunidad joven, muy joven, si lo comparamos con la media de edad en esta Iglesia nuestra de Europa; una comunidad joven que por su misma condición trabaja cordialmente el carisma franciscano-clariano, empapándose de esta manera de ser y sentir que es la vida contemplativa a la manera de Clara de Asís. Por eso, nos confiesan, que hoy la formación es muy importante para todas ellas, y a ello se dedican de corazón acompañadas por Sagrario, María Jesús y Corazón de María, que hace 23 años desembarcaron en Montalvo desde Salvatierra/Agurain con ilusión y generosidad, perpetuando así la forma de vida instaurada por Clara en su Asís natal (s XIII).
Así pues lo primero que toca es reconocer y agradecer a estas primeras hermanas, que en todo momento han hecho de madres; reconocer su entrega y fidelidad. A ellas y a las Hermanas de Salvatierra/Agurain por su apoyo incondicional en todo momento. “Un mismo corazón y una misma alma”, así describe el libro de los Hechos a la primera comunidad de Jerusalén y así es como se sienten Agurain y Montalvo. Una misma comunidad de madres e hijas, con su fe viva, su presencia acogedora, con su cariño, con su talante bondadoso que mutuamente se ayudan a crecer y a madurar, a vivir despiertas y crear ambientes vivificadores, para que unas y otras se vayan haciendo con una identidad cada vez más propia.
La llamada
La Hna M. Elena perteneciente a esta comunidad en Montalvo y residente temporalmente en el monasterio de Agurain, nos señala “cómo el Papa Francisco cuando afirma que El Señor nos sigue llamando a vivir con Él y a seguirlo en una relación de especial cercanía, ellas han sentido esa llamada de exclusividad viviendo un amor esponsal con Cristo”. Le dejamos que sea ella quien nos cuente sobre la vida en Montalvo:
Nuestra vida está marcada por la oración
“La oración desarrollada en un ambiente de silencio y soledad marcan el día a día de las hermanas. Ahí vamos aprendiendo a “estar” largo tiempo en relación con el Señor a la manera de Clara, de manera muy libre y sencilla mirando a Jesucristo: Mira, Contempla y Transfórmate. Dice Santa Clara.
En Montalvo comenzamos el día comunitariamente, nos dice la Hna M. Elena, ante Jesús Eucaristía en adoración que luego intentamos prolongar como actitud el resto del día. Clara nos enseña ese “parar” y luego “volver a actuar” desde lo contemplado.
Las celebraciones litúrgicas marcan el ritmo del día, repartida en siete momentos, intentando así ser la voz de la iglesia que incansablemente alaba, agradece y suplica por las personas que se acercan a nuestro Monasterio, por la Diócesis a la que pertenecemos, por nuestro pueblo… la onda expansiva de la oración es tan fuerte que sutilmente abraza a toda la humanidad. El momento central es la Eucaristía diaria como el alimento principal en nuestra vida; sacramento del encuentro, ofrenda de nuestra existencia…, de manera que la preparamos con esmero, decoro y sobriedad.
Nuestra vida está marcada por “ser hermanas”
Nuestro ser hermanas nace de haber sido llamadas a vivir de Cristo pobre y crucificado. Qué importante se hace para nosotras el ser acogidas de manera total en lo que somos! No es fácil pero sí es posible!
Cuando se nos concede la gracia de conocernos y entendernos desde la Palabra de Dios, de dejarnos mirar y amar por Él, entonces es cuando tenemos mayor conciencia de quiénes somos, y todo se resitua con un sentido de verdad y comprensión que nos lleva a confiar y entregarnos liberadas de bloqueos y miedos. Los defectos y limitaciones no desaparecen; pero con ellos nos acogemos y aceptamos pues hemos conectado y estamos unidas a nuestra propia raíz, que es Dios mismo, Él nos da el don de la comunión.
Nuestra convivencia se nutre de muchos momentos y entre ellos de momentos lúdicos que cuidamos con cariño.
Nuestra vida está marcada por el trabajo
Para Clara y Francisco el trabajo es un don. Para Clara, trabajar es seguir el ejemplo de Cristo, el hijo del carpintero, que en su vida oculta de Nazaret trabajó como tal. Se trata de imitar a Cristo en las tareas cotidianas. Por eso queremos vivirlo como entrega gozosa al Señor y como medio de sustento a las necesidades de la comunidad y de otros pobres.
