Iñigo Odriozola, TAUfundazioa
Berebiziko garrantzia izateaz gain, esanahi sinboliko sakona du artoak Latinoamerikan. Bolibiako Tomas Katarí Instituto politeknikoak (ITPK) COVID-19ari aurre egiteko martxan jarri duen kanpainan artoak erresistentzia eta elkarlaguntza sinbolizatzen du. Izan ere, pandemiaren eragin ekonomiko eta sozialek gogor jo dute biztanleen %60a ekonomia informaletik bizi den herrialdean. IPTKren kanpainak landa-eremuko familia zaurgarrienei lagundu nahi die, eta horretan TAU fundazioa eta Arantzazuko Probintzia Frantziskotarra elkartasunez laguntzen ari dira.
Alimentadas por el maíz, crecieron muchas generaciones en América Latina: el maíz era gente, la gente era maíz y el maíz tenía, como la gente, todos los colores y sabores. Somos hijos e hijas del maíz. Si en estos momentos de pandemia viral a nivel global, toda nuestra humanidad depende de reconocer nuestra humanidad en los demás, todas y todos podemos aportar nuestro granito de maíz.
Así comienza la introducción de la campaña solidaria integral denominada “Sin maíz no hay país” puesta en marcha en Bolivia por el Instituto Politécnico Tomás Katarí (IPTK) como consecuencia de la pandemia del COVID-19.
El maíz tiene un significado simbólico para la cosmovisión de la población indígena campesina y más humilde de América Latina. También en Euskadi, conocemos por nuestros mayores la importancia que ha tenido el maíz en la alimentación de las familias rurales en los caseríos, convirtiéndose en parte de la identidad cultural vasca. Un alimento que en esta campaña del IPTK es símbolo de resistencia y ayuda mutua.
Bolivia al igual que el resto de países, está atravesando la emergencia desatada por el coronavirus con una cuarentena total puesta en marcha el 25 de marzo. Posteriormente se han establecido medidas de desescalada por regiones pero según el propio IPTK el pico de los contagios se espera para los meses de julio y agosto. La crisis sanitaria desatada en el país, está acelerando una fuerte crisis económica y social. Según un reporte reciente de la Fundación Jubileo, la crisis política del país y la caída de los ingresos por la bajada internacional del precio de los hidrocarburos unida a la crisis provocada por la pandemia, están llevando la situación fiscal del país a una situación límite.
El gobierno ha decretado normas que condonan o rebajan las tarifas de servicio básicos, facilita el acceso a créditos para empresas y ponen en marcha tres bonos de ayuda a la población. Todos ellos de un único pago, el Bono Familia y el Bono Universal de 500 bolivianos cada uno (60€) y la canasta Familiar de 400 Bolivianos (52€). Sin embargo, estos bonos no sustituyen la generación de ingresos en un país con un 60% de la población que vive de la economía informal, compuesta por un 75% de mujeres, entre ellas, trabajadoras de hogar, lavanderas, comerciantes ambulantes, etc.
Toda esta situación tiene consecuencias humanitarias más graves en las familias campesinas indígenas o migrantes con índices de desarrollo humano bajo a las que acompaña el IPTK. Estas familias no pueden sacar sus productos a los mercados locales y peor aún poder aprovisionarse de los alimentos básicos que requieren. Además, el estado de alarma ha provocado la interrupción de las actividades de los proyectos de cooperación internacional que se estaban ejecutando con estas familias. Cinco proyectos en cooperación con TAU y financiación de varias instituciones públicas, han tenido como consecuencia la suspensión de actividades productivas, formativas y de defensa de derechos de 1.890 mujeres y 1.430 hombres indígenas quechuas de la Provincia de Chayanta y Distrito 6 de Sucre.
