[...] los cristianos hemos de reflexionar y meditar para descubrir cómo podemos contribuir a aprender a vivir de manera más humana y solidaria después de esta pandemia. Muchos cristianos no conocen que la aportación más importante de Jesús a este mundo ha sido promover el proyecto humanizador de Dios, lo que él llamaba reino de Dios. Este proyecto no es propiamente una religión. Va más allá de las creencias, preceptos y ritos de cualquier religión.
Según Jesús, el misterio último de la vida es un Dios, Padre de todos. La humanidad es sencillamente la familia de todos sus hijos e hijas. El único objetivo del Padre aquí, en esta tierra, es ir construyendo una familia donde reine cada vez más la justicia, la igualdad, la solidaridad. Este es el camino para hacer un mundo cada vez más humano donde todos podamos vivir con dignidad. Y también el que nos permite a los creyentes vivir con la esperanza de conocer un día, más allá de la muerte, la Plenitud de la vida para toda la humanidad.
Creer en un Dios, Padre de todos, nos puede ayudar en estos tiempos a sentirnos no sólo miembros de la misma especie sino hijas e hijos de una única familia. El experimentar que todos somos hermanos puede reforzar nuestra capacidad de crecer en solidaridad. El vivir en actitud de fraternidad nos puede impulsar a buscar el bien común de toda la humanidad, empezando por los más pobres y necesitados. La gran llamada de Jesús a los seres humanos es esta: “Ante todo, buscad el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura” (Mateo 6,33).
Oso denbora gutxian, gure hauskortasunaz jabetzen ari gara gizakiak. Ikusi dugu ez daudela pertsona ahulak bakarrik. Gizadi osoa da ahula. Bat-batean, koronabirusaren pandemiak erakutsi digu gizateria arriskuan dagoen espeziea dela. Egun gutxitan apalago eta zalantzatiago bihurtzen ari gara. Pentsarazten, hausnarrarazten eta gogoetarazten ari zaigu birusa.
Biztanleriaz gainezka dagoen mundu honetan ez gara ados jartzen klima-aldaketaren aurrean erantzuteko, natura hondatuz doalarik, abere-espezie batzuk galtzen … ez da harritzekoa birusak, ekosistemako parte baitira, espero ez bezala jokatzen hastea. Egunotan era guztietako gogoetak ari dira zabaltzen gizarte sareetan. Oihartzun handia izan du Eliane Brum idazle brasildarrak iradokitakoak: “Pandemiaren ondorioa klima-krisia dagoeneko askoz polikiago eragiten ari denaren ondorio kontzentratu eta zorrotza da. Birusa aurki biziko duguna erakusten ari bailitzaigu bezala da”.
Ez dakit egiaz hala izango den. Nolanahi ere, birusa dela medio ezin dugu gure burua engainatu. Egun bakan batzuetan desegin da mundua gizakiok kontrolatzen genuelako uste inozoa. Aldatu beharrean gaude gure bizimodua. Guztiok espezie berekoak garela erakusten ari zaigu birusa. Behar-beharrezkoa dugu elkartasun handiagoz bizitzen ikastea gizadi osoaren ongia bilatuz.
Uneotan mundua gidatzen ari den sistema gizagabea da: pribilegiatu gutxi batzuk zentzurik eta gizatasunik gabeko ongizatera eramaten ditu, eta babesgabeko jendetza ikaragarriak bizitza hondatuta uzten ditu. Sistema honek ez du uzten herriak ados jartzen gizadiaren ongia bilatzea erdigunean ipintzeko guztion etxea izan dadin lur batean.
Kristauek ere pentsatu eta gogoetatu beharra dugu ea nola lagun dezakegun pandemia ostean era gizatiarrago eta solidarioagoan bizitzen ikasteko. Kristau askok ez daki Jesusek mundu honi egindako ekarpen garrantzitsuena Jainkoaren egitasmo humanizatzailea sustatzea izan dela, Jainkoaren erreinua deitzen zuena. Egitasmo hau ez da izatez erlijio bat. Edozein erlijioren sineste, agindu eta errituez harago doa.