Para nosotras el trabajo es un don, que a ejemplo de nuestra Madre Santa Clara, tiene una dimensión importante de GRATUIDAD; no es sólo una actividad de la que obtener ganancias, es mucho más!.
Hoy nuestra principal forma de sostener la comunidad y compartir con los pobres es con la “Casa de retiro San José”. Desde aquí nuestro apostolado se hace servicio y acogida a diferentes grupos y comunidades. Queremos que al que venga aquí todo le hable de Dios. Con nuestra oración y acogida, deseamos que los que nos vistan descubran la belleza y armonía del Dios Creador; la ternura, la compasión, el abrazo de Cristo; la alegría y la fuerza que suscita el Espíritu Santo para el camino de conversión y esperanza.
Aquí se acercan numerosas comunidades de las Diócesis de Babahoyo, San Jacinto de Yaguiachi, Guayaquil, y otras, para hacer sus encuentros y ejercicios espirituales.
Nuestra misión en la Iglesia
Nuestra vida está orientada a la oración contemplativa: Cristo es nuestra primera y principal ocupación. Por ello mismo participamos en la vida de la Iglesia entregándonos totalmente a su misión: La alegría de llevar a todos la consolación de Dios, pues en Él hemos encontrado nuestra identidad.
Con gestos y actitudes, de manera callada y sencilla, queremos sembrar cercanía, escucha, compasión; mostrando a cada uno que es único y tienen un lugar en el corazón de Dios y también en el nuestro.
Una hermana siempre nos suele recordar: “¡Soy misionera y catequista! Porque mi corazón orante unida a Jesús traspasa los muros del convento y la fuerza de la oración llega a todos mis hermanas y hermanos que se sienten débiles, tentados, abatidos”. Así es como sentimos nuestro cometido.
Viviendo en el Hoy
Jesucristo le confió a Francisco la misión de “reparar la Iglesia”, y nosotras queremos acoger esa misma misión siendo: “Humildes estrellas que, con sus guiños chispeantes, reflejan otra luz y nos hablan de belleza, misterio, inmensidad (…) Puentes, lugar de encuentro, entre los buscadores de Dios y nuestro Dios que siempre va buscando a sus hijos amados”. (Constitución Vultum Dei Querere)
Queremos decirte a ti, que lees estas líneas, que oramos silenciosamente por ti y los tuyos, que te acompañamos en tus búsquedas y tus trabajos y con Santa Clara te deseamos lo mejor: "El Señor está siempre contigo, ojalá estés siempre y en todas parte con Él.”
Tras unos meses complicados y difíciles derivados de la crisis sanitaria mundial originada por el COVID-19, comenzamos el curso 2020-2021 con energía e ilusión de continuar con nuestra labor. Por un lado, con la gestión de proyectos en el Sur que contribuyan a minimizar las consecuencias de la desigualdad mundial y también de la actual pandemia allá donde los recursos sanitarios son deficitarios y por otro lado, con la realización de actividades de sensibilización que acerquen la realidad de los países empobrecidos a la ciudadanía de aquí.
En esta labor de sensibilización que realizamos anualmente, este año se pone en marcha la 20ª edición de “Al Sur del Sáhara. África Imprescindible” que se celebra en varias localidades de Navarra, en mayo y, principalmente, en los meses de octubre a enero. Este año se estrena, por primera vez, con varias actividades en Gipuzkoa el Consorcio “África Imprescindible Gipuzkoa”. En ambos territorios TAUfundazioa participamos activamente.
El programa de actividades relacionadas con el continente africano busca como objetivo mostrar al público las diversas realidades que existen en África, conocer y acercarnos a sus gentes, a su cultura, a su arte o a sus reivindicaciones. Siempre en términos de solidaridad y de equidad, de tú a tú. Con mirada en positivo, característica fundamental de este programa.
El consorcio de África Imprescindible Navarra está formado por siete Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo (ONGD), que son: Asamblea de Cooperación por la Paz; Medicus Mundi; Oxfam Intermón; Solidaridad, Educación, Desarrollo-SED; Proclade Yanapay; Fundación Felipe Rinaldi y TAUfundazioa, quienes venimos trabajando con esfuerzo e ilusión en la organización de un amplio programa de variadas actividades para cada año, celebrando en este 2020 el XX aniversario de sensibilización continuada sobre África como realidad imprescindible.