Ante esta situación y a pesar del confinamiento, ambas organizaciones hemos seguido tele-trabajando para ir formulando diversas medidas. Por ejemplo, en los cinco proyectos mencionados, se han realizado algunas pequeñas modificaciones presupuestarias para la compra de alimentos esenciales secos (fideo, arroz, lentejas, azúcar, aceite…) o insumos de bioseguridad (mascarillas, alcohol en gel, guantes, jabón líquido…) destinados a la seguridad de las familias y el personal técnico que trabaja en los proyectos.
Pero ante toda esta nueva situación, el IPTK ha considerado pertinente poner en marcha la campaña institucional solidaria “Sin maíz no hay país” de forma que pueda responder de una forma más integral y coordinada a las familias más necesitadas que participan en los proyectos del IPTK
Casi todas las campañas de la sociedad civil con carácter solidario se están centrado en las ciudades, dejando de lado al área rural. Por ello, con esta campaña se pretende apoyar a 1.000 familias de nueve municipios siendo Sucre el único urbano y el resto rurales, Yamparae, Poroma, Ravelo, Ocuri, Colquechaca, Pocoata ,Ckocha y Puna. Se va a hacer un especial seguimiento y apoyo de niños/as, adolescentes, jóvenes, familias campesinas, mujeres indígenas y mujeres trabajadoras del hogar, haciendo un especial esfuerzo en localizar las familias y situaciones con un alto grado de vulnerabilidad.
Desde el IPTK, su director Alejandro Barrios nos trasmite que “si bien la preocupación mayor de la gente es el tema sanitario, para las familias más pobres se suma en mayor grado la preocupación de la crisis económica en sus familias con consecuencias como la inseguridad alimentaria, la suspensión de las clases educativas de sus hijos e hijas, la violencia que sufren las mujeres (más de 1.200 casos desde el comienzo de la cuarentena según la REPAM), la inestabilidad laboral de las trabajadoras del hogar, entre otras, por ello, se requiere abordar un enfoque lo más integral que abarque diversas dimensiones”.
Con esta campaña se apoyan medidas en materia de seguridad alimentaria, salud, educación y lucha contra la violencia de las mujeres. A las familias campesinas se les brinda atención técnica e insumos para la producción y comercialización de sus productos alimentarios, se distribuyen canastas básicas de alimentos así como ropa para niñas, niños y adolescentes. En el ámbito de la salud se conceden seguros gratuitos y facilita el acceso de las personas contagiadas a los servicios del “Hospital popular “George Duez” del IPTK ubicado en Sucre. El acompañamiento psicopedagógico se realiza a través del Centro de Recursos Pedagógicos Integrales (CERPI) que coordina el reparto de materiales educativos de lectoescritura, motricidad fina, matemáticas y pintura así como la emisión por Radio América de programas educativos dirigidos a los niños/as y sus familias. También se brinda apoyo psicológico a personal de salud y familias, especialmente a las mujeres que sufren violencia a través del centro de escucha ORIGEN ubicado en el Hospital.
Dentro de toda esta campaña hay que destacar que el IPTK está habilitando en el Hospital George Duez, una Unidad específica de aislamiento y terapia intermedia para atender a las personas contagiadas por el COVID-19, equipamiento inexistente antes de la pandemia. Esta unidad prioriza a las familias que forman parte de la campaña, de hecho el IPTK ha rechazado una oferta de la Seguridad Social para dar servicio a personas contribuyentes y reservar dichos espacios a las familias vulnerables que no tienen seguros y viven de la economía informal.
Toda esta campaña está financiada gracias a la Solidaridad Internacional de varias ONGD así como la aportación solidaria de los propios trabajadores/as del IPTK que se han querido implicar en la misma. En TAU nos sentimos afortunados de ser una de esas ONGD aportando nuestro “granito de maíz” de forma destacada en la financiación de la Unidad de terapia intermedia del Hospital. Financiación que no sería posible sin la solidaridad económica de nuestros socios/as y de la Provincia Franciscana de Arantzazu. Gracias por cada granito. Gracias por entender que la solidaridad es global. Sin maíz no hay país. Sin Solidaridad, sin cooperación, sin cohesión social. ¿Qué sería de las personas y pueblos más vulnerables?