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ras ocho ediciones ininterrumpidas de la jornada de sensibilización denominada “Arantzazu al encuentro de África” y por motivo de la pandemia del COVID-19, este año no ha sido posible realizar ese encuentro anual previsto para el sábado 6 de junio. La edición de este año, pretendía ser además, la primera actividad de un programa más amplio organizado por un nuevo consorcio de “Africa Imprescindible” en el territorio de Gipuzkoa formado por tres ONGD; Proclade Yanapay, Asamblea de Cooperación por la Paz y TAU Fundazioa. Al igual que en los últimos años, la asociación Arantzazuko Adiskideak tenía previsto mantener su inestimable apoyo a esta Jornada.
Ante esta suspensión y siendo conscientes de que difícilmente es sustituible una actividad presencial de este tipo en el entorno de Arantzazu, desde el Consorcio “Africa Imprescindible Gipuzkoa” analizamos la posibilidad de organizar una actividad alternativa en formato virtual tan de moda en estos tiempos.
De esta forma, y aprovechando parte del contenido del programa diseñado para la Jornada de Arantzazu, el jueves 25 de junio de 18:00 a 19:30 horas, realizamos la webinar o coloquio virtual, “Mirando a África en el contexto del COVID-19. El caso centroafricano”. Aunque se inscribieron 73 personas, finalmente se conectaron al coloquio 47 personas que pudieron disfrutar de la calidad de las intervenciones del propio moderador y las tres personas panelistas expertas en el país.
El moderador de este coloquio fue el periodista, productor y director de cine documental, Alfredo Torrescalles. Fundador de Fascina Producciones y autor de dos documentales sobre la realidad actual de la República Centroafricana (RCA). Las tres personas expertas participantes fueron: Berta Mendiguren, Doctora en Antropología de la Medicina, Máster en Cooperación Internacional, Diplomada en Trabajo Social y con muchos años de trabajo y residencia en RCA; Vie de Dieu Ngoko-Zenguet, Doctor en Farmaco Epidemiologia y Salud Pública, Vicepresidente del Colegio de Médicos y Farmacéuticos de la RCA y Consejero de la Célula de Coordinación COVID-19 del Ministerio de la Salud de la RCA; Itziar Ruiz-Gimenez, Doctora en Relaciones Internacionales, Coordinadora del Grupo Estudios Africanos y Grupo de Estudios Internacionales (GERI).
A continuación trasladamos algunos datos y reflexiones que surgieron de las intervenciones de estas cuatro personas y el coloquio posterior a partir de preguntas realizadas por el público a través del chat virtual. El coloquio está grabado y alojado en el canal de youtube de TAU (https://www.youtube.com/user/TAUfundazioa)
República Centroafricana es uno de los países de África que desgraciadamente alimenta el afro pesimismo occidental más extendido. A pesar de sus abundantes recursos minerales (uranio, petróleo, oro, diamantes, madera…), la República Centroafricana es uno de los países desestructurados y más pobres del mundo. En 2017, el Índice de Desarrollo Humano del país es de 0,367, lo que lo coloca en el penúltimo puesto (188) de toda la lista de países del mundo, únicamente superado por Níger. El PIB por habitante es de 382 $ mientras que en España es de 28.100 $. Tiene una esperanza de vida de 53 años (2017) y por lo tanto una población muy joven (el 60% tiene menos de 25 años).
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República Centroafricana es un estado fallido con guerras y conflictos durante las últimas décadas que ha obligado a unas 600.000 personas a desplazarse, tanto dentro del país como hacia países vecinos. La precaria situación hace que muchas familias tengan dificultades para obtener agua potable (21% de acceso en todo el país), luz (14%), alimentos o bienes y servicios de primera necesidad. La mitad de la población necesita de ayuda humanitaria.
Su sistema sanitario es uno de los más frágiles del mundo. Un porcentaje muy elevado de los habitantes del país fallecen por enfermedades curables o que tienen tratamientos efectivos. El VIH-Sida es la primera causa de muerte en el país (12,92% de las personas fallecidas en 2017) y las enfermedades diarreicas por ejemplo están en el quinto puesto (7,08%). Únicamente el 21% de la población tienen acceso a establecimientos sanitarios, hay sólo 10 farmacias oficiales y 2 respiradores en todo el país. Además, los conflictos (dos ataques al mes a los establecimientos sanitarios) y la corrupción de los gobiernos perpetúan la fragilidad del sistema de salud.