El reciente Consorcio de África Imprescindible Gipuzkoa está compuesto por tres ONGD: Asamblea de Cooperación por la Paz; Proclade Yanapay y TAUfundazioa.
En ambos Consorcios TAUfundazioa está como cabeza de ambas agrupaciones de ONGD, encargándonos de representarlas ante las diferentes instituciones, de coordinar las reuniones del grupo para la organización de actividades y de la formulación y justificación de los proyectos ante los distintos financiadores. Señalar que en la Misión de TAU está la tarea de sensibilización, formación y compromiso para la transformación social aquí en el Norte, según aparece en los Estatutos de la Fundación.
El programa de 2020 en Navarra tenía actividades en mayo pero, debido al estado de alarma de esta primavera, las actividades previstas para el 25 de mayo, día del continente africano, se han trasladado al otoño, donde nos encontramos estos meses con un programa repleto de eventos en varias localidades y cuyo denominador común es África.
.
Inauguramos la 20ª edición en la localidad navarra de Burlada, el 7 de octubre con una charla-debate Kédougou: investigación y educación musical para potenciar áfrica a cargo de Polo Vallejo y del 14 al 31 de octubre tendremos la exposición fotográfica Herederas de las ruinas de Pablo Tosco en la Sala de Exposiciones de la Casa de Cultura.
En octubre, en este caso en Tudela, los días 13, 14 y 15 en el Cine Moncayo, el Ciclo de Cines Africanos que, como todos los años, se desarrolla con gran interés del público y resulta el mejor escaparate para un continente africano apegado a su historia, pero volcado también en las tendencias actuales y en la creación artística más avanzada. Lo que implica un reconocimiento a las personas cineastas del Continente africano.
Y para terminar el mes, en Pamplona, acercaremos el Continente desde otras expresiones artísticas, para mostrar que en África y en sus descendencias por todo el mundo: la diversidad, el encuentro, el mestizaje, las identidades múltiples y la convivencia, son elementos esenciales. El 23 de octubre, Cine y música en resistencia en la Filmoteca de Navarra y el 24 de octubre, Street food africano, Taller de danzas urbanas africanas y la Exhibición “diáspora grooves”, en CiviCan de Pamplona.
Continuaremos en noviembre con el resto de las actividades del Programa: varias exposiciones, cine, literatura y música entre otras opciones.
De las cuales destacamos la exposición Afrotopía en el Pabellón de Mixtos de la Ciudadela de Pamplona del 3 de noviembre al 10 de enero. Exposición que recoge una selección de los trabajos realizados por treinta y cinco jóvenes fotógraf@s african@s en tres talleres diseñados e impartidos por Héctor Mediavilla (comisario de la exposición) en Dakar (Senegal), Niamey (Níger) y Bamako (Mali) en el marco de la Bienal de Fotografía de Bamako del 2017. Las setenta y cuatro fotografías seleccionadas reflexionan sobre el medioambiente, la sostenibilidad, la globalización, el papel de las mujeres en la sociedad, los sueños y aspiraciones de la juventud o la tradición.
Paralelamente tendremos la ocasión de contar con dos exposiciones más: del 29 de octubre al 28 de noviembre en CiviCan de Pamplona, Ellas deciden, África con voz de mujer editada por Ruido Photo, donde se mostraran historias de éxito y lucha por los derechos de las mujeres en Níger y Senegal; y del 25 de noviembre al 20 de diciembre en la UNED de Tudela, Herederas de las ruinas de Pablo Tosco.
En cuanto a la literatura, este año tiene especial relevancia en el programa. Contando, como siempre, con el Club de Lectura pero además el 4 de noviembre (en CiviCan de Pamplona) tendremos el Conversatorio Mujeres africanas, identidades múltiples en occidente con las escritoras Agnès Agoton, Lucía Mbomío, Ángela Nzambi que dialogarán sobre la compleja suma de sus identidades y de cómo viven aquí: su obra literaria, la vida cotidiana, el trabajo, las relaciones sociales, las dificultades o su compromiso en la acción. Y el 5 de noviembre, también en CiviCan, La banda sonora de las literaturas africanas, mostrará por primera vez en Pamplona un espectáculo con narraciones africanas acompañadas de música, con el grupo senegalés Hermanos Thioune, Chema Caballero, Lucía Mbomío y Sonia Fernández Quincoces.
