Joxe Mari Arregi
El 15 de noviembre pasado, domingo, a primera hora corrió como pólvora la noticia del fallecimiento del sacerdote vizcaíno, Angel Mari Unzueta Zamalloa, de 67 años. La víspera por la tarde, sábado 14, había estado en el Santuario de Urkiola de donde era el párroco desde hacía dos años; al bajar de allí parece que saludó, como lo hacía, a su anciana madre en Durango y de allí marchó a la residencia de los sacerdotes retirados de Bilbao donde vivía Angel Mari. Al no acudir a la cena, lo buscaron y lo encontraron muerto en su habitación. Había nacido en Durango (Vizcaya) el 4 de diciembre de 1952; le faltaban, pues, días para cumplir los 68 años.
Hoy traemos su memoria a estas páginas de ARANTZAZU no para hacer su semblanza, (de un sacerdote culto y preparado, totalmente entregado a su ministerio y polifacético en cuanto abarcaba muchos campos y disciplinas), sino para recordarle y agradecerle por su empatía con Arantzazu y por su leal colaboración con nosotros.
Si la memoria no nos falla, fue en el año 1999 la primera vez que Angel Mari vino aquí y pronunció una conferencia inolvidable dentro de la celebración del espíritu de Asíse de aquel año. Su conferencia se titulaba “Haren zauriek sendatu gintuzten” Barkamena bakegintzan. Recuerdo que pronunció la conferencia en el antiguo refectorio del convento y recuerdo que su conferencia impactó fuertemente a los asistentes por la defensa clara y sin rodeos de las víctimas, de todas ellas, fueran del bando que fueran.
Pero fue el año 2019 cuando más contacto y relación tuvo Arantzazu con Angel Mari. En el Restado de su watsAppe había escrito en alemán Verfügbar (es decir: disponible), y así demostró ser también con nosotros: siempre disponible para colaborar. En efecto, le pedimos que colaborara en nuestra revista ARANTZAZU con una reflexión cristiano-evangélica-eclesial-pastoral para poner luz en esta situación de despiste en muchos sentidos. Escribió cada mes, durante todo el año 2019, con pluma ágil y con pensamiento claro y actual. Su primera colaboración fue “Urkiolatik Arantzazura. Entre santuarios” haciendo una bella semblanza de ambos santuario y sus coincidencias.
La última vez, lo recordarán nuestros lectores, Angel Mari escribió para nuestra revista en el mes de mayo de este año. “Las trillizas son septuagenarias” refiriéndose a los 70 años que cumplían las diócesis hermanas de Vitoria, Bilbao y San Sebastián.
Desde entonces no hemos tenido más contacto con él y se nos ha ido sin tiempo de agradecerle y despedirle. Una gran pérdida para la sociedad y para toda la Iglesia, especialmente para la diócesis de Vizcaya donde, además de ser Vicario general durante muchos años, prestaba infinidad de servicios de todo tipo, polifacético como era.
Se nos ha ido Angel Mari Unzueta, “el siempre disponible”, le recordaremos siempre como un euskaldun desde los pies a la cabeza, impulsor incansable de la paz y la reconciliación, sacerdote muy culto y preparado y siempre entregado a la causa del evangelio y de Jesús.
Arantzazutik eskerrik asko, Anjel Mari, denagatik, plazer bat izan da zurekin bizitzan topo egitea eta gozatu orain hainbestetan sinetsi eta aditzera eman duzun Jesukristoren piztuera.