En este contexto político y social inestable y con una situación económica y sanitaria extremadamente precaria, el 14 de marzo, se da el primer paciente oficial por COVID-19, siendo a fecha del coloquio, 3.100 las personas contagiadas y 38 las muertas. Pero las cifras no cuadran. Mucha gente se cura en su propia casa, tomando medidas tradicionales contra la malaria. No existen registros estadísticos de las causas de muerte. Además la población tan joven del país aunque no muestre síntomas de la enfermedad puede ser portadora y asintomática no detectada. El país ha tomado con celeridad medidas como el confinamiento o el cierre de fronteras pero no se han tomado medidas efectivas de protección adaptadas al contexto del país ¿Cómo confinar a una población que en un 98% vive de la economía informal, especialmente las mujeres? Por otro lado, existen condicionantes culturales asociados a la importancia del ritual de la muerte que también se ven afectados ¿Cómo gestionar los tradicionales funerales masivos con duración de hasta una semana?
También durante el coloquio se trasladó una mirada global basada en dos ideas fundamentales. Por un lado, se invitaba a cuestionar las explicaciones sólo desde factores endógenos y denunciar los condicionantes socioeconómicos y ambientales globales que ahondan en la fragilidad en este caso de Centroáfrica. En el sector de la salud, las políticas sanitarias globales neoliberales no han dado respuesta a garantizar el Derecho a la salud, que es la cuestión vital tanto antes como ahora, durante la irrupción de la pandemia. En este sentido, ¿Acabaremos de nuevo con una vacuna contra el COVID-19 en manos de una Multinacional que se haya aprovechado del conocimiento y la cooperación de toda la comunidad internacional? Como segunda idea, es necesario salir del afro pesimismo visibilizando aspectos positivos. Destacar por ejemplo la gran capacidad de reconstrucción vital y resiliencia de la población centroafricana, especialmente de las mujeres que a pesar del sufrimiento y la adversidad son capaces de levantarse una y otra vez. En este sentido se valoró el trabajo de las redes comunitarias y conocimiento acumulado por la población centroafricana con estrategias de apoyo mutuo en salud y supervivencia que merecen ser fortalecidas.
La situación de países como el de República Centroafricana son una llamada constante para hacernos preguntas y tratar de analizar la realidad cercana que nos rodea con una mirada menos egoísta y eurocéntrica. Todas las personas formamos una misma familia y planeta, y tal como nos recuerda la actual pandemia, la interdependencia y eco dependencia global es cada vez más evidente y el “sálvese quien pueda” no es una respuesta válida ante los problemas globales urgentes.
La crisis sanitaria actual no puede borrar lo que hasta ayer ocurría de injusto en el mundo. A la conculcación grave y reiterada de Derechos Humanos en muchas sociedades como la centroafricana, se suma una crisis sanitaria que si cabe agravará dicha situación generando más desigualdad y precariedad en las personas y pueblos más vulnerables.
Este año también el verano resultará ser diferente. Desde la Provincia Franciscana de Arantzazu en el mes de agosto, desde hace ya dos lustros, hemos ofrecido lo que en un principio se llamó “Campo de Trabajo en Marruecos” y luego pasamos a denominar “Experiencia de Vida Franciscana en Marruecos”. Son muchos jóvenes los que a lo largo de estos años han pasado por el Centro de Discapacitados Lalla Meryen en Rabat y convivido con los hermanos de nuestra Fraternidad Franciscana de Rabat, y en los últimos años también en Tattiouin, aldea Bereber a los pies de la cordillera del Atlas, con sus actividades de verano para los más pequeños de la aldea junto a las Franciscanas Misioneras de María y a apenas 20 Km, por un camino que no es camino, la rica convivencia con la comunidad Cisterciense de Ntra Sra del Atlas en Midelt.