Jesusen arabera, bizitzaren azken misterioa Jainkoa da, guztion Aita. Gizadia bere seme-alaba guztien familia da argi eta garbi. Zuzentasuna, berdintasuna, elkartasuna nagusi izango diren familia bat eratzea izango da Aitak hemen, lur honetan, duen helburu bakarra. Hau da gero eta mundu gizatiarragoa egiteko bidea, non guztiok duin bizi ahal izan gaitezen. Eta baita egun batean, heriotzaz haratago, gizadi guztiarentzat biziaren Betea ezagutzeko itxaropenaz bizitzen laguntzen diguna ere fededunoi.
Guztion aita den Jainkoagan sinesteak aldi honetan lagun diezaguke ez bakarrik espezie bereko kide garela sentitzen baizik eta familia bakar bateko alaba eta seme garela. Guztiok senide garela esperimentatuz indartu egin daiteke elkartasunean hazteko gure gaitasuna. Senidetasun jarreran biziz gizadi guztiaren ongia bilatzera bultza gaitzake, pobre eta behartsuenengandik hasita. Hauxe da Jesusen dei nagusia gizakiei: “Ardura zaitezte, batez ere, Jainkoaren erregetzaz eta haren nahia betetzeaz, eta beste hori guztia gehigarritzat emango dizue Jainkoak” (Mateo 6, 33).
Las actuales diócesis de Bilbao, San Sebastián y Vitoria cumplen ahora 70 años de vida, tras la partición de la antigua diócesis de Vitoria. Zorionak! Para la historia de una diócesis no es mucho, pero ha dado para mucho. Ya en su nacimiento confluyeron razones de carácter cultural, pastoral y político, que marcaron un parto nada fácil.
No faltaban razones pastorales. Las provincias de Gipuzkoa y Bizkaia habían adquirido un desarrollo demográfico notable, fruto del proceso de industrialización. El obispo de Vitoria era consciente de la necesidad de una mayor cercanía a sus diocesanos, cada vez más difícil de garantizar. Pero el hecho de llevarse las negociaciones y los contactos entre la Santa Sede y el Gobierno en secreto, hizo que afloraran y se consideraran prioritarias las razones de corte político.
Los intereses políticos se impusieron con la división del Seminario, considerado por el régimen como un foco de cultura nacionalista. Pocos años más tarde, quedaron más al descubierto con la creación de la provincia eclesiástica de Pamplona, a la que quedó asignada la diócesis de San Sebastián, mientras las de Vitoria y Bilbao siguieron adscritas a Burgos. Este “pecado original” pervive hoy.
El acontecimiento más decisivo para la vida de las diócesis ha venido dado, sin duda, por el Concilio Vaticano II y su recepción. La primera década posconciliar coincidió con la última de la dictadura y estuvo marcada por la tensión y la confrontación con ella. Se daba la paradoja de un régimen que se proclamaba confesional católico y no podía aceptar la letra y el espíritu de lo aprobado por la Iglesia. Las nuevas diócesis se aplicaron a la tarea de acoger el Vaticano II con su eclesiología del pueblo de Dios, solidario y dialogante con la sociedad y la cultura, y con la decidida defensa de derechos fundamentales puestos en tela de juicio por el sistema político vigente. Fueron años especialmente intensos, en los que nació y se fortaleció la coordinación entre los obispos y los diversos servicios e instituciones diocesanas.
