Xabier Etxeberria
Ebanjeliotako hiru pasartetan zaintza harremanak agintari erlijiosoen eta larunbatak gorde egin behar direla agintze duen legearen aurrean jartzen dira. Mahai gainean jartzen den galdera nagusia honakoa da: zer da garrantzizkoagoa, legea betetzea edo pertsona zaintzea? Legea pertsonen aurretik jartzea Jesus sumindu egiten du, errukitu egiten da agintarien bihotz-gogorkeriaren aurrean. Legeek ongia egitearen zerbitzura egon behar lukete.
Hay tres curaciones de Jesús con una peculiaridad relevante: él tiene un protagonismo más marcado respecto al paciente y las implica en una polémica con las autoridades religiosas sobre la ley de descanso sabático riguroso. Son las del hombre de la mano atrofiada (Mc 3,1-6; Mt 12,9-13 y Lc 6,1-11), la mujer encorvada (Lc 13,10-17), y el enfermo de hidropesía (Lc 14,1-5). Me centro en las primeras.
La curación en situación polémica: los hechos
En la primera (en versión de Marcos con algún matiz de Lucas), Jesús entra en una sinagoga en la que hay un hombre con la mano atrofiada. Los maestros de la ley y los fariseos “le estaban espiando para ver si lo curaba en sábado y tener así un motivo para acusarlo”. Jesús, consciente de la situación pues “conocía sus pensamientos”, la afronta directamente. “Levántate y ponte ahí en medio”, le dice al enfermo. Reta luego a sus acusadores: “¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o hacer el mal: salvar una vida o destruirla?”. Ante su silencio, “mirándoles con indignación y apenado por la dureza de su corazón, dijo al hombre: ‘Extiende la mano’. Él la extendió y su mano quedó restablecida”. El texto concluye: “En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para planear el modo de acabar con él”.
En la curación de la mujer encorvada, contada por Lucas, la escena es similar, pero con diferencias significativas. Jesús está enseñando un sábado en la sinagoga y ve que hay una mujer muy encorvada y sin capacidad de enderezarse. La llama y le dice, imponiéndole las manos: “quedas libre de tu enfermedad”. Ella se endereza y se pone a alabar a Dios. Entonces, el jefe de la sinagoga, indignado “porque Jesús curaba en sábado” –no se trata, pues, de un ejemplo aislado-, dice a la gente: “Hay seis días en que se puede trabajar. Venid a curaros en esos días y no en sábado”. A lo que Jesús responde: “¡Hipócritas!”. Si soltáis en sábado al asno atado para darle de beber, ¿no puedo soltar a esta hija de Abraham de su atadura de dieciocho años?” Los adversarios, concluye Lucas, quedaron confusos, pero la gente se alegraba por lo que hacía.
Horrek guztiak ez du esan nahi ordea Jesus legearen aurka dagoenik. Legea eta ongiaren arteko hierarkia finkatzen du: helburua pertsonaren ongia da, legea hori lortzeko bidea. Horrenbestez, jokoan pertsonaren ongia dagoenean, legea malgutu daiteke salbuespenak erantzukizunez barneratuz.
Hierarkia hori mantendu ezean, legea helburu bihurtzen da, eta pertsona bitarteako. Izan ere, "larunbata gizakiaren onerako egin zuen Jainkoak eta ez gizakia larunbataren onerako" (Mk. 2, 27)
La ley, al servicio de la persona: el análisis
Comencemos considerando la relación de cuidado en las dos curaciones. En la segunda se nos muestra muy sintetizada, pero clara: son otros los que la polemizan. En la primera, casi no hay relación y puede incluso interpretarse que Jesús “instrumentaliza” al enfermo al insertarlo en “su” polémica. Pero todo apunta a que el enfermo colabora porque quiere. Además, Jesús sabe que no debe ceder, por ese enfermo y porque se juega algo relevante para todos los enfermos. Su pregunta de fondo es: ¿se puede hacer el bien en sábado? La síntesis de sus dos sentimientos ante los acusadores es preciosa: de indignación porque anteponen la ley a la persona, y de pena –compasión- por la dureza de su corazón.
Respecto al conflicto con la ley, en la segunda curación el jefe de la sinagoga parece hacer una propuesta “razonable”, que salvaría a la vez respeto a la ley y sanación: que nadie acuda los sábados a ser sanado. La mujer encorvada podía haber esperado un día más. Pero Jesús, por un lado, le reprocha sus motivos de fondo, al acusarle de hipocresía, y por otro, enfatiza la subordinación de la ley al servicio del bien.
Aclaro esto último. Jesús no cuestiona la ley concreta. Marca una jerarquía en la que la ley es valor-medio para un valor-fin que es el bien de la persona. Si se tiene claro esto, puede sostenerse la ley haciéndola flexible y responsablemente abierta a las excepciones cuando está en juego ese bien de la persona. Es así como se salvan correctamente las dos perspectivas. Pero si la ley es vista como fin que no admite excepciones, que reclama que las personas se acomoden a ella para ser cumplida siempre (lo que pide el jefe de la sinagoga), la ley se consagra como fin y la persona, tarde o temprano, acaba siendo considerada medio. La postura de Jesús es radical a este respecto. La sella en una afirmación que, en Marcos (2,27), aparece justo antes de la primera curación, en otra situación polémica: “El sábado ha sido hecho para el hombre y no el hombre para el sábado”.
Por la conclusión de los relatos, vemos que bajo la exigencia de rigor en el cumplimiento de la ley –controlado por los responsables religiosos- anidaba una cuestión de poder. Con la conducta de Jesús temen que se les escape (final del segundo relato), algo tan grave para ellos que les lleva a planear cómo matarle (primer relato).