Este año no podrá ser por razones que se imponen desde la realidad, pero a lo largo de estos años hemos intentado propiciar y acompañar “experiencias de ruptura” que cuestionen la vida propia ofertando tiempo y lugar para:
Al final hemos pretendido cargar la propia historia de un horizonte diferente, más amplio, en el que caben otras posibilidades y otras responsabilidades. Descubrir una perspectiva más amplia que ayude a formular mejor el sentido de la propia vida.
“Estas con ellos, y en medio de ellos, y eso es lo más importante”
En octubre del año pasado 2019 y después de haber pasado el mes de agosto con nosotros en Marruecos, me escribía Rafa, de 24 años y ya a final de carrera para compartir lo que había supuesto esta exigente experiencia entre nosotros y que la comparto con vosotros por lo que tiene de testimonio directo de quien ha estado allí con nosotros.
“Han pasado ya casi tres meses desde que volvimos de Marruecos. Tiempo ya suficiente para pararte a reflexionar, recordar y pensar en todo lo vivido.
Cierto día de primavera, en Madrid, se nos ocurre buscar algún tipo de experiencia misionera fruto de una inquietud que llevaba un tiempo dentro de nosotros. A raíz de eso, gracias a la Obras Misioneras Pontificias, encontramos el contacto de Fr. Patxi y leemos sobre lo que ellos denominan “experiencia de vida franciscana” con las Franciscanas Misioneras de María. Fuimos sin mucha idea de qué es lo que íbamos a hacer, de cómo íbamos a vivir, o de con quién íbamos a convivir, ya que nos conocimos todos en el aeropuerto de Madrid tres horas antes de salir hacia Marruecos. Con un poco de miedo, pero con ganas, nos lanzamos hacia esta aventura que para mí ha significado lo siguiente:
- Conocer una nueva Iglesia
Uno de los aspectos que más destaco de esta experiencia es eso, haber compartido la alegría de una Iglesia viva, y desconocida para mí. Soy una persona de parroquia, que apenas conocía las órdenes religiosas por dentro ni el mundo franciscano en particular. He descubierto una Iglesia universal, presente en todo el mundo. He descubierto la importancia de que dos hermanas franciscanas, o un grupo de monjes cistercienses vivan en medio de esa sociedad. He podido convivir con ellos y descubrir su naturalidad y empaparme de su fe.
Y sobre todo, he descubierto una Iglesia que posiblemente no sea muy distinta a la que nos tocará vivir dentro de no mucho tiempo. Una Iglesia que sufre, que se siente distinta en su mundo, pero que aun así está muy viva porque su vida es la de quienes la forman.
- Descubrir de cerca el mundo musulmán
Uno de mis principales miedos, pues llegaba allí lleno de prejuicios. Y cómo no los voy a tener, si aunque no lo quiera mi cabeza está llena de todo lo que te venden los medios y el mundo occidental. Pero la realidad se demuestra no con palabras, sino con hechos. He podido descubrir de cerca a los hermanos musulmanes. He podido convivir durante una semana por completo con ellos, y he sentido cómo me han acogido. Y esta acogida es otro regalo de la experiencia, pues si ellos no te acogen, tú no puedes hacer absolutamente nada allí.
Por otro lado, soy consciente de que les he conocido de cerca porque tres meses después sigo sintiendo que les quiero. Me acuerdo de los niños de Tatiouine, de los discapacitados de Rabat, y les tengo muy presentes. Eso quiere decir que son personas que no han pasado desapercibidas para mí.
- Sentirse perfectamente inútil
Por supuesto vas con ganas de hacer muchas cosas, de sentirte importante y necesario. Pero llegas allí y te das cuenta de la realidad, que eres perfectamente inútil. Pero estas con ellos, y en medio de ellos, y eso es lo más importante.
Los días se pueden hacer largos en algún momento, pero si piensas en hacer lo poco que haces con amor y queriéndoles lo empiezas a ver de otra manera.
Y todo esto lo he descubierto gracias a una semana en Tatiouine, en un campamento con niños, dos días en Midelt, y dos semanas en Rabat, en un centro de discapacitados.
Para mí han sido unas semanas de continuo aprendizaje, de estar cerca de Dios, y de tener una experiencia de Él a través de todas las personas que he conocido. Una experiencia que recomiendo, y que ojalá pueda volver a repetirla.”
