1943 - 2020
¡Qué tarde tan dura, tan fuerte y tan sorpresiva para la fraternidad de Arantzazu aquélla del domingo 7 de junio de 2020! Un hermano encontró caído en el suelo y muerto al Hno. Jesús Bilbao Azpeitia. Había venido de Santander a esta fraternidad dos días antes porque no se encontraba bien de salud y necesitaba el apoyo de la enfermería. Ese domingo 7, la enfermera la acostó para la siesta y le dejó plácidamente. La enorme y desagradable sorpresa se dio a las 6 de la tarde cuando lo encontramos caído, muerto en su habitación. Al parecer, se sintió indispuesto y quiso levantarse para alcanzar el baño, pero, al decir del médico que certificó el fallecimiento, un infarto fulminante se lo llevó por delante. ¡No fue fácil digerir esta gran y desagradable sorpresa!
Jesús Bilbao Azpeitia nació el 21 de noviembre de 1943 y vivió en La Peña de Bilbao hasta los 10 años, cuando vino al Seminario de Arantzazu para ser franciscano sacerdote. Tras los estudios y formación recibidos en las diversas etapas y conventos dedicados a la formación, el 9 de julio de 1967 recibió el orden sacerdotal, aquí, en Arantzazu.
Los primeros años desde su ordenación fueron muy movidos, pues en pocos años tuvo que cambiar de lugar de residencia con frecuencia. Así, estuvo primero en nuestra fraternidad de Valladolid desde octubre de 1967 hasta finales de abril de 1968. De allí fue destinado al convento-colegio de Zarautz donde durante dos años, hasta el verano de 1970, fue profesor de secundaria en nuestro Colegio. El verano de 1970 fu destinado a Friburgo de Suiza, donde hizo la licenciatura en teología y recibió también la diplomatura en periodismo. Estando en Friburgo, en mayo del año 1974 fue “llamado a filas” como capellán en el ejército en Zaragoza y allí estuvo hasta mayo de 1976. De mayo de 1976 a abril de 1977 residió en nuestra fraternidad de Irala en Bilbao apoyando los trabajos de la fraternidad y de la parroquia San Antonio. Seguidamente desde 1979 hasta 1982, vivió en la fraternidad de Durango, desde donde dirigió la revista “Arantzazu”, de la que fue su director durante tres años (1979-1982). Como si todos estos movimientos fueran pocos, el año 1982 fue destinado a la pequeña fraternidad que entonces tenía la Provincia, en un piso de la calle Julián de Apraiz de Vitoria. Seis años más tarde, en 1988, Jesús se mudó a la nueva fraternidad de formación que se inauguró en esa fecha en el mismo Vitoria, en la Calle Castillo de Villamonte.
Tras ese período de notables movimientos y destinos, comenzaría el año 1991 un período de estabilidad que duró hasta el 5 de junio de 2020 en nuestra fraternidad parroquia de la calle Perines en Santander; en esa fecha vino a la enfermería de Arantzazu. En Santander, junto a las responsabilidades propias de la labor pastoral parroquial, en el ámbito diocesano desempeñó los cargos de “Consiliario del movimiento familiar”, “Delegado episcopal de ecumenismo”, profesor de teología a distancia y profesor de dogmática en el Seminario diocesano de Corbán, donde impartió clases sobre el Misterio de Dios, Cristología, Ecumenismo y Mariología.
Jesús se distinguió desde muy joven por ser un lector insaciable, de ahí su vasta y amplia cultura en muchas disciplinas, especialmente en el campo de la teología, donde buscaba siempre las últimas novedades. Disfrutaba mucho leyendo desde muy temprano a la mañana hasta el atardecer. No solo, sino que disfrutaba también mucho cuando compartía con los hermanos de la fraternidad, con los feligreses de la parroquia y con compañeros sacerdotes, los descubrimientos que hacía en sus lecturas. Jesús disfrutaba hablando de lo que sabía, ¡y era mucho! Esto le llevaba alguna vez a polemizar, al enfrentamiento dialéctico, al conflicto. Hombre corpulento y de gran envergadura, llevaba dentro un corazón sensible y tierno porque era un persona profundamente afectiva al que le hacía feliz cualquier pequeño detalle, que olvidaba fácilmente cualquier ofensa, siempre dispuesto a echar una mano en aquello que él pudiera y supiera hacer.
En los últimos años, al decir de los hermanos de fraternidad, Jesús se había serenado y pacificado mucho. Lo que más deseaba era estar en paz con Dios y rodeado de los hermanos. Y así vivió los últimos tiempos. Las palabras que más repetía eran perdón y gracias. Reconocía que su carácter (fuerte) había podido generar alguna tensión y por eso pedía perdón por todo lo que pudiese haber molestado. Y daba gracias continuamente por las atenciones que recibía. Un “gracias” que, para quienes lo escuchaban, sabía a verdad, porque nacía de la zona más profunda de Jesús. Un gracias que brotaba de quien supo descubrir y saborear en su vida los dones de Dios y había experimentado el regalo de ser hermano, el regalo de quien está reconciliado y ya se sabe experiencialmente en manos de Dios.
El año 2017 fue sometido en Valdecilla de Santander a una operación delicadísima de corazón, de la que nunca se recuperó totalmente, quedando su salud cada vez más deteriorada. El 5 de junio de 2020, viernes, vino a la enfermería de Arantzazu y dos días después, el 7 de junio, falleció.
La misa funeral de despedida, presidida por el Hno. José María Lucas, guardián de Santander, se celebró en la Basílica de Arantzazu el 9 de junio, martes, con la participación de numerosos hermanos venidos de otras fraternidades de nuestra Provincia y con la asistencia también de algunos sacerdotes de Oñati. También asistieron los hermanos de Jesús, Mari Paz y Paco con su esposa Mari Carmen, y otros familiares venidos de Zarautz, Orio, Getaria, de donde era su madre.
¡Que nuestro hermano Jesús participe ahora y goce de la vida plena en la resurrección, que tantas veces explicó como profesor de dogmática!
José María Lucas – Joxe Mari Arregi