Jose Ramon Beloki
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Mike Thomson
Syria’s Secret Library: Reading and Redemption in a Town Under Siege
PublicAffairs, 2019
ISBN: 978-1541767621
Daraya es una ciudad siria situada a unos ocho kilómetros al suroeste de Damasco. Fue una ciudad rebelde contra el gobierno de Bashar al Assad, que, por ello, sufrió un asedio durísimo, durante años, con bombardeos constantes. En ella se produjo, en 2012, lo que se denominó la Masacre de Daraya: más de 300 muertos por las tropas gubernamentales. La ciudad fue abandonada a lo largo de esos años por buena parte de sus habitantes.
Gracias al periodista de la BBC Mike Thomson, se conoció, también, en Europa, allá por al año 2016, lo siguiente: que en el subsuelo de unas casas destruidas por las bombas, resguardada por sacos de arena, en medio de esa guerra constante, funcionó en dicha ciudad lo que el citado periodista bautizó como La Librería Secreta de Daraya. El periodista publicó posteriormente un libro dedicado al tema: Syria’s Secret Library. Reading and redemption in a town under siege.
No he leído el libro. Pero en los días de confinamiento se me ha presentado, de una forma no buscada, la oportunidad de conocer diversas informaciones sobre dicha librería.
Fue un podcast de National Public Radio de EEUU, emitido el pasado mes de mayo, quien me puso sobre la pista de esta librería secreta. El periodista arrancaba el reportaje en los siguientes términos: “Para un país devastado por la guerra en curso, y ahora por una pandemia, la planificación para el futuro puede parecer difícil, si no totalmente inútil.” Y, al rato, Mike Thomson, a quien entrevistaba a continuación el periodista, relataba lo siguiente: “Pregunté a mi interlocutor cómo pudieron hacer frente a la situación desde el punto de vista psicológico, sin volverse locos, teniendo en cuenta el estrés de saber que una bomba te podía matar de un momento a otro. Y el interrogado me respondió: ‘Teníamos una bomba secreta: una librería’”.
El reportaje atrajo, de inmediato, mi atención. Una vez lo hube escuchado, busqué a continuación, esta vez en la BBC, el reportaje que años antes, había elaborado el propio Mike Thomson. Así supe de la citada librería y de esta forma surgieron en mí las tres reflexiones que me propongo compartir con los lectores de esta sección.
La primera se refiere a que una librería es mucho más que un espacio donde se depositen libros de forma más o menos ordenada. Es también, sobre todo, una especie de habitat, físico y/o virtual, en el que tienen cabida actividades muy diversas: la lectura, el intercambio de libros, el cruce de conocimientos o, incluso, debates entre lectores. En Daraya, dicen, tuvo lugar de todo. Les sirvió, según afirman sus gestores, para “seguir estudiando”, para “alimentar su alma”, para “apoyarse mutuamente”, “para reflexionar” y “para debatir”. En resumen, dicen, les sirvió para hacer frente a las horrendas circunstancias en las que se veían envueltos. Y, también, para intentar soñar, prever y planificar el futuro. De todo eso hubo en la Librería secreta de Daraya.
Una segunda línea de reflexiones me vino de la mano de un comentario introducido por el periodista americano al inicio de su reportaje: se preguntaba sobre la posibilidad de que la lectura, los libros y las posibles actividades que cabe desempeñar en ese hábitat puedan ser útiles también a la hora de hacer frente a situaciones como las que se derivan de confinamientos como el impuesto por el COVID 19. Más en concreto, si una Librería, puesta en marcha “al estilo de la de Daraya”, puede ser de utilidad también a la hora de hacer frente a determinadas consecuencias psicológicas que pueden derivarse de confinamientos como el actual. Entendía él, y coincidía yo con su opinión, que sí. Sin ánimo de comparar una y otra situación, pensé que cabía establecer algún tipo de analogía entre ambas situaciones. Y, también, entre los papeles que puede jugar una “Librería” en una y otra situación.
En la tercera línea de reflexiones, ésta de cosecha enteramente propia, me pregunté si no habría que extender estas mismas consideraciones sobre la utilidad de los libros y del conjunto de actividad que conlleva una Librería a todo tipo de situaciones y desafíos que se presentan en la vida a personas y/o grupos. Por ejemplo: a las de los lectores de la revista Arantzazu, unidos, creo, por una cierta idea y sentimiento sobre lo que entendemos por Arantzazu, pero, también, un tanto confinados, frente al desafío de tener que hacer frente a una situación complicada, presente y futura.
Se requieren para ello iniciativas y actividades de muy diverso alcance y signo. Entre ellas, por qué no, también la de una cierta “librería”, con sus lecturas, reflexiones y debates. Esa y no otra es seguramente la vocación de esta revista. Y es, desde luego, la de esta sección dedicada a la lectura de libros. Ahí radica mi insistente invitación a los lectores a que participen, siquiera aconsejándome lecturas, en la construcción de una especie de librería compartida entre todos. En Daraya, crear esa librería exigía recoger libros de casas devastadas por las bombas, llevarlas a un subterráneo, y arriesgarse a acudir a ese sitio para leer y, una vez allí, compartir lecturas y proceder a comentar y debatir sobre el presente y el futuro. No es nuestro caso. Eso no significa, sin embargo, que no sea útil disponer, también aquí y ahora, de una “bomba secreta”, al estilo de aquella, con la que hacer frente a la vida, a sus desafíos y dificultades. No sé si lo de “bomba” es la expresión más afortunada. No seguramente. Si en la situación que vivían los habitantes de Daraya pudo tener su sentido y razón de ser, en nuestro caso podríamos decir que una librería constituiría, no tanto una bomba, cuanto una cierta inmunidad de grupo o, si se quiere, una vacuna con la que hacer frente psicológica y mentalmente a la complicada situación actual y de futuro.
Decía uno de los protagonistas entrevistados: “Yo diría que al igual que el cuerpo necesita comida, el alma necesita libros”. Añado: En período de guerra, en confinamiento, y en cualquier circunstancia. Siempre es necesaria un tipo de “vacuna secreta” al estilo de la librería de Daraya.