El occidental contemporáneo no entiende que los cristianos de Oriente Medio, la India o África sigan tomándose tan en serio su religión. En realidad, los cristianos perseguidos nos incomodan con su maldita fidelidad. Son un reproche mudo contra la forma de vida que hemos escogido.
El Jueves Santo de 2015, un comando de Al Shabab penetró en la Universidad de Garissa, en Kenia, tomando como rehenes a unos 700 estudiantes. Durante las 15 horas que permanecieron en el recinto —antes de ser abatidos por la Policía— mataron a los que se identificaron como cristianos. 142 encontraron así la muerte y 79 resultaron heridos. Hubiera sido fácil para ellos salvar la vida no identificándose como creyentes.
La matanza de Garissa apareció, sí, en el telediario… en el minuto 21 (¡lo apunté!). Incluso en plena ofensiva de Estado Islámico (2014-16) contra las comunidades cristianas de Irak y Siria, con réplicas morbosas en otros lugares, como el degollamiento de cristianos coptos en una playa libia, la atención concedida por los medios occidentales a los sufrimientos de los cristianos era muy reducida.
Desde entonces el eclipse ha sido cada vez mayor. Sin embargo, la situación de los cristianos sigue siendo dramática en muchos lugares, y tiende a empeorar. La derrota de Estado Islámico no ha traído la seguridad a la llanura de Nínive, pues nuevos grupos yihadistas intentan llenar el hueco, y en todo caso solo un 30% de los cristianos exiliados entonces se han atrevido a regresar. La población cristiana iraquí ha pasado de 1,5 millones en 2003 a 120.000 en la actualidad; en Siria, de 1,7 millones en 2011 a 450.000 hoy. La limpieza étnico-religiosa está casi consumada. En los territorios palestinos, el porcentaje de cristianos, que pasaba del 10% no hace tanto, ha caído al 1,5%.
Pero no es solo Oriente Medio. En China, el país más poblado del mundo, el Gobierno comunista-nacionalista incrementa la presión sobre las iglesias independientes. Informa Human Rights Watch: “Durante el mandato del presidente Xi Jinping, el gobierno ha estrechado su vigilancia sobre las iglesias cristianas, en un intento de ‘chinesizar’ las religiones obligándolas a ‘adoptar características chinas’”. Hay pastores protestantes encarcelados, como Wang Yi; los sacerdotes católicos Su Guipeng, Zhao He, Zhang Guilin y Wang Zhong permanecen detenidos por su resistencia a integrarse en la “Iglesia patriótica”.
El segundo país más populoso es la India. Casi nadie sabe que allí se ha deteriorado mucho la situación de los cristianos desde la llegada al poder en 2014 del partido nacionalista Bharatiya Janata. Su doctrina es la Hindutva, la “hinduización”, con un sesgo anti-occidental que conduce a ver a las minorías cristianas como cuerpos extraños. Han aumentado los ataques de turbas contra las iglesias: 440 en 2017, 477 en 2018 y 117 solo en el primer cuarto de 2019, según Ayuda a la Iglesia Necesitada.
En Pakistán, el caso de Asia Bibi tuvo un final feliz, pero hay decenas de asias bibis, es decir, de cristianos encarcelados —algunos, a la espera de la ejecución de sentencias de muerte— en virtud de las infames leyes anti-blasfemia. A veces, la mera acusación basta para desencadenar linchamientos del “blasfemo” o su familia. En 2011, el ministro cristiano Shabaz Bhatti fue asesinado cuando intentaba reformar la legislación anti-blasfemia.
Y en Egipto los coptos siguen en peligro, pese a los nobles esfuerzos del presidente Al Sisi, que intenta protegerlos. En Turquía, la impronta islamista-nacionalista del régimen de Erdogan significa hostigamiento para los pocos cristianos que allí quedan. En Nigeria, Boko Haram está menos activo (aunque más de 100 de las chicas secuestradas en 2014 siguen en paradero desconocido), pero otras milicias islamistas toman el relevo; en la violencia de los pastores fulani se mezcla la cristofobia con la milenaria rivalidad entre agricultores y ganaderos.