Siguiendo con la dinámica de acercarnos a la realidad de las personas africanas, el 12 de noviembre en CiviCan de Pamplona, La llamada de África, donde se debatirá sobre cómo se organizan las comunidades africanas aquí, sus dificultades, reclamaciones, identidades, descendientes, relaciones con otras comunidades, acto en el que intervendrán personas africanas residentes en Navarra.
Y por último, no podemos finalizar el Programa en Navarra sin mencionar de nuevo el Ciclo de Cines Africanos, que se celebra todos los viernes de noviembre en la Filmoteca de Navarra. Las sesiones contarán con una presentación de la película a proyectar y un debate posterior a cargo de Beatriz Leal, programadora del Festival de Cine Africano NYC, escritora en OkayAfrica y El País y responsable de la programación de este ciclo de cine.
En lo que se refiere al programa de 2020 en Gipuzkoa, en este primer año de andadura, las actividades programadas de aquí a final de año son variadas.
En octubre y tras identificar una ausencia de variedad de referencia sobre literatas africanas en la red de bibliotecas públicas de Euskadi, se plantea acercar esta literatura a la ciudadanía donostiarra y para ello organizamos un Club de Lectura en el que se llevará a cabo un análisis y coloquio sobre tres obras diferentes, de las cuales al menos una de ellas se realizará en euskera.
Además, y con el fin de potenciar el asociacionismo de las comunidades africanas, se encargará un estudio sobre cuántas asociaciones africanas hay en Donostia, cuál es su actividad y cuáles son sus fortalezas y debilidades. Así se elaborará un Diagnóstico de la situación de la comunidad africana en Donostialdea y posteriormente se realizará un Encuentro socialización del diagnóstico con Asociaciones Africanas.
Y por último, en diciembre, la exposición Expolio/Espoliazioa de Judith Prat clausurará las jornadas de Gipuzkoa. La exposición de treinta y cuatro fotografías busca interpelar al espectador/a mostrando una de las principales causas de dos grandes conflictos africanos, que asolan la RD del Congo y Nigeria, que no es otra que su riqueza: el coltán y el petróleo. También muestra la guerra y sus consecuencias, rindiendo homenaje a las mujeres que, en los conflictos, sufren una violencia específica, diseñada y organizada para destruirlas. Mujeres sobrevivientes, ejemplo de dignidad y valor, el motor de cambio y el futuro de África.
Una vez desglosados los programas de “África Imprescindible” en Navarra y Gipuzkoa para este otoño mencionar que, debido al contexto que estamos viviendo, la mayoría de las actividades dependen de aprobación por parte de las entidades financiadoras a las que han sido presentadas para que, una vez aprobadas, se puedan llevar a cabo.
Somos optimistas al respecto y creemos que todo se desarrollará según lo previsto, así que os invitamos a participar de esta experiencia que no deja indiferente ya que conoceremos una imagen del África Subsahariana alejada de lo que vemos en los medios de comunicación y descubriremos un continente vivo, con su historia, su arte, su cultura, sus múltiples identidades, sus ritmos y sobre todo sus gentes.
El pasado 17 de octubre, un año más, conmemoramos globalmente el Día Internacional contra la Pobreza y la Exclusión. A nivel local, concretamente en Donostia, fue una conmemoración especial, dado que la Plataforma Pobreza Cero de esta localidad cumple 15 años de trabajo colectivo de denuncia y reivindicación contra la pobreza. TAU fundazioa fuimos una de las organizaciones que participó en la puesta en marcha de esta Plataforma y seguimos trabajando activamente y con ilusión en la misma, junto a otras 20 organizaciones y movimientos sociales. De hecho, aunque son muchos los desafíos que tenemos como sociedad, y más en el contexto de la actual emergencia sanitaria, la pobreza sigue siendo, desgraciadamente, la más dolorosa e injustificable pandemia global que requiere de nuestra acción social y política más urgente.
Desde su puesta en marcha, al calor de la campaña internacional para reivindicar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio aprobados por Naciones Unidas en el año 2020, durante este recorrido, la Plataforma, además de mostrar distintas expresiones de pobreza y exclusión en nuestro entorno y en otros lugares del planeta, hemos priorizado la identificación y denuncia de sus causas. Hemos comprendido que la lucha contra la pobreza, va más allá de aplicar la lógica del asistencialismo y la acción humanitaria, requiere de una voluntad política y ciudadana de cambio social, sustentada firmemente en los valores de equidad, justicia y derechos humanos.