A una fase de gran receptividad del Vaticano II, más bien corta le fue sucediendo otra, bien larga, con rasgos involutivos y restaurativos. Poco a poco, pero de modo cada vez más perceptible, fue variando la dirección del aire y se fue densificando la niebla. Creció el interés por la ortodoxia doctrinal, la reflexión teológica fue sometida a vigilancia, el gusto por la liturgia se centró en la pureza del rito, el derecho predominó sobre la doctrina social y el centralismo arrinconó la autonomía de las Iglesias locales. La comprensión de la Iglesia como pueblo de Dios se difuminó, llegando en ocasiones a estar bajo sospecha, y se retiró a los cuarteles de invierno, en espera de tiempos más favorables. No faltaron quienes quisieron sustituirla por la noción de comunión, entendida a menudo en dirección única. A nuestras diócesis se les achacaron males que era preciso corregir con una terapia adecuada. Al paciente le fueron cambiando la medicación y también, tras sucesivas jubilaciones, los médicos de cabecera, con la esperanza de reconducir a un paciente en período de convalecencia. Se ha ido reduciendo de modo importante el nivel de cooperación entre las diócesis y cada una va abordando su proceso de remodelación pastoral sin apenas comunicación o intercambio con las otras.
También en ese clima se ha ido forjando vida evangélica en nuestras Iglesias locales. Se va pasando de un tipo de cristianismo sociológico, apoyado en los números, a otro más basado en el testimonio; de una Iglesia influyente en las capas dirigentes de la sociedad a otra más preocupada por iniciativas y acciones social y evangélicamente significativas; de la preocupación por sobrevivir a la vocación de servir. No pocas comunidades religiosas han vivido procesos de refundación, profundizando y actualizando su carisma originario.
Últimamente, las corrientes de aire han adoptado nuevos rumbos, propiciados por la insólita dimisión de un papa y la irrupción de otro que con sus gestos y talante va recuperando realidades y estilos que corrían el riesgo de quedar al borde del camino. Es de esperar que esos “buenos aires” no se hagan esperar demasiado y vayan adentrándose en esta tierra. A decir verdad, ya lo van haciendo, aunque para más de uno con excesiva lentitud. La mirada agradecida a siete décadas puede dotar a la comunidad cristiana de la paciencia histórica suficiente para abordar con ánimo e ilusión los retos del presente y del futuro próximo. Se ha probado casi de todo. Toca quedarse con lo bueno.
Francisco nos sorprende ahora con una carta de amor a la Amazonía y un bello texto con cuatro sueños. No pretende reemplazar ni sustituir el Documento final, sino ayudar a asumirlo e invitar a una lectura integra del mismo.
Los pueblos amazónicos son una alternativa al mundo materialista, consumista e individualista occidental moderno que genera desigualdad social y destruye la naturaleza.
Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida. Sueño con una Amazonia que preserve esa riqueza cultural que la destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana. Sueño con una Amazonia que custodie celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana, la vida desbordante que llena sus ríos y sus selvas.
Amazoniarako Sinodoaren arira Frantzisko Aita Santuak idatzitako “Amazonia maitea” Exhortazio Apostolikoak etsipena ekarri du batzuengan. Izan ere, ez ditu ase bi puntutan sortutako itxaropenak: bateti,k apaizen hautazko zelibatuaren ingurukoak; eta bestetik, emakumeak Elizan izan beharreko ardura osoaren nahiak sortutakoak. Agian beste batzuk pentsatzen duten modura, hobe da bere denbora eta ahalegina eskatzen duten prozesu luzeak abian jartzea, arau maila duten erabaki pertsonalak hartzea baino.
Ikuspegi honetatik, Amazoniako sinodoak laikoei autoritate gehiago emateko bideak arakatzen dituela esan daiteke, bertako komunitateak antolatzeko eta gestionatzeko, eta neurri handi batean izaera laikoa duen Eliza irudikatzeko.
Edozein kasutan, Exhortazioaren hasieran Aita Santuak berak esaten duen modura, testu horrek ez ditu Sinodoan esandakoak ordezkatzen, ez eta errepikatzen ere, modu ofizial batean aurkezten baino, eta horrenbestez Amazoniako Gotzain eta agente pastoral guztiak han esandakoak betetzen saia daitezen eskatzen du. Askoren ustetan, tokian tokiko Elizak ahalduntzeko prozesua irekitzen da.