En Hispanoamérica en regiones enteras se pisotea también la libertad religiosa. En Cuba, desde hace 60 años. Pero ahora también en Venezuela (asaltos a las residencias de los arzobispos de Barquisimeto y Caracas, entre otros desmanes) y Nicaragua (numerosas iglesias cercadas por la policía, asalto a la catedral de Managua, etc.), desde que los obispos plantaron cara a sus gobiernos bolivarianos. En Chile se han quemado muchas iglesias cuando la ultraizquierda tomó las calles a partir de octubre de 2019.
Llama la atención el contraste entre nuestra indiferencia a los sufrimientos de los cristianos y la atención dedicada a la persecución de los musulmanes rohingyás por el gobierno birmano. O a la de los yazidíes en el norte de Irak, a los que la prensa europea y norteamericana concedía más foco que a los cristianos, sometidos a idéntica persecución por Estado Islámico.
Y no se trata de minimizar las desventuras de yazidíes, rohingyás o budistas tibetanos. Pero sí de señalar el doble rasero, y lo que tiene de autonegación. Pues ignoramos a los nuestros, a los que comparten nuestra religión, o la que lo fue. En el siglo XIX, cuando el imperio otomano se debilitó, Francia, Rusia, Inglaterra y otras naciones competían por el título de “defensora de los cristianos de Tierra Santa”. En el siglo XXI, ningún país occidental (salvo Hungría, que ha creado una Oficina de Asistencia a Cristianos Perseguidos) quiere ser sorprendido en pecado de parcialidad pro-occidental. No se puede defender a quien se parece a nosotros. El diferente siempre tiene prioridad.
En realidad, el occidental contemporáneo no entiende que los cristianos de Oriente Medio, la India o África sigan tomándose tan en serio su religión. Piensa en el fondo que los problemas de discriminación religiosa se solucionarían mejor con la receta que propuso Marx en La cuestión judía: mediante la desaparición de todas las religiones. ¿Por qué pagar un precio tan alto por mantener unas creencias anticuadas e irracionales?
En realidad, nos incomodan con su fidelidad. Son un reproche mudo contra la forma de vida que hemos escogido donde todo se concilia y nada es suficientemente valioso como para dar la vida por ello. “(El justo) Es un vivo reproche contra nuestra manera de pensar, y su sola presencia nos resulta insoportable. Porque lleva una vida distinta de los demás y va por caminos muy diferentes” (Sabiduría, 2, 11-15).
(Cfr “Por qué ignoramos a los cristianos perseguidos?” de Fco. José Contreras)
Cuando usamos el dinero para ganar más dinero estamos hablando de económica financiera, un mundo en el que intangibles como la expectativa de precios futuros, se mercantilizan y se monetizan, un mundo donde las tasas de interés, las agencias de rating, las primas de riesgo y la especulación reinan y suponen más del 90% de todas las transacciones mundiales, lejos de lo que llamamos mundo real.
Sin embargo, es en el mundo real donde se producen las transacciones que tienen que ver con la vida de la gente, la compra de bienes y servicios, el comercio, el pago de impuestos, salarios, las fábricas, la agricultura, la ganadería, la pesca, etc.,… esto es la economía real, en la que personas físicas o jurídicas intercambian bienes y servicios tangibles por su valor económico en dinero real y que suponen un escaso 5-10% del total de las transacciones en el mundo.
Es importante no olvidar que las políticas presupuestarias, las políticas fiscales y las políticas monetarias al servicio de los gobiernos, no distinguen entre uno u otro tipo de economía, de hecho, se utilizan las mismas herramientas y las mismas divisas independientemente del tipo de transacciones de que se trate.
La experiencia de los últimos años nos enseña que la economía real está siendo estrangulada por el hecho de que el dinero se siente más a gusto en la economía financiera generando burbujas y grandes beneficios y esto provoca una huida permanente de dinero, desapareciendo de la circulación y dificultando las operaciones en la economía real. Si un emprendedor necesita invertir para lanzar una actividad empresarial se encuentra con dificultades de acceso al crédito y además con un mercado de consumo deprimido por la falta de dinero en circulación, cuyo resultado es el imparable aumento de la desigualdad entre ricos y pobres.