Dado el carácter multidimensional de la pobreza, durante estos años hemos puesto el foco en aquellos temas que consideramos vitales en la lucha contra su erradicación. Revertir las desigualdades que sufren las mujeres debido a un sistema que las discrimina en todos los ámbitos y rincones del planeta. Reclamar la globalización de todos los derechos, como la educación y la salud. Denunciar las políticas anti migratorias que criminalizan a quienes huyen en busca de seguridad y una vida más digna. O visibilizar la importancia del cuidado de la naturaleza para erradicar la pobreza, frenando el cambio climático y transformando los modelos de producción y consumo basados en la expoliación de los recursos naturales y explotación de las personas.
Pero además de la protesta, desde la Plataforma hemos realizado el esfuerzo de la propuesta, socializando diversas alternativas e iniciativas reales de cambio (comercio justo, consumo responsable y de cercanía, finanzas éticas…) basadas en la cooperación, la búsqueda del bien común y la construcción desde lo local de otro modelo de desarrollo humano y sostenible más justo y solidario.
Hoy, 15 años después, una vez más conmemoramos el 17 de octubre, y lo hacemos en medio de una pandemia que además de crear una alerta sanitaria global, a originado una crisis económica y social que afectará especialmente a las personas y pueblos más vulnerables. Los datos son esclarecedores. A nivel local un estudio reciente del Gobierno Vasco revela que el barrio y la clase social son factores importantes que facilitan la transmisión del COVID-19. En las áreas con menos paro de Euskadi, el promedio de positivos por cien mil habitantes es de 509, en las de mayor desempleo, este promedio se dispara hasta los 1.091. Por lo tanto, las personas más pobres y con menos renta en tienen el doble de probabilidades de contagiarse que las ricas. Además la crisis económica que se prolongará en el tiempo, va a generar peores condiciones en las clases más bajas y esas peores condiciones van a empeorar su salud y condiciones de vida. En cuanto a incremento de la pobreza, Oxfam Intermon calcula que en el estado 700.000 personas pueden ser abocadas a la misma por la Covid-19 de las que en Euskadi serían 15.500 personas.
A nivel global, por primera vez en 20 años, crecerá la pobreza extrema y cerca de 115 millones de personas podrían sufrirla este año según datos del Banco Mundial. Además 55 millones de personas están en riesgo de hambre extrema en siete países del mundo: Yemen, la República Democrática del Congo, Nigeria, Burkina Faso, Afganistán, Sudán del Sur y Somalia. También, la emergencia del COVID-19 ha comprometido los esfuerzos y avances sanitarios realizados en el Sahel y África Subsahariana, frente a la lucha contra la malaria, el VIH y el paludismo. Según la OMS, el recuento estimado de muertes por paludismo en África subsahariana en 2020 llegaría a 769.000, el doble que en 2018.
Ante toda esta complicada situación, no debemos olvidar que todas las personas formamos una misma familia y planeta, y tal como nos recuerda la actual pandemia, la interdependencia y eco dependencia global es cada vez más evidente. El “sálvese quien pueda” no es una respuesta válida ante los problemas globales urgentes. Por ello, la propagación de la COVID-19 es también una oportunidad para seguir recordando que ante los problemas globales, debemos consensuar soluciones y políticas globales, desde la transformación personal y colectiva, y sin dejar a nadie atrás.
Por ello, durante la conmemoración del Día Internacional contra la Pobreza, desde la Plataforma, rescatamos el lema “Otro mundo sigue siendo necesario y posible, erradiquemos las desigualdades”, para reivindicar que la pobreza no es inevitable; que es cuestión de voluntad política; que es posible y urgente dar la vuelta al actual orden económico e institucional global neoliberal, responsable de su creación y perpetuación. Por ello, las instituciones públicas deben dar respuestas valientes y urgentes para paliar la situación de emergencia actual y sus múltiples crisis derivadas. En este sentido, es necesario destacar que esta emergencia nos ha reafirmado en la convicción que los cuidados y el sector público son esenciales. De hecho, al frente de la emergencia, liderando la respuesta sanitaria y social, nos encontramos a millones de personas trabajadoras (muchas de ellas mujeres) con sueldos bajos y condiciones precarias, pero que se han revelado imprescindibles. Garantizar sus derechos laborales y reconocer socialmente su labor debe estar dentro de las agendas de la reconstrucción social derivada de la crisis.
