+Cristóbal López, sdb. Cardenal-Arzobispo de Rabat
2019ko martxoan Aita Santua Marokora joan zen. 100 herrialdetatik etorritako 30.000 katoliko daude bertan (biztanleriaren %1a), bi apezpiku eta beste hainbat elizbarruti, 30 parrokia, 46 apaiz eta 200 moja biltzen dituzten 30 komunitate erlijioso, monasterio bat. Frantziskotarren 800 urte daramate Marokon.
Historia luzea duen presentzia Marokon, txikia baina esanguratsua. Erreinuaren zerbitzura dagoen Eliza da, berdintasunaren, bakearen, justiziaren eta maitasunaren alde borrokatzen duen Eliza. Fedearen testigantza bertako kulturaren baitatik musulmanekin elkarrizketan zabaldu nahi duen atzerritarrez osatutako Eliza. Karitateak lotzen dituen hainbat konfesiotako kristauez osatutako Eliza ekumenikoa.
Zubiak eraikitzen dituen Eliza.
En marzo de 2019 el Papa vino a Marruecos. Y muchos se hicieron la pregunta del millón: « ¿Y a qué fue? ¿Acaso hay cristianos en Marruecos? ¿Existe la Iglesia Católica en ese país?»
Puedo y quiero responder categóricamente: «Sí, la Iglesia Católica existe en Marruecos, y está vivita y coleando, formada por comunidades vivas y entusiastas. En Marruecos somos apenas unos 30.000 católicos, provenientes de más de 100 países; hay dos obispos y, por tanto, dos diócesis -¡archidiócesis !- con sus respectivas catedrales en Tánger y Rabat; hay unas 30 parroquias, atendidas por unos 46 sacerdotes; unas 30 comunidades de religiosas con casi 200 hermanas, entre las cuales dos monasterios: clarisas y carmelitas. Los religiosos son menos, unos 40, entre sacerdotes y hermanos; también un monasterio, el de los trapenses de Nuestra Señora del Atlas, heredero de los mártires de Tibhirine, inmortalizados por la película «De hombres y de dioses»
En nuestras comunidades cristianas hay más hombres que mujeres (cosa que llama la atención), más jóvenes que adultos (más raro todavía!) y más negros que blancos (nada raro, puesto que el grupo más numeroso de cristianos es el de estudiantes universitarios subsaharianos, provenientes de los países de África francófona principalmente).
Además, esta Iglesia no es de ahora: ¡estamos acabando de celebrar un Año Jubilar con ocasión de los 800 años de presencia de los franciscanos en Marruecos! Pero podemos ir más lejos: en los siglos III y IV, había en estas tierras obispados (con sus correspondientes obispos, sacerdotes y comunidades) en Tánger, Ceuta, Tetuán, Asila, Larache, Volubilis y Salé. Es decir, que había una vida cristiana extendida y fecunda, que dio mártires y personalidades como San Agustín de Hipona y su madre Santa Mónica, Santas Perpetua y Felicidad, San Cipriano de Cartago y el célebre teólogo Tertuliano.
¿Y cómo es esta Iglesia que el Papa visitó en Marruecos? Vamos a ver algunas características.
Una Iglesia insignificante... pero significativa
Insignificante por pequeña, minúscula, diminuta... Treinta mil católicos entre 37 millones de habitantes no da ni para un 0,1%. Pero significativa porque llevamos, en vasijas de barro, un tesoro; porque tenemos algo que decir y aportar a la sociedad y también a la Iglesia universal; y porque somos un signo y un instrumento del Reino de Dios.
Sin las Iglesias del norte de África (Libia, Túnez, Argelia y Marruecos que forman la Conferencia Episcopal de la Región Norte África), la Iglesia Católica sería menos católica. Y con el reciente nombramiento como Cardenal al Arzobispo de Rabat, el Papa ha hecho visibles unas Iglesias que eran prácticamente invisibles y desconocidas.
Una Iglesia al servicio del Reino
Sí, nuestro objetivo aquí –y en todas parte, yo creo- no es hacer «engordar» la Iglesia, sino hacer crecer el Reino de Dios en Marruecos, es decir, hacer crecer la justicia y la paz, la vida y la verdad, la igualdad y la libertad, la solidaridad y el amor. Y hacer esto con nuestros hermanos y hermanas musulmanes.
No trabajamos para la Iglesia ni por la Iglesia; sino que, como Iglesia que somos y en Iglesia, trabajamos al servicio del Reino. El objetivo es el Reino; la Iglesia es el medio, el instrumento. No queremos ser una Iglesia autorreferencial, sino una Iglesia abierta y volcada hacia el exterior, en salida hacia los otros.
Por eso la “Visitación de María” es uno de nuestros “iconos”: María que sale de Nazaret para ir a ayudar a su prima Isabel… pero llevándole, silenciosamente, a Cristo. María no publica con palabras esa presencia que lleva en el vientre, pero lleva a Cristo donde Ella va. Así quiere ser nuestra Iglesia: anunciadora de Cristo más con el testimonio y la vida que con las palabras.