En el caso de Europa se entrecruzan los caminos de ambas economías, debido a las reglas del euro y la ortodoxia del Banco Central Europeo, aumentando la desigualdad de las economías del norte y sur de Europa, disparando su endeudamiento y su viabilidad en beneficio de la banca privada…
Teniendo en cuenta que los mercados financieros constituyen un entorno creado para beneficiar a un número limitado de grandes corporaciones de capital privado gravitando alrededor de instituciones pantalla como los bancos centrales, el Banco Mundial, el FMI y las Bolsas nacionales, con un marco regulatorio cada vez más laxo, no es ilusorio pensar que su desmedido afán de lucro pueda poner en riesgo a toda la humanidad.
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Es sabido que la crisis de 2008 fue provocada por la economía financiera, que consiguió recuperarse gracias a las ayudas públicas, pero que nos dejó en muy malas condiciones, agravadas por la gran crisis inminente, consecuencia de la pandemia Covid19: el planeta, la vida, las personas, los salarios y la mayoría de los bienes y servicios de la economía real están en peligro en estos momentos.
¿Cuál es la solución? Rescatar la economía real separándola de la economía financiera.
¿Cómo se hace esto? Creando un cordón sanitario que proteja la economía real de los continuos vaivenes de la economía financiera mediante la puesta en marcha de herramientas como las siguientes:
Usar instrumentos que operen únicamente en la economía real como la Banca Ética y las Monedas Complementarias de Intercambio… de esta manera estaremos a salvo de los vaivenes de las divisas y de las crisis financieras.
Invertir en la economía local: crear comunidades con soberanía alimentaria, energética y monetaria. Poner nuestros ahorros en empresas que operen en estos entornos
Legislar para que no se especule con bienes de primera necesidad como la alimentación, el agua, la energía, la salud o la vivienda, regulando precios máximos y poniendo estos bienes al servicio del bien común.
Drástica separación de los negocios bancarios, por un lado, los bancos de inversión, manejando ahorro y productos financieros y por otro los bancos operativos manejando transacciones reales y dando prioridad a la Banca Ética, de forma que la quiebra de unos no pueda arrastrar a los otros como sucedió en 2008. (ver propuesta en Finance Watch Report 10YA)
Separar el dinero real del dinero financiero, creando monedas complementarias sólo para intercambio de bienes y servicios en la economía real, monedas no convertibles en divisas, que no sea interesante almacenar (oxidación). Si operamos en divisas (dólar, euro, yen,) estas tienen tendencia exógena, es decir, a salir de la economía real buscando ganar dinero con el dinero. De hecho, el Mercado de Divisas FOREX es por gran margen, el mercado financiero más grande del mundo, llegando a mover un volumen diario de transacciones de alrededor de cinco billones de dólares estadounidenses (USD), más que todos los demás mercados bursátiles del planeta combinados.
Una idea para Europa seria resucitar las antiguas monedas (marco, franco, lira, dracma, peseta, escudo,) y reconvertirlas en monedas de intercambio no convertibles en divisas y usarlas para financiar una renta básica universal (RBU), hacerlas circular en la economía real y recogerlas de vuelta como impuestos, controlando la masa monetaria para que no sea inflacionaria.
Luchar contra la economía sumergida (en el estado español 200.000 Millones de euros 18% del PIB), eliminando las transacciones en metálico y favoreciendo los medios de pago electrónico, siguiendo la tendencia internacional (Suecia y China están en 2020 haciendo ya pruebas piloto de sus monedad digitales, la e-Krona y el e-Yuan respectivamente
Fiscalidad justa orientada a una redistribución de la riqueza y a evitar el fraude y la elusión fiscal. Ver el documento de las 67 PROPUESTAS DE MEDIDAS PARA LA REFORMA DEL SISTEMA TRIBUTARIO (mayo 2020), presentadas por la Plataformas Estatales por una Fiscalidad Justa a la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica tras el Covid19
Crear zonas libres de paraísos fiscales (ZLPF), de forma que las administraciones públicas se comprometan a no contratar ni aceptar licitaciones de grupos empresariales que operen en paraísos fiscales (directamente o a través de filiales). Actualmente el 10% del PIB mundial (NBER National Bureau of Economic Research) y el 75% de los casos de corrupción económica se encuentra en Paraísos Fiscales y en el Estado español se estima que entre el 30% y el 40% de la fortuna de los más ricos permanece oculta en paraísos fiscales. El Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha) sitúa por encima de 75.000 millones de euros anuales (7% del PIB) lo que no acaba en las arcas públicas por estar escondido a la tributación. Asimismo 30 de las 35 empresas del IBEX35 tienen actividad a través de filiales en dichos paraísos, según el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa.