Asimismo, desde la Plataforma, consideramos que la ciudadanía puede contribuir a acabar con la pobreza y las desigualdades a través de la denuncia, la movilización, la participación social o a través de su día a día. Precisamente para dar cauce a la acción ciudadana, y al igual que en anteriores años, el mismo 17 de octubre a las 12:00 del mediodía realizamos una bici-marcha contra la pobreza que partiendo del Peine del Viento recorrió las calles de Donostia.
Además y con motivo del quince aniversario, se ha editado un vídeo denominado “Zero pobrezia: 15 años de lucha contra la pobreza en Donostia”, disponible en la web de la red (http://zeropobreziadonostia.blogspot.com/). Este es un vídeo hecho desde el cariño y compromiso de las organizaciones y personas que pertenecemos a la Plataforma, para dar a conocer los motivos y espíritu de colaboración de esta década y media, agradecer el apoyo ciudadano y abrir nuestra plataforma a que más personas y colectivos se sumen a este fin compartido de transformar nuestra sociedad. Conjuntamente, ahora más que nunca, urge avanzar hacia nuevos modelos de vida que pongan la vida en el centro, el respeto al medio ambiente, la equidad de género y en definitiva una vida digna para todas las personas.
El Papa Francisco publicaba el pasado día 31 de mayo, Solemnidad de Pentecostés, el mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2020, en un momento en el que “la enfermedad, el sufrimiento, el miedo, el aislamiento nos interpelan” a nosotros y a la misión de la Iglesia. Como lema lleva la cita de Isaías: “Aquí estoy, mándame”. A continuación su mensaje:
“Queridos hermanos y hermanas: (…) En este año, marcado por los sufrimientos y desafíos causados por la pandemia del COVID-19, este camino misionero de toda la Iglesia continúa a la luz de la palabra que encontramos en el relato de la vocación del profeta Isaías: «Aquí estoy, mándame» (Is 6,8). Es la respuesta siempre nueva a la pregunta del Señor: «¿A quién enviaré?» (ibíd.). Esta llamada viene del corazón de Dios, de su misericordia que interpela tanto a la Iglesia como a la humanidad en la actual crisis mundial. «Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos. Como esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: ‘perecemos’, también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos» (Meditación en la Plaza San Pietro, 27 marzo 2020). Estamos realmente asustados, desorientados y atemorizados. El dolor y la muerte nos hacen experimentar nuestra fragilidad humana; pero al mismo tiempo todos somos conscientes de que compartimos un fuerte deseo de vida y de liberación del mal. En este contexto, la llamada a la misión, la invitación a salir de nosotros mismos por amor de Dios y del prójimo se presenta como una oportunidad para compartir, servir e interceder. La misión que Dios nos confía a cada uno nos hace pasar del yo temeroso y encerrado al yo reencontrado y renovado por el don de sí mismo.
En el sacrificio de la cruz, donde se cumple la misión de Jesús, Dios revela que su amor es para todos y cada uno de nosotros. Y nos pide nuestra disponibilidad personal para ser enviados, porque Él es Amor en un movimiento perenne de misión, siempre saliendo de sí mismo para dar vida. Por amor a los hombres, Dios Padre envió a su Hijo Jesús. Jesús es el Misionero del Padre: su Persona y su obra están en total obediencia a la voluntad del Padre. A su vez, Jesús, crucificado y resucitado por nosotros, nos atrae en su movimiento de amor; con su propio Espíritu, que anima a la Iglesia, nos hace discípulos de Cristo y nos envía en misión al mundo y a todos los pueblos.
«La misión, la “Iglesia en salida” no es un programa, una intención que se logra mediante un esfuerzo de voluntad. Es Cristo quien saca a la Iglesia de sí misma. En la misión de anunciar el Evangelio, te mueves porque el Espíritu te empuja y te trae» (Sin Él no podemos hacer nada, LEV-San Pablo, 2019, 16-17). Dios siempre nos ama primero y con este amor nos encuentra y nos llama. Nuestra vocación personal viene del hecho de que somos hijos e hijas de Dios en la Iglesia, su familia, hermanos y hermanas en esa caridad que Jesús nos testimonia. Sin embargo, todos tienen una dignidad humana fundada en la llamada divina a ser hijos de Dios, para convertirse por medio del sacramento del bautismo y por la libertad de la fe en lo que son desde siempre en el corazón de Dios.