Exortazioa lau ataletan egituratzen da, Frantzisko Aita Santuari Amazoniak iradokitzen dizkion lau ametsak: (1) amets soziala: pobreen eskubideen alde borroka egitea; (2)amets kulturala: Amazoniako aberastasun kulturala babestea eta sustatzea; (3) Amets ekologikoa: Amazoniako erabateko edertasun naturala zaintzea; eta (4) Elizari buruzko ametsa: Amazoniako aurpegia duten kristau-komunitateak sustatzea.
Amets soziala: Aita Santuak gizarte gaiak eta ekologia lotzen ditu, kristauen bizitzan lurraren eta pobreen aldarriek bat egiten baitute. Eta Amazonian sortutako zaurien zergatiak ozen identifikatzen ditu: kolonizazioak egin duen eta egiten ari den esplotazio basatia. Horren erruz, oihanetako jendeak hiritara migratu behar du, senofobiaren, esplotazio sexualaren eta pertsonen trafikoaren biktima bihurtuz. Herri hauek jasaten dutena izen bat dauka: injustizia eta bidegabekeria. Horren aurrean, beharrezkoa da sumina, Jainkoa bera injustizien aurrean sumintzen den eran. Amazoniaren minaren aurrean Elizak konpromisoa hartu behar du eta Amerikaren konkistan zapalduen alde egiten jakin ez duela onartu, horren aurrean lotsatu, eta barkamena eskatu.
Amets kulturala: gai sozialek bizitzaren alderdi komunitarioa aintzat hartzea eskatzen dute. Horregatik, Amazoniako herrien balio eta bizimoduak babestuko dituen ekimenak ezinbestez eta azkar sustatu behar dira. Bertako askotariko identitateak landu, sustatu eta joera kolonialista edo inbaditzaileak alde batera utzi, bertako aniztasun kulturala bermatzeko. Elkarrizketa ez da identitatearen etsai, nortasun kulturala aberasteko lanabesak baizik. Dibertsitate kulturala itxaropenaren suspertzaile modura ikusi behar da, eta ez mehatxu modura.
Amets ekologikoa: gizakiaren eta naturaren arteko harreman estua berreskuratu nahi da, egunerokotasuna esperientzia kosmiko bihurtu. Amazoniaren garrasia guztion arazoa da, baliabideen konkistak eta ustiaketak ingurugiroaren harrera-gaitasuna mehatxatzen baitute. Natura "baliabide" modura ikusteak natura "etxe" modura ikustea arriskuan jartzen du. Bertako edo nazioarteko interesei men egin gabe egin behar da ingurugiroaren alde.
Amazonia begiespenez begiratzea gonbidatzen zaigu, horrenbestez, Amazonia leku teologiko bihurtzeko: Jainkoa bera agertzen den espazioa, bere seme-alabak bertara deituz.
"Laudato si" entziklikan garatu zuen ekologia integral baten ikuspegitik Amazonia zaintzera eta hazten laguntzera gonbidatzen du Eliza. Amets guzti hauetan Elizaren Doktrina soziala ekartzen du gogora, oinarrien eskariak aintzat hartu dituen Elizarentzako eta ekologia integral baterako bide berriak uztartu.
Iturria: religiondigital.org
“Id a Galilea, allí lo veréis”, cuando aquellas mujeres se acercaron al sepulcro sus corazones oscuros se llenaron de luz, donde hubo dolor brotó la sanación y en aquel sepulcro donde reinaba la muerte la certeza de la vida se impuso. En la historia de la humanidad, en la historia de tantas personas olvidadas la ESPERANZA emergió de aquel sepulcro, y aquella voz enviándolas a Galilea (va delante de vosotras a Galilea) fue el canto más bello a la VIDA.