Dicho así parece factible, pero el mundo “no es como es” por casualidad, y la puesta en marcha de las herramientas descritas arriba va a tener que enfrentar la resistencia de los beneficiados por el Orden Económico Mundial que no van a permitir perder sus privilegios actuales. Por tanto, hay que ser conscientes de que va a hacer falta una enorme acumulación de fuerzas a nivel internacional para generar la presión necesaria a los órganos políticos y legisladores para que actúen en esa dirección.
Alimentadas por el maíz, crecieron muchas generaciones en América Latina: el maíz era gente, la gente era maíz y el maíz tenía, como la gente, todos los colores y sabores. Somos hijos e hijas del maíz. Si en estos momentos de pandemia viral a nivel global, toda nuestra humanidad depende de reconocer nuestra humanidad en los demás, todas y todos podemos aportar nuestro granito de maíz.
Así comienza la introducción de la campaña solidaria integral denominada “Sin maíz no hay país” puesta en marcha en Bolivia por el Instituto Politécnico Tomás Katarí (IPTK) como consecuencia de la pandemia del COVID-19.
El maíz tiene un significado simbólico para la cosmovisión de la población indígena campesina y más humilde de América Latina. También en Euskadi, conocemos por nuestros mayores la importancia que ha tenido el maíz en la alimentación de las familias rurales en los caseríos, convirtiéndose en parte de la identidad cultural vasca. Un alimento que en esta campaña del IPTK es símbolo de resistencia y ayuda mutua.
Bolivia al igual que el resto de países, está atravesando la emergencia desatada por el coronavirus con una cuarentena total puesta en marcha el 25 de marzo. Posteriormente se han establecido medidas de desescalada por regiones pero según el propio IPTK el pico de los contagios se espera para los meses de julio y agosto. La crisis sanitaria desatada en el país, está acelerando una fuerte crisis económica y social. Según un reporte reciente de la Fundación Jubileo, la crisis política del país y la caída de los ingresos por la bajada internacional del precio de los hidrocarburos unida a la crisis provocada por la pandemia, están llevando la situación fiscal del país a una situación límite.
El gobierno ha decretado normas que condonan o rebajan las tarifas de servicio básicos, facilita el acceso a créditos para empresas y ponen en marcha tres bonos de ayuda a la población. Todos ellos de un único pago, el Bono Familia y el Bono Universal de 500 bolivianos cada uno (60€) y la canasta Familiar de 400 Bolivianos (52€). Sin embargo, estos bonos no sustituyen la generación de ingresos en un país con un 60% de la población que vive de la economía informal, compuesta por un 75% de mujeres, entre ellas, trabajadoras de hogar, lavanderas, comerciantes ambulantes, etc.
Toda esta situación tiene consecuencias humanitarias más graves en las familias campesinas indígenas o migrantes con índices de desarrollo humano bajo a las que acompaña el IPTK. Estas familias no pueden sacar sus productos a los mercados locales y peor aún poder aprovisionarse de los alimentos básicos que requieren. Además, el estado de alarma ha provocado la interrupción de las actividades de los proyectos de cooperación internacional que se estaban ejecutando con estas familias. Cinco proyectos en cooperación con TAU y financiación de varias instituciones públicas, han tenido como consecuencia la suspensión de actividades productivas, formativas y de defensa de derechos de 1.890 mujeres y 1.430 hombres indígenas quechuas de la Provincia de Chayanta y Distrito 6 de Sucre.