Una Iglesia de extranjeros, pero no extranjera
Igual que la Palabra de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros, así también nuestra Iglesia quiere estar encarnada y al servicio del pueblo marroquí.
El gran servicio que nosotros prestamos aquí es el de ser testigos de Cristo, testigos del amor de Dios, a través de nuestra vida de comunión, de nuestra vida de oración, queremos ser «orantes en medio de un pueblo que reza».
Además prestamos otros «pequeños» servicios, que son las actividades de las que somos responsables : las escuelas (15 escuelas católicas con 12.000 alumnos), centros de salud, centros socio-culturales y bibliotecas, Cáritas (unos 10.000 migrantes atendidos cada año y otros tantos marroquíes), etc.
En este país, los cristianos somos todos extranjeros, pero queremos que nuestra Iglesia sea marroquí. Por eso nos esforzamos en conocer y amar la lengua, la cultura, la historia de este pueblo que nos acoge y nos permite vivir nuestra fe.
Es el principio teológico-pastoral de la “encarnación”; aquí el “icono” es la “Palabra de Dios” que se hace carne y habita entre nosotros.
Una Iglesia del diálogo y el encuentro
Los musulmanes no son nuestros enemigos ni nuestros adversarios ni la competencia. Son nuestros hermanos y hermanas y nosotros queremos salir a su encuentro, para establecer un diálogo que comienza por la amistad y la convivencia, continúa por el trabajo conjunto al servicio de las grandes causas de la humanidad y culmina en el compartir la fe y la oración si se puede.
¿Y por qué el diálogo y el encuentro? Por imitar a Dios, el cual ha querido mostrarse a la humanidad, ha salido de sí mismo para encontrar a cada persona, ha establecido contacto, se ha revelado y manifestado, ha dialogado y sigue dialogando con todos y cada uno.
Y aquí nuestro icono es Dios mismo; sí, Dios Padre que envía al Hijo para que sea “Emmanuel”, Dios-con-nosotros, para que sea lugar de encuentro entre Dios y la humanidad (Dios y hombre verdadero).
Una Iglesia Samaritana
Sí, una Iglesia que, como el Buen Samaritano, quiere pararse en el camino al lado de quien sufre, de los que están en necesidad, de los más débiles... para curarlos, para cuidarlos, para escucharlos, para darles una nueva esperanza.
A través de Cáritas, pero no solamente, nuestra Iglesia cultiva esta dimensión samaritana, sobre todo a favor de los migrantes que sufren y que son vulnerables, pero también en favor de los marroquíes más pobres.
Una Iglesia ecuménica
Los cristianos somos pocos aquí… ¿Vamos a estar divididos? De hecho lo estamos, y porque somos herederos de una historia desgraciada, intentamos vivir unidos en la caridad.
Así católicos, protestantes, anglicanos y ortodoxos formamos un pequeño “Comité de Iglesias Cristianas” para coordinarnos, conocernos… y querernos.
Y no menos de seis iglesias católicas (Fez, Meknés, Mohammedia, Rabat, Oujda, Agadir…) sirven como templo para el culto protestante, para el oficio eucarístico anglicano o para la santa liturgia ortodoxa.
Pero la guinda sobre el pastel del ecumenismo es el Instituto Teológico Ecuménico Al Mowafaqa (El Acuerdo), donde se enseña la teología cristiana a dos voces (protestante y católica) y la islamología. Hay profesores católicos, protestantes y musulmanes, y los alumnos son, prácticamente al 50%, protestantes y católicos.
De este Instituto (¡único en el mundo!) el Papa dijo en su visita: “Considero también como un signo profético la creación del Instituto Ecuménico Al Mowafaqa, en Rabat, el 2012, por una iniciativa católica y protestante. Este Instituto quiere contribuir a promover el ecumenismo así como también el diálogo con la cultura y con el Islam. Esta laudable iniciativa traduce la preocupación y la voluntad de los cristianos que viven en este país por construir puentes para manifestar y servir a la fraternidad humana” (Papa Francisco)
Una Iglesia puente
Tenemos una vocación muy clara: ser constructores de puentes entre cristianos y musulmanes, entre África y Europa, entre negros y blancos, entre oriente y occidente, entre jóvenes y adultos, entre protestantes y católicos.
Construir puentes más que muros y fronteras es nuestra vocación, y creo que la de toda la Iglesia y de todo cristiano: somos puentes entre Dios y el mundo.
Para acabar: somos, queremos ser, una Iglesia apasionada y apasionante. Apasionada por Cristo y por Marruecos; apasionante por nuestro testimonio para todos los que nos visitan y nos conocen por primera vez... como quizás tú, querido lector, que acabas de leer estas líneas.
¡Bienvenido fue el Papa Francisco, bienvenido serás tú si vienes a conocernos!