Cada Pascua resuenan en mí estas palabras que a mí también desde el sepulcro me reenvían año tras año a la VIDA de Galilea a reencontrarme una vez más con Jesús. Reconozco en mi vida Galilea, esa tierra donde yo voy detrás de Él, y desde mi Galilea, desde esta tierra de dolor y esperanza, desde donde un año más hemos celebrado la Vida que nos trae la Pascua, desde este hospital Aita Menni me uno a la alegría de aquellas mujeres, primeras testigos en anunciarnos que JESÚS HA RESUCITADO. Él vuelve a resucitar en la sonrisa de cada paciente, Él me interpela en el dolor de la enfermedad mental, Él me convoca en la vida de cada uno de estos y estas pacientes que son como decía San Benito Menni sus vivas imágenes.
Han sido días intensos de encuentro, de compartir vida y fe, de recordar la cruz de Jesús y tantas personas que hoy también son crucificadas en tantos lugares de la tierra. Hemos tocado también nuestras propias cruces. Hemos dado las gracias por tantos Cirineos que hoy en el mundo y también en el hospital caminan a nuestro lado aligerando la carga de la cruz de la enfermedad, de las adicciones, del empobrecimiento, de la soledad.
Cada Semana Santa son tres las mujeres en las que me fijo, a las que me acerco, a las que agradezco. Es que ellas, María la madre de Jesús, la hermana de su madre, la de Cleofás y María Magdalena supieron estar, supieron acompañar a Jesús hasta el final. Ellas se convierten para mí en maestras en el arte de acompañar. Ellas desde la discreción, la entrega y el cariño acompañan a Aquel que sufre solo, a Aquel que en la cruz muere solo.
Jesús desde aquella cruz, dolorido y agotado, estoy seguro pudo sentir la compañía de aquellas mujeres que sin miedo quisieron llenar de ternura aquel final de vida, aquella soledad. No fue fácil para aquellas mujeres en aquella sociedad judía y bajo el poder y la mirada de Roma dar un paso adelante y ser presencia junto al crucificado que era asesinado como malhechor. Él, Jesús, el que transformó la vida de tantas personas excluidas era asesinado como malhechor.
Hoy siguen haciendo falta mujeres y hombres que como ellas estén al pie de los crucificados y crucificadas. Personas que acompañen vidas, que con su presencia llenen de Dios la soledad de tantos y tantas.
No hubo ninguna María a los pies de Jimmy cuando moría solo en aquella noche fría en aquel cajero del centro de Durango. Hoy sus compañeros “de la calle” siguen manteniendo encendidas dos velas en su recuerdo, velas cuya luz me interpela y me sigue recordando que hoy aun siendo tiempo de PASCUA y VIDA tenemos que seguir estando a los pies de personas cuya cruz no es de madera aunque pese igual, cruces que cogen el nombre de soledad, de sinhogarismo, de exclusión.
Este año el día de las personas con enfermedad celebrada por la Iglesia el 11 de febrero se nos hacía un llamamiento a estar atentos ante la realidad de la SOLEDAD. Hombres y mujeres que viven en la calle, personas que están en sus casas, mayores y solas o personas que viven en nuestras residencias y hospitales. Como las tres mujeres hoy recordadas estamos llamados hoy a acompañar la soledad. Hoy que tanto se habla de virus letales, seamos los cristianos y cristianas los que salgamos de nuestra zona de confort para erradicar el virus de la soledad, virus que anula la vida de tantas personas convirtiéndolas en invisibles para la sociedad.
Gracias María de Nazareth, María la de Cleofás y María Magdalena por vuestro ejemplo, gracias a las “Marías” que hoy también estáis a los pies de crucificados y crucificadas de nuestro día.
Estamos de fiesta, es tiempo de VIDA, un cirio nos recuerda que JESÚS resucitó, esa luz también brilla hoy por Jimmy y por tantas personas anónimas que hoy también desde su pascua nos empujan a Galilea a transformar esta tierra en tierra de hospitalidad.