Haber recibido gratuitamente la vida constituye ya una invitación implícita a entrar en la dinámica de la entrega de sí mismo: una semilla que madurará en los bautizados, como respuesta de amor en el matrimonio y en la virginidad por el Reino de Dios. La vida humana nace del amor de Dios, crece en el amor y tiende hacia el amor. Nadie está excluido del amor de Dios, y en el santo sacrificio de Jesús, el Hijo en la cruz, Dios venció el pecado y la muerte. Para Dios, el mal —incluso el pecado— se convierte en un desafío para amar y amar cada vez más. Por ello, en el misterio pascual, la misericordia divina cura la herida original de la humanidad y se derrama sobre todo el universo. La Iglesia, sacramento universal del amor de Dios para el mundo, continúa la misión de Jesús en la historia y nos envía por doquier para que, a través de nuestro testimonio de fe y el anuncio del Evangelio, Dios siga manifestando su amor y pueda tocar y transformar corazones, mentes, cuerpos, sociedades y culturas, en todo lugar y tiempo.
La misión es una respuesta libre y consciente a la llamada de Dios, pero podemos percibirla sólo cuando vivimos una relación personal de amor con Jesús vivo en su Iglesia. Preguntémonos: ¿Estamos listos para recibir la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, para escuchar la llamada a la misión, tanto en la vía del matrimonio como de la virginidad consagrada o del sacerdocio ordenado, como también en la vida ordinaria de todos los días? ¿Estamos dispuestos a ser enviados a cualquier lugar para dar testimonio de nuestra fe en Dios, Padre misericordioso, para proclamar el Evangelio de salvación de Jesucristo, para compartir la vida divina del Espíritu Santo en la edificación de la Iglesia? ¿Estamos prontos, como María, Madre de Jesús, para ponernos al servicio de la voluntad de Dios sin condiciones? Esta disponibilidad interior es muy importante para poder responder a Dios: ‘Aquí estoy, Señor, mándame’. Y todo esto no en abstracto, sino en el hoy de la Iglesia y de la historia.
Comprender lo que Dios nos está diciendo en estos tiempos de pandemia también se convierte en un desafío para la misión de la Iglesia. La enfermedad, el sufrimiento, el miedo, el aislamiento nos interpelan. Nos cuestiona la pobreza de los que mueren solos, de los desahuciados, de los que pierden sus empleos y salarios, de los que no tienen hogar ni comida. Ahora, que tenemos la obligación de mantener la distancia física y de permanecer en casa, estamos invitados a redescubrir que necesitamos relaciones sociales, y también la relación comunitaria con Dios. Lejos de aumentar la desconfianza y la indiferencia, esta condición debería hacernos más atentos a nuestra forma de relacionarnos con los demás. Y la oración, mediante la cual Dios toca y mueve nuestro corazón, nos abre a las necesidades de amor, dignidad y libertad de nuestros hermanos, así como al cuidado de toda la creación. La imposibilidad de reunirnos como Iglesia para celebrar la Eucaristía nos ha hecho compartir la condición de muchas comunidades cristianas que no pueden celebrar la Misa cada domingo. En este contexto, la pregunta que Dios hace: «¿A quién voy a enviar?», se renueva y espera nuestra respuesta generosa y convencida: «¡Aquí estoy, mándame!» (Is 6,8). Dios continúa buscando a quién enviar al mundo y a cada pueblo, para testimoniar su amor, su salvación del pecado y la muerte, su liberación del mal.
La celebración la Jornada Mundial de la Misión también significa reafirmar cómo la oración, la reflexión y la ayuda material de sus ofrendas son oportunidades para participar activamente en la misión de Jesús en su Iglesia. La caridad, que se expresa en la colecta de las celebraciones litúrgicas del tercer domingo de octubre, tiene como objetivo apoyar la tarea misionera realizada en mi nombre por las Obras Misionales Pontificias, para hacer frente a las necesidades espirituales y materiales de los pueblos y las iglesias del mundo entero y para la salvación de todos.
Que la Bienaventurada Virgen María, Estrella de la evangelización y Consuelo de los afligidos, Discípula misionera de su Hijo Jesús, continúe intercediendo por nosotros y sosteniéndonos. (…)”.