Egoitz Zabala Sagarna
Pazko garaian Galileako hilobi batean iluntasuna argi bihurtu zen eta itxaropena piztu. Aste Santu oro Jesus azkeneraino lagundu zuten hiru emakume ditut gogoan: Maria -Jesusen ama-, haren ahizpa -Kleofasen Maria-, eta Maria Magdalena.
Egun gaixotasun fisikoak eta mentalak, adizioak, pobreziak eta bakardadeak gurutziltzatzen dituen pertsonak aurki ditzakegu edozein bazterretan. Pertsona horien bakardadea beteko dituzten pertsonak behar ditugu. Jimmy Durangoko kutxazain batean bakardadean hil zen.
Bakardadeak pertsona askoren bizitza zapuzten du eta gizartearen begietan ikusezin bihurtu. Kristau bezala, bakardadea laguntzeko deituak izan gara.
“Id a Galilea, allí lo veréis”, cuando aquellas mujeres se acercaron al sepulcro sus corazones oscuros se llenaron de luz, donde hubo dolor brotó la sanación y en aquel sepulcro donde reinaba la muerte la certeza de la vida se impuso. En la historia de la humanidad, en la historia de tantas personas olvidadas la ESPERANZA emergió de aquel sepulcro, y aquella voz enviándolas a Galilea (va delante de vosotras a Galilea) fue el canto más bello a la VIDA.
Cada Pascua resuenan en mí estas palabras que a mí también desde el sepulcro me reenvían año tras año a la VIDA de Galilea a reencontrarme una vez más con Jesús. Reconozco en mi vida Galilea, esa tierra donde yo voy detrás de Él, y desde mi Galilea, desde esta tierra de dolor y esperanza, desde donde un año más hemos celebrado la Vida que nos trae la Pascua, desde este hospital Aita Menni me uno a la alegría de aquellas mujeres, primeras testigos en anunciarnos que JESÚS HA RESUCITADO. Él vuelve a resucitar en la sonrisa de cada paciente, Él me interpela en el dolor de la enfermedad mental, Él me convoca en la vida de cada uno de estos y estas pacientes que son como decía San Benito Menni sus vivas imágenes.
Han sido días intensos de encuentro, de compartir vida y fe, de recordar la cruz de Jesús y tantas personas que hoy también son crucificadas en tantos lugares de la tierra. Hemos tocado también nuestras propias cruces. Hemos dado las gracias por tantos Cirineos que hoy en el mundo y también en el hospital caminan a nuestro lado aligerando la carga de la cruz de la enfermedad, de las adicciones, del empobrecimiento, de la soledad.
Cada Semana Santa son tres las mujeres en las que me fijo, a las que me acerco, a las que agradezco. Es que ellas, María la madre de Jesús, la hermana de su madre, la de Cleofás y María Magdalena supieron estar, supieron acompañar a Jesús hasta el final. Ellas se convierten para mí en maestras en el arte de acompañar. Ellas desde la discreción, la entrega y el cariño acompañan a Aquel que sufre solo, a Aquel que en la cruz muere solo.
Jesús desde aquella cruz, dolorido y agotado, estoy seguro pudo sentir la compañía de aquellas mujeres que sin miedo quisieron llenar de ternura aquel final de vida, aquella soledad. No fue fácil para aquellas mujeres en aquella sociedad judía y bajo el poder y la mirada de Roma dar un paso adelante y ser presencia junto al crucificado que era asesinado como malhechor. Él, Jesús, el que transformó la vida de tantas personas excluidas era asesinado como malhechor.
Hoy siguen haciendo falta mujeres y hombres que como ellas estén al pie de los crucificados y crucificadas. Personas que acompañen vidas, que con su presencia llenen de Dios la soledad de tantos y tantas.
No hubo ninguna María a los pies de Jimmy cuando moría solo en aquella noche fría en aquel cajero del centro de Durango. Hoy sus compañeros “de la calle” siguen manteniendo encendidas dos velas en su recuerdo, velas cuya luz me interpela y me sigue recordando que hoy aun siendo tiempo de PASCUA y VIDA tenemos que seguir estando a los pies de personas cuya cruz no es de madera aunque pese igual, cruces que cogen el nombre de soledad, de sinhogarismo, de exclusión.
Este año el día de las personas con enfermedad celebrada por la Iglesia el 11 de febrero se nos hacía un llamamiento a estar atentos ante la realidad de la SOLEDAD. Hombres y mujeres que viven en la calle, personas que están en sus casas, mayores y solas o personas que viven en nuestras residencias y hospitales. Como las tres mujeres hoy recordadas estamos llamados hoy a acompañar la soledad. Hoy que tanto se habla de virus letales, seamos los cristianos y cristianas los que salgamos de nuestra zona de confort para erradicar el virus de la soledad, virus que anula la vida de tantas personas convirtiéndolas en invisibles para la sociedad.
Gracias María de Nazareth, María la de Cleofás y María Magdalena por vuestro ejemplo, gracias a las “Marías” que hoy también estáis a los pies de crucificados y crucificadas de nuestro día.
Estamos de fiesta, es tiempo de VIDA, un cirio nos recuerda que JESÚS resucitó, esa luz también brilla hoy por Jimmy y por tantas personas anónimas que hoy también desde su pascua nos empujan a Galilea a transformar esta tierra en tierra de hospitalidad.
PAZKO ZORIONA GUZTIONTZAT!!
¡¡ FELIZ PASCUA ¡!