17.09.1930 – 22.02-2020
El 22 de febrero de 2020, a las cinco de la tarde, falleció en nuestra enfermería de Arantzazu, el Hno. Tomás Larrañaga Azpeitia a los 89 años de edad. El Hno. Tomás había nacido en el caserío “Nekazabal” de Zarautz el día 17 de septiembre de 1930. Junto con su hermano Daniel, vino al Seminario de Arantzazu el año 1940 con 10 años de edad. Tras realizar los estudios de las “humanidades”, como entonces se decía, en Arantzazu y Forua, y tras vestir el hábito franciscano en Zarautz el año 1946, realizó los estudios de filosofía en Olite y los de teología de nuevo en Arantzazu, siendo ordenado sacerdote el 13 de marzo de 1954.
Durante los estudios eclesiásticos había demostrado ser un hermano inteligente, por lo que el 1954 los superiores decidieron destinarle a Roma para que estudiara y se especializara en teología moral. A estudiar la moral se dedicó durante tres años culminando su especialización el año 1957 con la licenciatura en teología moral, y adquiriendo el doctorado el año 1960 con su estudio (en latín): “La materia grave en el robo según los teólogos de los siglos XVI y XVII”. De este modo, durante bastantes años se dedicó a la enseñanza de la moral, primero en el teologado de Aran-tzazu (1958-1959) y posteriormente en el Antonianum de Roma desde 1960 a 1973.
Durante sus años de profesor en Roma, además del oficio como profesor, escribió también y publicó bastantes artículos en relación siempre a la moral y también a la problemática que entonces iba surgiendo, después del Vaticano II, sobre la renovación de la Orden franciscana, sobre la liturgia y también sobre temas de franciscanismo.
El año 1973 el Capítulo Provincial lo eligió Ministro provincial de la Provincia de Arantzazu (que entonces se llamaba de “Cantabria”) y que en aquel momento contaba con más de 500 hermanos presentes en la península, pero también, y no pocos, en las misiones: Cuba, Puerto Rico, Miami, República Dominicana, Uruguay, Paraguay, Argentina. Korea, Japón… Durante 9 años sirvió a la Provincia como Ministro provincial y si ese servicio siempre ha sido y sigue siendo delicado y complejo, más quizá en aquellos años del posconcilio cuando le tocó liderar tantos cambios y de tanto calado en la lectura de la Biblia, de la moral, de la dogmática, de la liturgia; en el modo de entender la evangelización, el lugar de los laicos en la Iglesia, en el modo de comprender la Regla franciscana, en el modelo de la vida fraterna con el resurgir de las “pequeñas fraternidades de inserción”, en las relaciones entre los hermanos, en la concepción de la obediencia, en el modelo de formación con el acento en la psicología y tantos otros aspectos que tras décadas y décadas de una concepción muy fija y segura, ahora daban paso a otros modos de entender la vida cristiana y la vivencia franciscana.
A nuestro Hno. Tomás le tocó discutir, proponer e implantar con los hermanos una vida acorde a las reflexiones y decisiones del Concilio Vaticano II y acorde a las nuevas orientaciones que la Orden franciscana iba tomando en sus Capítulos Generales. Fueron aquellos años, los de su provincialato, de una búsqueda tensa e intensa, no exenta de discusiones y de dolor.
Terminado su provincialato (1982), cuando deseaba y buscada algo de tranquilidad, fue nombrado guardián de la fraternidad de Bilbao, pero no pudo terminar su trienio, ya que en el 1984 fue llamado casi “por obediencia” desde Roma para que asumiera el cargo de Rector Magnífico del Antonianum, en tiempos también difíciles y delicados. Allí prestó su servicio como Rector y de nuevo como profesor de moral hasta el 1999, cuando durante un año se entregó en Jerusalén a acompañar a los peregrinos de Tierra Santa.
El año 2001 regresando a la Provincia, fue destinado de nuevo a la fraternidad de Bilbao, pero poco pudo gozar de los hermanos que allí residían y de los servicios que prestaba ya que de nuevo le pidieron ser guardián de la fraternidad de Santander donde vivió desde el 2006 al 2015. Ese año, ya enfermo y diezmado en su salud, pidió venir a Arantzazu donde había iniciado su vocación franciscana y aquí, en la enfermería ha vivido los últimos 5 años muy mermado en su salud física y en su capacidad de comunicación.
El hno. Tomás Larrañaga, un hermano dotado de una memoria fuera de serie, inteligente, de muchas y buenas cualidades, de gran autenticidad, entregado con toda su alma a la vivencia de su vocación franciscana, conferenciante fecundo ayudó mucho y compartió su sabiduría especialmente con las hermanas clarisas y otras religiosas de otras Congregaciones con conferencias, retiros, cursillos sobre temas varios; amante de los animales y de la naturaleza, ha pasado por este mundo “haciendo el bien y sirviendo al Señor”. Ahora descansa en el abrazo del Padre. Curioso lo que él mismo dejó escrito mucho antes de morir en una especie de “últimas voluntades”. Decía así: “deseo subrayar que después de la muerte espero una Vida Eterna, en la que firmemente creo según la fe de la Iglesia”.
El día 24 de febrero de 2020, lunes, a las 6 de la tarde celebramos en la basílica la eucaristía de funeral de cuerpo presente con la participación de muchos hermanos venidos de otras fraternidades y con la presencia también de sus numerosos sobrinos y sobrinas.
Eskerrik asko, Hno. Tomás, por tu persona, por tu vida, por tu testimonio. ¡Goza ahora de tu Señor!
Joxe Mari Arregi