PAZKO ZORIONA GUZTIONTZAT!!
¡¡ FELIZ PASCUA ¡!
La cárcel también es un lugar de presencia de Dios y de experiencia de fe. El testimonio real que presentamos a continuación así nos lo demuestra.
El mal cometido
«He sido un hombre educado en todas las facetas de mi vida por unos padres creyentes que siempre me inculcaron la humildad y generosidad, así como ser persona cariñosa; trabajador incansable, amigo de mis amigos, buen esposo y padre. Sin embargo, un maldito “agujero negro” en mi cabeza me llevó a la destrucción de mi familia, entorno y mi propia vida hecha añicos. Todavía después de cinco años no logro una respuesta a mi sinrazón».
Primeros días: Renegar de todo
«Cuando reniegas de algo, buscas a qué o a quién culpar de tu desvarío y entre otras causas crees que Dios podría haber evitado el desastre.
Poco a poco, empiezas a darte cuenta de que el único responsable de lo ocurrido eres tú mismo, comienzas a asumir tus actos y comprendes que ese Dios del que renegabas, no es culpable de nada, y sin darte cuenta le ruegas perdón y suplicas su ayuda».
Ansiedad
«Tal vez (esta vez sí) interviene Dios para iluminarte y uno se plantea lo siguiente: Si me quito la vida ¿cómo pago por mis actos? Debo sufrir lo indecible por ello y la huida sería un acto cobarde. Purgaré lo que sea menester para compensar mi loco desvarío, mientras mi vida aguante.
Como buen cristiano que me educaron, pasados los momentos débiles, poco a poco he vuelto a reconciliarme con Dios y todo aquello en lo que siempre he creído, acudo asiduamente a la Eucaristía y procuro participar en las celebraciones».
Serenidad
«Es curioso, he observado durante mi estancia que a todos ocurre lo mismo, nadie dice creer y sin embargo en casi todas las celdas, en lugar privilegiado, siempre hay imágenes de Jesús y de la Virgen, así como algún santo compartiendo espacio con las fotos queridas. Es común oír plegarias a Dios o la Virgen por parte de los internos suplicando ayuda y perdón.
Debo resaltar otra de las grandes ayudas tanto espirituales como materiales por parte de la Pastoral Penitenciaria. La labor abnegada de voluntarios y clérigos en favor de los presos es como una bocanada de aire fresco que oxigena nuestra mente y nos da vitalidad».
Enfermedad
«De repente, sin aviso previo, comienzo a sufrir una dolencia física que, en principio, no revestía importancia, pero con el paso de los meses y, tal vez por una atención hospitalaria deficiente, deriva en gangrena y más tarde en las amputaciones de pierna izquierda, primero, y luego, de la derecha. Es incalificable el sentir interno de todo lo pasado y presente: dolores terribles, sensaciones de impotencia al verte inválido. Por muy dura que sea la realidad que estoy viviendo, sin embargo, me resigno a la suerte y acepto este martirio como parte del pago por mi disloque mental. No me he quejado ni me quejaré jamás por esta desdicha. No puedo hablar más de mis intervenciones quirúrgicas, sin agradecer el apoyo recibido por personas llenas de bondad que me han visitado repetidas veces cuando me encontraba convaleciente de las distintas amputaciones».
Cambio de centro penitenciario
«Mi integración ha sido rápida. Por supuesto, acudo a la eucaristía cada semana y también me relaciono con la gente de Pastoral Penitenciaria. En fin, he retomado mi amistad con Dios y ello me inspira energía para sobrellevar tantas vicisitudes sufridas».
Conclusión
«Pues bien, que nadie se crea libre de nada y, si no, como dijo Jesús: “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.
También les diría a tantos y tantos que se confiesan ateos que, a buen seguro, en situación extrema, como es la cárcel, su pensamiento cambiaría y se arrugarían implorando a Dios que les cambie el destino. ¡Humanicemos las cárceles!».