Ante esta situación y a pesar del confinamiento, ambas organizaciones hemos seguido tele-trabajando para ir formulando diversas medidas. Por ejemplo, en los cinco proyectos mencionados, se han realizado algunas pequeñas modificaciones presupuestarias para la compra de alimentos esenciales secos (fideo, arroz, lentejas, azúcar, aceite…) o insumos de bioseguridad (mascarillas, alcohol en gel, guantes, jabón líquido…) destinados a la seguridad de las familias y el personal técnico que trabaja en los proyectos.
Pero ante toda esta nueva situación, el IPTK ha considerado pertinente poner en marcha la campaña institucional solidaria “Sin maíz no hay país” de forma que pueda responder de una forma más integral y coordinada a las familias más necesitadas que participan en los proyectos del IPTK
Casi todas las campañas de la sociedad civil con carácter solidario se están centrado en las ciudades, dejando de lado al área rural. Por ello, con esta campaña se pretende apoyar a 1.000 familias de nueve municipios siendo Sucre el único urbano y el resto rurales, Yamparae, Poroma, Ravelo, Ocuri, Colquechaca, Pocoata ,Ckocha y Puna. Se va a hacer un especial seguimiento y apoyo de niños/as, adolescentes, jóvenes, familias campesinas, mujeres indígenas y mujeres trabajadoras del hogar, haciendo un especial esfuerzo en localizar las familias y situaciones con un alto grado de vulnerabilidad.
Desde el IPTK, su director Alejandro Barrios nos trasmite que “si bien la preocupación mayor de la gente es el tema sanitario, para las familias más pobres se suma en mayor grado la preocupación de la crisis económica en sus familias con consecuencias como la inseguridad alimentaria, la suspensión de las clases educativas de sus hijos e hijas, la violencia que sufren las mujeres (más de 1.200 casos desde el comienzo de la cuarentena según la REPAM), la inestabilidad laboral de las trabajadoras del hogar, entre otras, por ello, se requiere abordar un enfoque lo más integral que abarque diversas dimensiones”.
Con esta campaña se apoyan medidas en materia de seguridad alimentaria, salud, educación y lucha contra la violencia de las mujeres. A las familias campesinas se les brinda atención técnica e insumos para la producción y comercialización de sus productos alimentarios, se distribuyen canastas básicas de alimentos así como ropa para niñas, niños y adolescentes. En el ámbito de la salud se conceden seguros gratuitos y facilita el acceso de las personas contagiadas a los servicios del “Hospital popular “George Duez” del IPTK ubicado en Sucre. El acompañamiento psicopedagógico se realiza a través del Centro de Recursos Pedagógicos Integrales (CERPI) que coordina el reparto de materiales educativos de lectoescritura, motricidad fina, matemáticas y pintura así como la emisión por Radio América de programas educativos dirigidos a los niños/as y sus familias. También se brinda apoyo psicológico a personal de salud y familias, especialmente a las mujeres que sufren violencia a través del centro de escucha ORIGEN ubicado en el Hospital.
Dentro de toda esta campaña hay que destacar que el IPTK está habilitando en el Hospital George Duez, una Unidad específica de aislamiento y terapia intermedia para atender a las personas contagiadas por el COVID-19, equipamiento inexistente antes de la pandemia. Esta unidad prioriza a las familias que forman parte de la campaña, de hecho el IPTK ha rechazado una oferta de la Seguridad Social para dar servicio a personas contribuyentes y reservar dichos espacios a las familias vulnerables que no tienen seguros y viven de la economía informal.
Toda esta campaña está financiada gracias a la Solidaridad Internacional de varias ONGD así como la aportación solidaria de los propios trabajadores/as del IPTK que se han querido implicar en la misma. En TAU nos sentimos afortunados de ser una de esas ONGD aportando nuestro “granito de maíz” de forma destacada en la financiación de la Unidad de terapia intermedia del Hospital. Financiación que no sería posible sin la solidaridad económica de nuestros socios/as y de la Provincia Franciscana de Arantzazu. Gracias por cada granito. Gracias por entender que la solidaridad es global. Sin maíz no hay país. Sin Solidaridad, sin cooperación, sin cohesión social. ¿Qué sería de las personas y pueblos más vulnerables?